J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Sab, 22 Ene 2011 20:10 Toda certeza y persuasión cedieron
ante aquel óxido de tiempo.
Era un otoño barnizado
que ya no lamentaba la muerte del estío.
Renqueando irrumpió adentro de la casa
una niebla cansada con todo el viento amontonado.
Inquietantes se espolearon
las mesas y las sillas,
los hierros y los mármoles,
alimentando una ansiedad como vivida en una brasa,
con un fragor de ayuntamiento
que seguro fascinaría las mentes más eclécticas.
Corbain no pudo predecir el miedo de las manos.
Un frío de glaciar
recorría su cuerpo cuarteando la carne.
Tenía barro en la mirada,
y su densa humedad
acababa por delatar aquellos ojos grandes.
Con esa lasitud
que siempre se diluye en la calima,
iban cobrando su extensión
todas las cosas que había perdido.
Apretó el cuerpo
contra la esquina más oscura
y mirando el rectángulo brillante de la puerta, dijo:
Ahí viene a buscarme el mundo.
Unha porta con espello para que Corbain rexeite o medo.
Góstame o poema,
Chegáronme moi dentro, lenes, coma bolboretas lenes, este par de versos especialmente: "Era un otoño barnizado
que ya no lamentaba la muerte del estío."
Grazas, meu.
Bicos.