Pasear Al-Kazires(para el libro)
Publicado: Lun, 18 Oct 2010 22:57
Con la mirada ciega
y el rostro iluminado de corales
se otoñaba la vida
sembrando con sus lágrimas el aire:
Reinaba el silencio
por los viejos adarves.
Con el gesto dormido,
con la frente de brillo rutilante,
con el alma de dudas prisionera
y gotas de rocío
dibujando las piedras del paisaje,
qué callados soñaban
los viejos alcázares.
En el pecho un suspiro
atravesando nubes de cristales,
el espejo verdoso de las hiedras
con su sonrisa abierta
y su mirar radiante.
¡Cómo se engalanaban
los palacios brillantes!
Que en las tardes de estío
tan serenas, cálidas y entrañables
pregonaban al viento
sus aires de grandeza y señorío
con nobles estandartes.
Qué lúcida jornada
paseando las calles
al sentir la palabra
sellar el blasón del escudo suave,
y trovar fresco verso
como tierna caricia
entre flores de encinas y jarales.
¡Qué bella te ofrecías
mi ciudad de Cáceres!.
y el rostro iluminado de corales
se otoñaba la vida
sembrando con sus lágrimas el aire:
Reinaba el silencio
por los viejos adarves.
Con el gesto dormido,
con la frente de brillo rutilante,
con el alma de dudas prisionera
y gotas de rocío
dibujando las piedras del paisaje,
qué callados soñaban
los viejos alcázares.
En el pecho un suspiro
atravesando nubes de cristales,
el espejo verdoso de las hiedras
con su sonrisa abierta
y su mirar radiante.
¡Cómo se engalanaban
los palacios brillantes!
Que en las tardes de estío
tan serenas, cálidas y entrañables
pregonaban al viento
sus aires de grandeza y señorío
con nobles estandartes.
Qué lúcida jornada
paseando las calles
al sentir la palabra
sellar el blasón del escudo suave,
y trovar fresco verso
como tierna caricia
entre flores de encinas y jarales.
¡Qué bella te ofrecías
mi ciudad de Cáceres!.