Canciones del príncipe Belial IV
Publicado: Mié, 20 Feb 2008 2:16
Canciones del Príncipe Belial IV
Aurora
La tormenta dejaba ver los pliegues del alba,
los campos resplandecían
en el angostado prado cubierto de luciérnagas;
la calle empapada,
ocasos de tormentas en lontananza.
Yo busqué en ese jardín de orquídeas,
y del simún me quedó la canción,
el martirio de quien busca oro en las estaciones:
La canción del invierno
Ya hablar de escarchas desnuda al rosal,
vanas lumbres me dieron ayer los faros,
¿Y porque buscar muerte en ese brezal?
Soy invierno, negro lecho sin ocasos ni amparos,
bebed de mí el licor de sombra de los solitarios,
el agua y la sangre brotando de los empíreos.
Déjame amar poeta el vino del alba
y el dulce canto del guijarro en los campanarios,
suave melodía que al gorrión sabe a salva;
pues sobrevuela mi cresta ese errante fuego,
ese amor, abismo de los tres reinos,
Helusión y negros valles, pájaro ciego.
Déjame amar poeta, soy invierno,
déjame morir en Jerusalén Señor,
que en la piara de los dioses entierren mis huesos,
déjame…
Eclipse
Vagaba luna en la noche de las diásporas,
vagaba, siguiendo el martillo de Thor
y las hienas en cuyos hocicos lamían de mi cáncer,
cuando el sol vino a incrustarse en mi frágil pecho
eclipsando las diáfanas ondas del río del olvido.
En el claro espejo de aquellas aguas bebí olvidos,
marchité besos como lirios en la tormenta,
y aún así no hubo flores que oyeran mis canciones;
morí solitario al pie de un muro de escarchas,
con la mirada perdida en el sibilino cielo…
Esperanza
Y aún me creo luna,
porque vi los querubines mirando mis heridas,
porque al final del cataclismo,
cuando el mar caiga,
y revienten las encinas,
y se revuelvan los océanos,
veré esa parda mirada de mi amante.
Aún me creo estío y primavera,
otoño, invierno y cantar de las sombras;
porque sin vivir al respiro del amor
volqué una tumba como recuerdos en el jardín,
dibujando Babilonias y Sodomas,
poeta creyente, y me arrepiento…
Aún me creo sol,
y en cada raya de plata que doy,
ella sonríe, el alba, y me llama…
Poetas
Veré el resplandor del hacha en mi córnea,
el golpe fatal de la parca sobre mi cuerpo,
Atropos galopando entre las tormentas.
Y en el fin incesante, caminarás Luna
rellenando los huecos de la aurora,
y del poniente,
y de la noche mil veces amada…
¡Oh poetas!
E.N.R.D
06/09/2007
Aurora
La tormenta dejaba ver los pliegues del alba,
los campos resplandecían
en el angostado prado cubierto de luciérnagas;
la calle empapada,
ocasos de tormentas en lontananza.
Yo busqué en ese jardín de orquídeas,
y del simún me quedó la canción,
el martirio de quien busca oro en las estaciones:
La canción del invierno
Ya hablar de escarchas desnuda al rosal,
vanas lumbres me dieron ayer los faros,
¿Y porque buscar muerte en ese brezal?
Soy invierno, negro lecho sin ocasos ni amparos,
bebed de mí el licor de sombra de los solitarios,
el agua y la sangre brotando de los empíreos.
Déjame amar poeta el vino del alba
y el dulce canto del guijarro en los campanarios,
suave melodía que al gorrión sabe a salva;
pues sobrevuela mi cresta ese errante fuego,
ese amor, abismo de los tres reinos,
Helusión y negros valles, pájaro ciego.
Déjame amar poeta, soy invierno,
déjame morir en Jerusalén Señor,
que en la piara de los dioses entierren mis huesos,
déjame…
Eclipse
Vagaba luna en la noche de las diásporas,
vagaba, siguiendo el martillo de Thor
y las hienas en cuyos hocicos lamían de mi cáncer,
cuando el sol vino a incrustarse en mi frágil pecho
eclipsando las diáfanas ondas del río del olvido.
En el claro espejo de aquellas aguas bebí olvidos,
marchité besos como lirios en la tormenta,
y aún así no hubo flores que oyeran mis canciones;
morí solitario al pie de un muro de escarchas,
con la mirada perdida en el sibilino cielo…
Esperanza
Y aún me creo luna,
porque vi los querubines mirando mis heridas,
porque al final del cataclismo,
cuando el mar caiga,
y revienten las encinas,
y se revuelvan los océanos,
veré esa parda mirada de mi amante.
Aún me creo estío y primavera,
otoño, invierno y cantar de las sombras;
porque sin vivir al respiro del amor
volqué una tumba como recuerdos en el jardín,
dibujando Babilonias y Sodomas,
poeta creyente, y me arrepiento…
Aún me creo sol,
y en cada raya de plata que doy,
ella sonríe, el alba, y me llama…
Poetas
Veré el resplandor del hacha en mi córnea,
el golpe fatal de la parca sobre mi cuerpo,
Atropos galopando entre las tormentas.
Y en el fin incesante, caminarás Luna
rellenando los huecos de la aurora,
y del poniente,
y de la noche mil veces amada…
¡Oh poetas!
E.N.R.D
06/09/2007