Andrés Rebolledo escribió:**
Mirad:
Dejo sobre la mesa las manos,
de forma cualquiera;
han perdido la cualidad de la caricia,
semejan doloridos sarmientos.
No muy lejos,
en la vitrina donde reposa la vajilla de Limoges
-imitación, claro es-,
podréis hallar mis ojos a los pies de una copa
del más fino cristal -falso- de Bohemia
sajados con una navaja de afeitar,
-you know-. Difícilmente veréis
brotar un remedo de lágrima,
acaso contengan la pulpa de la ceguera.
Los labios buscadlos en la repisa
del cuarto de baño, junto
a los afeites, probablemente
en el vaso de los enjuagues. Observadlos:
no tendrán la ternura del beso,
la tensión amable de la sonrisa,
sino, antes bien, la sombra, el rictus
de la desolación y el descreimiento.
Bajad.
Bajad al sótano y en el hueco
de la escalera, medio oculto
por la caldera de la calefacción,
hallaréis el tonel de mi pecho
con sus costillas como humanas duelas,
y en él, si removéis a conciencia
el legamoso líquido que contiene,
quizá encontréis los restos desleídos
de algo que alguna vez latió
y dio consistencia a esta pobre economía.
Ved, pues,
al hombre deconstruido. Deshabitada cáscara
vestida en el Corte Inglés. Reducción,
al cabo, a un número (fiscal)
que cada mañana va mansamente
a su trabajo y labora,
y deja caer el tiempo al suelo
porque ya nada importa
y nada sabe porque todo lo comprende.
2010
**
Andrés
Excelente poema. Mis respetos, poeta.
Roxane