Tras el grande naufragio.-
Publicado: Sab, 01 Dic 2007 16:51
Tras el grande naufragio
he utilizado los restos de obra muerta
para tomar a filo las escarpias
tumbadas por el aire de poniente.
Comandante bisoño
infeliz Odiseo lego en estrategias
volteé a negro el color orgulloso
de mi trapo
hasta lograr poner los labios en el vasar fúnebre
que surte en su feliz beber
a los ahogados.
Hombre, quizá diréis, de poco hombre,
y laborada derrota, perito en pérdidas,
de la cobardía infinita hice el orgullo, infinito,
de mi trazo
y logré poblarme el campo de carnívoros corderos
que balan de su plomo
y que la hierba, por bajo de los pies
me van talando.
Hombre como los menos
mineral al valor
gustador de lo bello
infamante ladrón de sus soles diminutos,
armador de la tierra
y, como ella,
comedor laborioso de sus frutos
y su grano.
Es esta noche en que ya siento el sordo ruido
en los desnudos pies,
madre, enemiga
de tu zapa:
tu diente blando
que hará pasar al sueño la paz y las batallas,
y el mar con este baile
de olas y de barcos
Ya el peso de tu largo me entorpece
y los brazos en caída van cavándome al surco
y seré, a fin, yo, al cabo,
el grano, la simiente, y para el pico
talludo, grande,
de los alados, los voladores
pájaros...
he utilizado los restos de obra muerta
para tomar a filo las escarpias
tumbadas por el aire de poniente.
Comandante bisoño
infeliz Odiseo lego en estrategias
volteé a negro el color orgulloso
de mi trapo
hasta lograr poner los labios en el vasar fúnebre
que surte en su feliz beber
a los ahogados.
Hombre, quizá diréis, de poco hombre,
y laborada derrota, perito en pérdidas,
de la cobardía infinita hice el orgullo, infinito,
de mi trazo
y logré poblarme el campo de carnívoros corderos
que balan de su plomo
y que la hierba, por bajo de los pies
me van talando.
Hombre como los menos
mineral al valor
gustador de lo bello
infamante ladrón de sus soles diminutos,
armador de la tierra
y, como ella,
comedor laborioso de sus frutos
y su grano.
Es esta noche en que ya siento el sordo ruido
en los desnudos pies,
madre, enemiga
de tu zapa:
tu diente blando
que hará pasar al sueño la paz y las batallas,
y el mar con este baile
de olas y de barcos
Ya el peso de tu largo me entorpece
y los brazos en caída van cavándome al surco
y seré, a fin, yo, al cabo,
el grano, la simiente, y para el pico
talludo, grande,
de los alados, los voladores
pájaros...