Editorial Alaire

Como un tronco nunca mutilado o un laberinto
de callejas y niebla. Como las primaveras sin color
que añoran la palpitación de las ventanas. Así
la dulce canción de los días tras la mesa redonda
en el cuadrilátero del amor fraterno. Las niñas
sonríen con su blancura de nácar escondida
en el sueño, los hombres juegan en pasillos
inventados por las lágrimas de la lujuria.
Invaden los espejos el arrebol de las aceras
y en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula. Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.

La nostalgia de un tiempo en el que nos abrazábamos a la vida en torno a una mesa camilla. Los recuerdos que conservamos de la niñez, se transforman cuando somos adultos. Precioso tu poema, como siempre. Un abrazo

Ramón Carballal escribió:
Así la dulce canción de los días tras la mesa redonda
en el cuadrilátero del amor fraterno.

en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula.

todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.

Siempre, indefectiblemente, volvemos a nuestra infancia.
Yo digo que vuelvo a "Edén" porque parte de mi infancia transcurrió en Guinea y yo lo recuerdo así, como un Edén.

Maravilloso poema lleno de nostálgicas imágenes.
Un abrazo

y en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula. Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne

es como un aroma de la vida
buen poema amigo

Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.

Magnífico, como siempre, tu particular mundo imaginativo. Selecciono estos versos porque brilla en ellos, de manera especial, el eterno ciclo de precariedad de la existencia.

Unha aperta.

MarRevuelta escribió:La nostalgia de un tiempo en el que nos abrazábamos a la vida en torno a una mesa camilla. Los recuerdos que conservamos de la niñez, se transforman cuando somos adultos. Precioso tu poema, como siempre. Un abrazo

Gracias, Mar, de eso trata el poema. Un beso.

Tienes una maestría poderosa.

Una poderosa imaginación concentrada, ni una palabra sobra, ni un encabalgamiento es caprichoso. Nos hundes en la infancia y nos transformas en carne mortal. Son muchos los rincones en los que perderse en tu poema, pero los versos que destaca Ferreiro también me han gustado especialmente.

Un abrazo.

Marisa Peral escribió:

Ramón Carballal escribió:
Así la dulce canción de los días tras la mesa redonda
en el cuadrilátero del amor fraterno.

en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula.

todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.

Siempre, indefectiblemente, volvemos a nuestra infancia.
Yo digo que vuelvo a "Edén" porque parte de mi infancia transcurrió en Guinea y yo lo recuerdo así, como un Edén.

Maravilloso poema lleno de nostálgicas imágenes.
Un abrazo

Gracias, Marisa, por tu lectura e interesante comentario. Un abrazo.

La infancia es una sombra que camina
a lo largo de la vida : es perdida añoranza
que duele siempre.
Tu poema, uuf buenísimo


abrazos Ramón


lázaro.

He disfrutado estos hermosos versos. Enhorabuena, Ramón.
Un saludo.

Esos viajes nostálgicos al pasado te procuran un material poético excelente. Salud.Pepe Junco

Nostalgia e imágenes se aúnan para servirnos un bello poema.
Un saludo cordial.

javierdicenzo80 escribió:y en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula. Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne

es como un aroma de la vida
buen poema amigo

Gracias por dejar tu huella, Javier. Un abrazo.

J. J. M. Ferreiro escribió:Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.

Magnífico, como siempre, tu particular mundo imaginativo. Selecciono estos versos porque brilla en ellos, de manera especial, el eterno ciclo de precariedad de la existencia.

Unha aperta.

Muchas gracias, J.J. por leerme y comentar. Unha forte aperta.