POEMA PARA UNA CIUDAD PERDIDA
Publicado: Jue, 21 Abr 2011 16:00
A mi buen amigo José Luis Vidal.
No retornes. No vuelvas la cabeza
al corazón de hastío. No pidas
que tu casa ilumine balcones ya soñados.
No pienses que la hiedra en sus entrañas
guardará para siempre el eco de las voces.
Solamente las calles permanecen
y son. Y en cópula novísima
inauguran jardines
junto al candor del mar.
Solamente las calles defienden con su aliento
las canciones de niños
y el rumor de las olas
y el fiero encanto ciego de eucaliptos suicidas.
Solamente las calles se burlan
de aquel foso, cuando las rosas
tiemblan en los inviernos lentos.
Encumbradas las calles van subiendo serenas.
Acarician su cuerpo unos ojos lejanos,
ojos casi perdidos.
Y las palmeras nacen en manos solitarias.
En rincones sin nombre el aire se detiene y glorifica
tarde
iluminando bóvedas azules.
Desde el castillo el aire penetra miradores
y hornacinas de santos
desde la calle sueñan
tu sueño renovado en esta hora,
ahora tan lejana y perdida para siempre.
No retornes. No vuelvas la cabeza
al corazón de hastío. No pidas
que tu casa ilumine balcones ya soñados.
No pienses que la hiedra en sus entrañas
guardará para siempre el eco de las voces.
Solamente las calles permanecen
y son. Y en cópula novísima
inauguran jardines
junto al candor del mar.
Solamente las calles defienden con su aliento
las canciones de niños
y el rumor de las olas
y el fiero encanto ciego de eucaliptos suicidas.
Solamente las calles se burlan
de aquel foso, cuando las rosas
tiemblan en los inviernos lentos.
Encumbradas las calles van subiendo serenas.
Acarician su cuerpo unos ojos lejanos,
ojos casi perdidos.
Y las palmeras nacen en manos solitarias.
En rincones sin nombre el aire se detiene y glorifica
tarde
iluminando bóvedas azules.
Desde el castillo el aire penetra miradores
y hornacinas de santos
desde la calle sueñan
tu sueño renovado en esta hora,
ahora tan lejana y perdida para siempre.