Editorial Alaire

Aún eran días sin sombras, idénticos a nubes
sobre cielos vacíos, noches tan transparentes
que surgían de las horas tras un soplo de viento.

Venían de todas partes. Una mirada apenas en sus ojos oscuros
y la carne del tiempo como implacable enigma
ocultaba las letras de sus nombres
bajo el enceguecedor prisma del deseo,
bajo la cicatriz que se esconde en la lágrima.

Como un tigre rasgando
el vaso de cristal que lo aprisiona,
ese juego oponía tan bien dos soledades
como prolongación de un espejismo;
ese juego que alguien, alto como un adiós,
dirigía ferozmente. Dos cuerpos que han despertado en la noche
y se encuentran de pronto
frente a frente a un espejo de respectiva ausencia,
como frente a un recuerdo que anula las palabras.

Me entregué a su misterio
y morí diez mil veces expiando el pecado
que nadie conocía
y para el cual nadie nunca supo entregarme un nombre,
como un pueblo fantasma
que solamente sirve para amarse en secreto.

Para el cual nadie existe,
ahora que ya se han ido aquellos que pusieron a arder en mí las huellas
y olvidaron mi cuerpo
en esa encrucijada en que el deseo cobraba purpúreas variaciones.
Del que ya nadie parte
una azul madrugada de turbia transparencia.

¿Cómo ahuyentar entonces las manos que aún me buscan,
el temblor que me toma, las noches que aún me ciegan,
las miradas que me arden aun en los sueños?

Bienvenido al foro con este hermoso poema. Un placer leerte
Abrazos
Pilar

Bienvenido, amigo Edwin, esperemos que te sientas a gusto entre nosotros, será un placer intercambiar poesía contigo.
Un cordial saludo.

Muchas gracias a ambos por la bienvenida. Nos seguimos leyendo.

Bienvenido al foro con estas hermosas letras. Que tu andadura sea fructifera.
Un abrazo.
Pepa