POEMA URBANO
Publicado: Lun, 25 Oct 2010 13:45
Me levanto casi de mañana,
como a mediodía, siempre.
De tarde o atardeciendo,
con mirada inflamada de sueño,
salgo.
Camino despacio, cabeza abajo.
Supongo el encanto ciudadano,
y levanto mis párpados hinchados,
para que sufran los ojos
por el día anunciado.
Paso a paso, voy despabilando
a mi eterno engañado.
Rompen mis tímpanos: mil tacos
de ajenos zapatos, dos gritos,
cuatro bocinas de autos,
cien celulares sonando.
Miro al cielo buscando,
una vez más su falso celeste.
No se si son nubes grises
que se avecinan,
o cemento edificado, el que miente.
Me envuelvo entre la gente,
en el paisaje del encanto ciudadano.
Corren preocupados, atentos,
responsables, indiferentes,
pretendientes, ensimismados.
Transito el mundo de los ciegos.
Sordos sus celulares llamando,
con sus ruidos reclamando
que de inmediato,
alguien atienda del otro lado.
Vuelvo sobre mis pasos,
a acostarme temprano.
Apurado, como todos ellos,
para levantarme atardeciendo
con los párpados hinchados
de tanto recorrer y sufrir,
el encanto del paisaje urbano.
Me despierto, escucho pasos
de tacos ajenos, cercanos o lejanos.
Bocinas de autos sonando.
Y mi celular grita de a ratos,
reclamando mi voz despierta,
alguien del otro lado.
como a mediodía, siempre.
De tarde o atardeciendo,
con mirada inflamada de sueño,
salgo.
Camino despacio, cabeza abajo.
Supongo el encanto ciudadano,
y levanto mis párpados hinchados,
para que sufran los ojos
por el día anunciado.
Paso a paso, voy despabilando
a mi eterno engañado.
Rompen mis tímpanos: mil tacos
de ajenos zapatos, dos gritos,
cuatro bocinas de autos,
cien celulares sonando.
Miro al cielo buscando,
una vez más su falso celeste.
No se si son nubes grises
que se avecinan,
o cemento edificado, el que miente.
Me envuelvo entre la gente,
en el paisaje del encanto ciudadano.
Corren preocupados, atentos,
responsables, indiferentes,
pretendientes, ensimismados.
Transito el mundo de los ciegos.
Sordos sus celulares llamando,
con sus ruidos reclamando
que de inmediato,
alguien atienda del otro lado.
Vuelvo sobre mis pasos,
a acostarme temprano.
Apurado, como todos ellos,
para levantarme atardeciendo
con los párpados hinchados
de tanto recorrer y sufrir,
el encanto del paisaje urbano.
Me despierto, escucho pasos
de tacos ajenos, cercanos o lejanos.
Bocinas de autos sonando.
Y mi celular grita de a ratos,
reclamando mi voz despierta,
alguien del otro lado.