HOY ME SIENTO LIBRE Y FELIZ
Publicado: Mar, 12 Oct 2010 23:37
Pudiera parecer desconcertante no tener qué decir, haber agotado uno a uno los temas que hacían posible la dialexis del juicio en las paradojas de la existencia; sin embargo, para mí la cosa es tan sencilla y elemental como el hecho mismo de ser.
He dejado de complicarme la vida y aprendido a aceptar las cosas más absurdas como la naturaleza verdadera de la realidad. Todos los días me enfrento al absurdo y pienso que, quizá, mi locura mayor fue haber llegado a pensar en la posibilidad de una realidad diferente. Sé que no soy el único que se da cuenta de ello, pero cuando el absurdo te afecta de manera personal, cuando se instala en la cotidianeidad como el sinsentido de algo que dice llamarse amor y no sabe a ciencia cierta qué cosa es, se aprende que, en realidad, esa palabra sólo define las formas del apego a cosas que no hemos podido resolver en el pasado.
Pero no se puede ir por la vida con muletas y menos lamentándose de llevar a cuestas los dolores del mundo. Esa bazofia melodramática es buena para la sensiblería existencialista del pequeñoburgués, no para el proletario de bolsillos rotos, que es incapaz de retener nada, porque nada define mejor las verdaderas cualidades de su naturaleza particular, de su única y real propiedad.
Dice un refrán popular que donde menos se espera salta la liebre. Y es cierto: había venido trabajando en la búsqueda de esta verdad tan elemental, y me llegó de pronto y de la forma más insospechada. A veces tenemos tan cerca las cosas, que somos incapaces de percibir la totalidad de su ser y nos quedamos con la parcialidad que percibimos subjetivamente, convencidos de que la naturaleza de las cosas corresponde en verdad a esa percepción subjetiva de la realidad.
Hoy me siento libre y feliz, conciliado con la naturaleza propia de mi ser. (...)
He dejado de complicarme la vida y aprendido a aceptar las cosas más absurdas como la naturaleza verdadera de la realidad. Todos los días me enfrento al absurdo y pienso que, quizá, mi locura mayor fue haber llegado a pensar en la posibilidad de una realidad diferente. Sé que no soy el único que se da cuenta de ello, pero cuando el absurdo te afecta de manera personal, cuando se instala en la cotidianeidad como el sinsentido de algo que dice llamarse amor y no sabe a ciencia cierta qué cosa es, se aprende que, en realidad, esa palabra sólo define las formas del apego a cosas que no hemos podido resolver en el pasado.
Pero no se puede ir por la vida con muletas y menos lamentándose de llevar a cuestas los dolores del mundo. Esa bazofia melodramática es buena para la sensiblería existencialista del pequeñoburgués, no para el proletario de bolsillos rotos, que es incapaz de retener nada, porque nada define mejor las verdaderas cualidades de su naturaleza particular, de su única y real propiedad.
Dice un refrán popular que donde menos se espera salta la liebre. Y es cierto: había venido trabajando en la búsqueda de esta verdad tan elemental, y me llegó de pronto y de la forma más insospechada. A veces tenemos tan cerca las cosas, que somos incapaces de percibir la totalidad de su ser y nos quedamos con la parcialidad que percibimos subjetivamente, convencidos de que la naturaleza de las cosas corresponde en verdad a esa percepción subjetiva de la realidad.
Hoy me siento libre y feliz, conciliado con la naturaleza propia de mi ser. (...)