Canción del niño mendigo
Publicado: Sab, 20 Nov 2010 20:15
Hoy sábado 20, ha sido declarado "Día universal de la Infancia". Pero creo que los derechos de los niños distan mucho de ser respetados en muchos lugares del mundo. Dejo este poema (escrito hace algún tiempo, pero que sigue vigente aunque en España esté prohibida la mendicidad de menores) como recordatorio y revulsivo de conciencia, por todos esos niños que carecen de infancia o la viven totalmente maltratada.
Canción del niño mendigo
La noche pone esquinas
de sombra en las farolas,
el frío luce estolas
de encorsetado armiño,
y en las manos cetrinas,
pordioseras del niño,
una moneda, un guiño
de compañía a solas.
De soledad su plato
cada noche se llena,
y cada día estrena
una orfandad futura,
escucha de arrebato
campanas de amargura,
y empieza su cordura
a enredarse en la pena.
La Luna pasa erguida
descalza por la nieve,
y su pisada leve
de inaudible sonido,
despierta en la dormida
consciencia su latido
y el corazón transido
su propio llanto bebe.
La calle suma huellas
que cruzan presurosas
pendientes de sus cosas,
esquiva la mirada;
y hasta el techo de estrellas
prefiere no ver nada
y oculta en la alborada
sus luces temblorosas.
En la infantil figura
el sueño se desploma
y hace el silencio loma
de penuria y hambruna;
sobre su carne pura
las horas una a una
se duermen sin fortuna
mientras la suerte asoma.
Y la suerte aparece
cuando alzando su vuelo
golondrinas de hielo
hacen nido en su frente,
y la muerte lo mece,
y lo lleva indulgente
a un lugar más clemente
que ojalá sea el Cielo.
Mario.
Canción del niño mendigo
La noche pone esquinas
de sombra en las farolas,
el frío luce estolas
de encorsetado armiño,
y en las manos cetrinas,
pordioseras del niño,
una moneda, un guiño
de compañía a solas.
De soledad su plato
cada noche se llena,
y cada día estrena
una orfandad futura,
escucha de arrebato
campanas de amargura,
y empieza su cordura
a enredarse en la pena.
La Luna pasa erguida
descalza por la nieve,
y su pisada leve
de inaudible sonido,
despierta en la dormida
consciencia su latido
y el corazón transido
su propio llanto bebe.
La calle suma huellas
que cruzan presurosas
pendientes de sus cosas,
esquiva la mirada;
y hasta el techo de estrellas
prefiere no ver nada
y oculta en la alborada
sus luces temblorosas.
En la infantil figura
el sueño se desploma
y hace el silencio loma
de penuria y hambruna;
sobre su carne pura
las horas una a una
se duermen sin fortuna
mientras la suerte asoma.
Y la suerte aparece
cuando alzando su vuelo
golondrinas de hielo
hacen nido en su frente,
y la muerte lo mece,
y lo lleva indulgente
a un lugar más clemente
que ojalá sea el Cielo.
Mario.