Editorial Alaire

Aún suena el mar en tus volantes de sol.

Mira la fotografía del invierno, allí la rubia senda
del faro, aquí los jazmines del oasis.

Éramos ayer y misericordia, la pálida sombra del cristal
y un futuro de muescas y de luz.

¿hubo zafiros en el carmín, mariposas que han robado
tu luna o tu cráter?

Nuestro hogar se maquilló con soles infinitos,
crujía la red de los cuerpos y en la metamorfosis de los días
una llama se ofuscaba como un mar de pretéritos.

Y luego la quemazón del viaje, una huella
que no enciende las preguntas del insomnio
y la melancolía como un cicatriz en la piel del sur.

Muy lejos la doctrina encuentra su refugio,
ya no son los cuadrados la cruz del signo,
pisamos las playas ahora vencidas
mientras los pájaros eligen un azul de navíos y sangre.

No lloran los frutos, pero hay una rabia que atemoriza las sombras
con su volátil orquídea de lince.

Y ahora, en el gemir del puerto, ¿no adivinas la mansedumbre
de los barcos, esa ola que se aquieta como un verbo en tu quilla azul?

Y después los relojes sin mapa y una sed de paredes blancas.

En las noches que no conozco tus pendientes me adivinan,
sol a sol, esfera a esfera.

¿Por qué nació tu hijo con relámpagos de aroma,
rojo como un pensamiento, desarmado en su táctil renuncia?

De un espejo a otro se columpian los duendes
-son niños que hablan de infancia y ardor-, más allá el jardín
se levanta sombrío con alas de brea.

Ya no puedo escribir mi noche con gritos de mar.

Estoy solo.

Magnífico, como siempre . Una trayectoria que se hunde en la tristeza, pero me gustó
Abrazos
Pilar

Espléndido trabajo, a veces la tristeza nos pega fuerte, pero se alivia con el uso de la pluma. ¡Felicidades!!
Un abrazo
Gabriela

Ramón Carballal escribió:Aún suena el mar en tus volantes de sol.

Mira la fotografía del invierno, allí la rubia senda
del faro, aquí los jazmines del oasis.

Éramos ayer y misericordia, la pálida sombra del cristal
y un futuro de muescas y de luz.

¿hubo zafiros en el carmín, mariposas que han robado
tu luna o tu cráter?

Nuestro hogar se maquilló con soles infinitos,
crujía la red de los cuerpos y en la metamorfosis de los días
una llama se ofuscaba como un mar de pretéritos.

Y luego la quemazón del viaje, una huella
que no enciende las preguntas del insomnio
y la melancolía como un cicatriz en la piel del sur.

Muy lejos la doctrina encuentra su refugio,
ya no son los cuadrados la cruz del signo,
pisamos las playas ahora vencidas
mientras los pájaros eligen un azul de navíos y sangre.

No lloran los frutos, pero hay una rabia que atemoriza las sombras
con su volátil orquídea de lince.

Y ahora, en el gemir del puerto, ¿no adivinas la mansedumbre
de los barcos, esa ola que se aquieta como un verbo en tu quilla azul?

Y después los relojes sin mapa y una sed de paredes blancas.

En las noches que no conozco tus pendientes me adivinan,
sol a sol, esfera a esfera.

¿Por qué nació tu hijo con relámpagos de aroma,
rojo como un pensamiento, desarmado en su táctil renuncia?

De un espejo a otro se columpian los duendes
-son niños que hablan de infancia y ardor-, más allá el jardín
se levanta sombrío con alas de brea.

Ya no puedo escribir mi noche con gritos de mar.

Estoy solo.

Ramiro, es un poema bello, un hermoso e impecable jardin por donde se pasea la soledad desnuda y triste. Abrazos, bello poeta.

Roxane

Sabes llegar. Hay una descripción muy detallada
de un momento de tristeza. Atrapa y uno se sumerge en tu mundo
de colores y viajes.
Como siempre, muy bueno Ramón

abrazos


lázaro

Hola Ramón
Y después los relojes sin mapa y una sed de paredes blancas.

He elegido este verso como podría haber elegido cualquier otro, todos tienen belleza en sus imágenes y profundidad en sun palabras.
Me da envidia comprobar que siempre tienes una buena metáfora a punto, amigo mío, pero envidia de la buena. Un placer. Abrazos.
Mario.

Me gusto el poema.

Joder, Ramón. Perdón por el exabrupto, pero es lo que ha salido de mi boca cuando he terminado de leer este extraordinario viaje por la historia de una relación hasta llegar a ese lapidario y desolador final. Es alucinante cómo este poema consigue contar, a través de ese arco iris de creatividad que son tus imágenes, una historia que, quizá, sea diferente para cada lector, porque se la aplique a sus propias experiencias, pero que se unifica en los sentimientos que describe.

Alucinante, repito, este poema, de verdad te lo digo.

Un abrazo.

Pilar Morte escribió:Magnífico, como siempre . Una trayectoria que se hunde en la tristeza, pero me gustó
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu lectura y comentario. Un abrazo.

Desgarrador y bellísimo poema como siempre Ramón. Cuántas imágenes pintas, cuánta mágia enmedio del dolor. Te mando un abrazo.

Doloridos estos versos en los que perderse con las propias añoranzas y dolores. Gracias por estar ahi.
Un abrazo.
Pepa

Uff, qué poemazo. Cada imagen, cada metáfora hace eco en el alma, de verdad poeta.
Es un deleite leerte.
Besos, abrazos y felices fiestas navideñas

Gabriela Cobian escribió:Espléndido trabajo, a veces la tristeza nos pega fuerte, pero se alivia con el uso de la pluma. ¡Felicidades!!
Un abrazo
Gabriela

Gracias, Gabriela, me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.

E. R. Aristy escribió:

Ramón Carballal escribió:Aún suena el mar en tus volantes de sol.

Mira la fotografía del invierno, allí la rubia senda
del faro, aquí los jazmines del oasis.

Éramos ayer y misericordia, la pálida sombra del cristal
y un futuro de muescas y de luz.

¿hubo zafiros en el carmín, mariposas que han robado
tu luna o tu cráter?

Nuestro hogar se maquilló con soles infinitos,
crujía la red de los cuerpos y en la metamorfosis de los días
una llama se ofuscaba como un mar de pretéritos.

Y luego la quemazón del viaje, una huella
que no enciende las preguntas del insomnio
y la melancolía como un cicatriz en la piel del sur.

Muy lejos la doctrina encuentra su refugio,
ya no son los cuadrados la cruz del signo,
pisamos las playas ahora vencidas
mientras los pájaros eligen un azul de navíos y sangre.

No lloran los frutos, pero hay una rabia que atemoriza las sombras
con su volátil orquídea de lince.

Y ahora, en el gemir del puerto, ¿no adivinas la mansedumbre
de los barcos, esa ola que se aquieta como un verbo en tu quilla azul?

Y después los relojes sin mapa y una sed de paredes blancas.

En las noches que no conozco tus pendientes me adivinan,
sol a sol, esfera a esfera.

¿Por qué nació tu hijo con relámpagos de aroma,
rojo como un pensamiento, desarmado en su táctil renuncia?

De un espejo a otro se columpian los duendes
-son niños que hablan de infancia y ardor-, más allá el jardín
se levanta sombrío con alas de brea.

Ya no puedo escribir mi noche con gritos de mar.

Estoy solo.

Ramiro, es un poema bello, un hermoso e impecable jardin por donde se pasea la soledad desnuda y triste. Abrazos, bello poeta.

Roxane

Gracias, Roxanne, por tus amables palabras. Feliz Navidad.

Un gusto leerte tan hermosas metáforas. Felicitaciones.
Saludos.