¡còmo duelen las ausencias!
Publicado: Mié, 19 Ene 2011 7:25
¡Cómo duelen las ausencias!
Ayer, navegando por internet
me encontré con una página que captó mi atención,
era la de ella,
ella que ya no está, era su cumpleaños...
Encontré palabras lanzadas al viento,
tejidas con ese amor que todavía duele,
quizás, acompañadas de lágrimas saladas
que aún escosen las heridas de su ausencia.
Y es que... ¡cómo duelen las ausencias!
de pronto me ví en aquella casa,
donde crecí, donde soñé, donde lloré
donde jugué y también reí.
Hoy es un espacio inerte,
el eco de sus pasos es ya tan lejano.
El viejo sillón conserva su forma,
en el preciso lugar donde se sentaba,
conserva su aroma, si este pudiera hablar... ¡cuánto diría!
Hoy mi memoria se hace vieja,
no sé si mis recuerdos son reales o soy yo que los invento
para no morir en el olvido, para no olvidarte.
Repaso con cuidado, aquellos rincones que alguna vez te vieron,
me parece sentirte en el silencio,
en esa cocina compañera de tus sabores,
de recetas que tantos degustaron,
de esos guisos improvisados,
que aunque quisieras repetirlos... nunca eran iguales.
El viejo fregadero, conserva aún tus huellas
incluso el agua que corría por sus llaves... sabe a ti.
A ti que no te has ido del todo
a ti que eres el aire que respiran estas roídas paredes,
que son un espejo de tu paso por ellas,
un poco también son tus memorias,
que siguen vivas por los rumores compartidos de almas que te amaron.
A veces, me parece escucharte en soledad,
cuando la noche cae y las estrellas alumbran
este espacio... tan tuyo,
tan mío.
¡Cómo duelen las ausencias!
Las golondrinas se posan en su nido,
cantan exaltadas como siempre,
recuerdo la mañana que las ví,
decías que eran seres libres,
la nostalgia se asomaba en tu mirada,
quizás, soñabas con volar entre atardeceres
perfumados por la fragancia de las rosas,
ahora eres libre, eres sol, eres cielo estrellado...
eres aire, eres vida... eres esa infinita ausencia entre los vivos,
pero ¿qué sería de mi, de ti sin la memoria?, ¿sin las palabras recordadas?,
¿sin la añoranza del tiempo compartido?, ¿sin tus enseñanzas tan sabias y certeras?, seguro no sería yo, ni conocerían este mi
tan de ti, que es cómo es, solo por ti.
El cálido rayo de sol, rosa mi cara
y yo sigo aquí, repasando aquel pretérito anhelado
me sigo preguntando si eres tu quién está ausente,
o soy yo que desempolva senderos vacíos de ti,
deseandote encontrar en cada lugar,
en cada palabra de esta triste poesía.
Ausente estás de cuerpo, más no de alma,
más no de tiempo,
vives en el recuerdo, en la memoria
en aquellas fotos que guardan tu silueta
para que un día como este yo te piense,
yo te sienta y no te olvide en la triste enredadera
que hoy es mi mente.
¡Cómo duelen las ausencias!
Ayer, navegando por internet
me encontré con una página que captó mi atención,
era la de ella,
ella que ya no está, era su cumpleaños...
Encontré palabras lanzadas al viento,
tejidas con ese amor que todavía duele,
quizás, acompañadas de lágrimas saladas
que aún escosen las heridas de su ausencia.
Y es que... ¡cómo duelen las ausencias!
de pronto me ví en aquella casa,
donde crecí, donde soñé, donde lloré
donde jugué y también reí.
Hoy es un espacio inerte,
el eco de sus pasos es ya tan lejano.
El viejo sillón conserva su forma,
en el preciso lugar donde se sentaba,
conserva su aroma, si este pudiera hablar... ¡cuánto diría!
Hoy mi memoria se hace vieja,
no sé si mis recuerdos son reales o soy yo que los invento
para no morir en el olvido, para no olvidarte.
Repaso con cuidado, aquellos rincones que alguna vez te vieron,
me parece sentirte en el silencio,
en esa cocina compañera de tus sabores,
de recetas que tantos degustaron,
de esos guisos improvisados,
que aunque quisieras repetirlos... nunca eran iguales.
El viejo fregadero, conserva aún tus huellas
incluso el agua que corría por sus llaves... sabe a ti.
A ti que no te has ido del todo
a ti que eres el aire que respiran estas roídas paredes,
que son un espejo de tu paso por ellas,
un poco también son tus memorias,
que siguen vivas por los rumores compartidos de almas que te amaron.
A veces, me parece escucharte en soledad,
cuando la noche cae y las estrellas alumbran
este espacio... tan tuyo,
tan mío.
¡Cómo duelen las ausencias!
Las golondrinas se posan en su nido,
cantan exaltadas como siempre,
recuerdo la mañana que las ví,
decías que eran seres libres,
la nostalgia se asomaba en tu mirada,
quizás, soñabas con volar entre atardeceres
perfumados por la fragancia de las rosas,
ahora eres libre, eres sol, eres cielo estrellado...
eres aire, eres vida... eres esa infinita ausencia entre los vivos,
pero ¿qué sería de mi, de ti sin la memoria?, ¿sin las palabras recordadas?,
¿sin la añoranza del tiempo compartido?, ¿sin tus enseñanzas tan sabias y certeras?, seguro no sería yo, ni conocerían este mi
tan de ti, que es cómo es, solo por ti.
El cálido rayo de sol, rosa mi cara
y yo sigo aquí, repasando aquel pretérito anhelado
me sigo preguntando si eres tu quién está ausente,
o soy yo que desempolva senderos vacíos de ti,
deseandote encontrar en cada lugar,
en cada palabra de esta triste poesía.
Ausente estás de cuerpo, más no de alma,
más no de tiempo,
vives en el recuerdo, en la memoria
en aquellas fotos que guardan tu silueta
para que un día como este yo te piense,
yo te sienta y no te olvide en la triste enredadera
que hoy es mi mente.
¡Cómo duelen las ausencias!