Elhombrequesabíalarespuestaatodoslosporquésdelmundo
Publicado: Dom, 24 Feb 2008 14:04
¿Serán felices esos camioneros, que llevan escrito el nombre de sus seres queridos en el parabrisas?
“Susana y Sebas”, “Mi niña Juana”, “Los Carmona”.
¿Será feliz esa muchacha que pasea por la arena cada tarde, sola?
Parece parecerle suficiente,
que el mar le lama los tobillos y las manos.
¿Serán felices los delfines? Desde luego, sonríen.
¿Y Dios, será Dios feliz viendo lo que ha hecho?
Quien habite las líneas que hacen de frontera en los mapas del mundo,
libre,
o se aloje en recipientes tales como otro ser humano,
parásito de amor,
¿será feliz?
¿Quién sabe, cierto?
Eso pensaba yo. Hasta que el padre prior de la abadía de Mont-Saint-Michel,
con el que había ido a pescar carpas en la infancia,
como último recurso y arriesgándose a que el clero,
le desterrara para siempre de la Baja Normandía,
abrió el Index Librorum Prohibitorum por la página trece,
y citó una leyenda de Voltaire:
“La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.”
Luego, y por supuesto de manera clandestina,
me dio la dirección del hombre que sabía la respuesta a todos los porqués del mundo.
Se llamaba Jerónimo Wallace y vivía en un barrio del condado de Durham.
Jerónimo Wallace, que carecía de aspecto,
me abrió las puertas de su casa a las once menos cuarto de la noche del martes más triste de mi vida,
me miró de arriba abajo con total indiferencia,
y sin pronunciar una palabra,
cerró.
De eso hace algún tiempo y, aunque aun no se porqué no soy feliz,
se que Jerónimo Wallace,
el hombre que sabía la respuesta a todos los porqués del mundo,
tenía razón.
Paisaje: 48°38'10" latitud norte 1°30'40" longitud oeste.
Música: Seewt home Alabama (Lynyrd Skynyrd)
“Susana y Sebas”, “Mi niña Juana”, “Los Carmona”.
¿Será feliz esa muchacha que pasea por la arena cada tarde, sola?
Parece parecerle suficiente,
que el mar le lama los tobillos y las manos.
¿Serán felices los delfines? Desde luego, sonríen.
¿Y Dios, será Dios feliz viendo lo que ha hecho?
Quien habite las líneas que hacen de frontera en los mapas del mundo,
libre,
o se aloje en recipientes tales como otro ser humano,
parásito de amor,
¿será feliz?
¿Quién sabe, cierto?
Eso pensaba yo. Hasta que el padre prior de la abadía de Mont-Saint-Michel,
con el que había ido a pescar carpas en la infancia,
como último recurso y arriesgándose a que el clero,
le desterrara para siempre de la Baja Normandía,
abrió el Index Librorum Prohibitorum por la página trece,
y citó una leyenda de Voltaire:
“La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.”
Luego, y por supuesto de manera clandestina,
me dio la dirección del hombre que sabía la respuesta a todos los porqués del mundo.
Se llamaba Jerónimo Wallace y vivía en un barrio del condado de Durham.
Jerónimo Wallace, que carecía de aspecto,
me abrió las puertas de su casa a las once menos cuarto de la noche del martes más triste de mi vida,
me miró de arriba abajo con total indiferencia,
y sin pronunciar una palabra,
cerró.
De eso hace algún tiempo y, aunque aun no se porqué no soy feliz,
se que Jerónimo Wallace,
el hombre que sabía la respuesta a todos los porqués del mundo,
tenía razón.
Paisaje: 48°38'10" latitud norte 1°30'40" longitud oeste.
Música: Seewt home Alabama (Lynyrd Skynyrd)