Editorial Alaire

Inmersos en alud de convivencias
vivimos en total desasosiego
pendientes de la vida de los otros,
de aquellos que las horas nos moldean.
Llegamos a una edad en que servimos
como portal abierto a nuestra gente
en cada enfermedad, en cada empeño,
en cada devenir de su existencia.
Padres con la vejez a nuestra espalda,
hijos necesitados de la ayuda
que no hemos de negar, aunque nos cueste,
y nietos que son carga de alegría.

Y nosotros ahí, como un remedio,
en mitad del trasiego y la rutina,
ignorados a veces, y otras muchas
como parche que alivia situaciones.
Somos generación en la que fían
los deudos más dispares, la bisagra
que sin cerrar pasado abre futuro,
bastón donde se apoyan mil problemas.

Y no es que nos quejemos, ¿serviría?
Mas los años nos pueden, no tenemos
más que dos pobres manos agotadas,
una mente en declive y una vida
que camina sin gloria hacia el ocaso.
Y no cabe pensar en un mañana
que torne a repetir las situaciones,
y pasemos a ser para los hijos
la misma senectud que ahora nos lastra;
pues sabemos de sobra que ha cambiado
la forma de pensar y nos espera
por propia voluntad en lo posible,
un futuro que huele a residencia.

Será mañana, ¡Dios! pero está lejos
la hora de librarme de ataduras,
y es hoy cuando feliz me gustaría
gozar alguna vez de mi albedrío
y hacer con mi vivir lo que quisiera.



Mario.

Mario Martínez escribió:Inmersos en alud de convivencias
vivimos en total desasosiego
pendientes de la vida de los otros,
de aquellos que las horas nos moldean.
Llegamos a una edad en que servimos
como portal abierto a nuestra gente
en cada enfermedad, en cada empeño,
en cada devenir de su existencia.
Padres con la vejez a nuestra espalda,
hijos necesitados de la ayuda
que no hemos de negar, aunque nos cueste,
y nietos que son carga de alegría.

Y nosotros ahí, como un remedio,
en mitad del trasiego y la rutina,
ignorados a veces, y otras muchas
como parche que alivia situaciones.
Somos generación en la que fían
los deudos más dispares, la bisagra
que sin cerrar pasado abre futuro,
bastón donde se apoyan mil problemas.

Y no es que nos quejemos, ¿serviría?
Mas los años nos pueden, no tenemos
más que dos pobres manos agotadas,
una mente en declive y una vida
que camina sin gloria hacia el ocaso.
Y no cabe pensar en un mañana
que torne a repetir las situaciones,
y pasemos a ser para los hijos
la misma senectud que ahora nos lastra;
pues sabemos de sobra que ha cambiado
la forma de pensar y nos espera
por propia voluntad en lo posible,
un futuro que huele a residencia.

Será mañana, ¡Dios! pero está lejos
la hora de librarme de ataduras,
y es hoy cuando feliz me gustaría
gozar alguna vez de mi albedrío
y hacer con mi vivir lo que quisiera.



Mario.

Tan cierto!! sabes Mario? se me escapò una sonrisa con ese 'futuro que huele a residencia' y no porque sea precisamente gracioso, pero dicen que mejor reìrse de uno mismo, conocer sus limitaciones, y en este caso, aceptar su finitud, preveer el casi inevitable declive.
Ayudar y proteger, sì, desde luego, pero tambièn quererse de manera tal, de no ser siempre el ùltimo de la lista.
Este no es un comentario al poema, lo sè .
Un abrazo, Luna.-

Mario, en este poema de ritmo brillante y discurso coherente, asumes una cierta resignación y transmites fortaleza. Describes muy bien esa edad en la que todo el mundo, el que te precede y el que te sigue te necesita. Discuto seriamente lo de la mente en declive, pero por todo lo demás demuestras una gran sabiduría.

Un abrazo.

Lega un día que nuestra misión parece ser convertirse en bastón de todo y todos, pero bueno, si no es demasiada, carga ser prescindible también tiene su gratificación
Me gustó tu poema, siempre
Abrazos
Pilar

Gracias Luna, amiga mía, me alegra infinito saber que te gusto.
Creo que el día que escribí el poema no estaba demasiado optimista, pero lo sigo corroborando.
Abrazos.

Mario.

Gracias Juan.
Y en cuanto a lo de :

Discuto seriamente lo de la mente en declive,

No creas, amigo mío, si el cuerpo comienza a fallar también lo hará la mente, antes o después y en menor o mayor medida. Todavía no es mi caso (toco madera), pero tiempo al tiempo.
Un fuerte abrazo.

Mario.

Mario Martínez escribió:Gracias Juan.
Y en cuanto a lo de :

Discuto seriamente lo de la mente en declive,

No creas, amigo mío, si el cuerpo comienza a fallar también lo hará la mente, antes o después y en menor o mayor medida. Todavía no es mi caso (toco madera), pero tiempo al tiempo.
Un fuerte abrazo.

Mario.

SAlvo enfermedad, creo que la posible relajación de la memoria o de la rapidez de reflejos, se ve más que equilibrada por los beneficios que la acumulación de experiencia, de conocimientos y de sabiduría otorga a esa mente.

Ya me gusgtaría a mí tener hoy en día algunas de las virtudes intelectuales de muchos ancianos que conozco.

Un placer haber vuelto a este poema, Mario.

Tremendo mensaje, Mario, diría que tan tremendo como actual. Los abuelos, siempre los abuelos como un refugio, los abuelos como los familiares supuestamente libres de cargas que en vez de disfrutar de su retiro han de "disfrutar" de las obligaciones que su disponibilidad les otorga. Los abuelos como comodín para todo salvo para sí mismos. Así están nuestros tiempos cuando los hijos han de dedicarse a sus asuntos y los nietos quedan huérfanos aun con los padres vivos y los abuelos como sustento de la familia en la que los hijos siguen en el paro. Siempre los abuelos de esa generación tan peculiar, tan bendita-maldita, que tuvieron una infancia durísima, una juventud estricta y una edad adulta sufrida y sin ayudas y ahora han de ser la ayuda de sus descendientes hasta sabe dios qué generación. Y mientras el cuerpo aguante, amigo.

Excelente el tono poético, excelente el hilo narrativo, que a mí, me ha atrapado.

Gracias, compañero.

Valoro la vejez aunque no sea uno de ellos, por su experiencia.
Algo que me ha llamado la atención en la evolución social
es el desplazamiento de la sabiduría de esta etapa por el empuje
de la juventud y ya vemos cuantas barbaries existen.Lo insensible del consumismo
ha tocado al ser humano y ha desplazado la virtud
por lo tecnológico.
Tu poema hace pensar por eso me gustó. Tiene los pies en la tierra


abrazos Mario.

lázaro.

Hola Juan.

Quizá tengas razón en parte, amigo mío.
Si lo miro por lo que respecta de mi padre (que tiene 92 años), tienes razón tú, ya que tiene una mente privilegiada, más si lo hago de otros que conozco la cosa cambia, hay mucho deterioro mental allí donde mires.
Dejémoslo en un punto medio, y ojalá en este caso acabe pareciéndome a mi padre.

Un abrazo, compañero.

Mario.

Gracias Sampedro.
Hemos sido (digo la mía), la generación "tonta", amigo mío. Dependimos en gran parte de los padres (porque aunque trabajábamos el dinero se lo entregábamos a ellos), pasamos una época muy dura tras de la guerra, luego nos casamos y vivimos "esclavos" de los hijos hasta que más o menos pudimos dejarlos solos y más tarde con lo del alargamiento de la existencia pasamos a depender nuevamente (en muchas cosas) de los padres. Dependencia que (yo al menos), tengo claro que no se ha de reproducir en mis hijos. Y para colmo también nos toca ejercer de abuelos-canguro muy a menudo. Menos mal que esto al menos resulta gratificante...al menos un rato.
Un abrazo, compañero, tendrá que ser así.

Mario.

Aunque parezca una obviedad, ser mayor es el resultado de vivir mas tiempo. También es la forma de conocer a las generaciones siguientes. El poema me ha gustado mucho a pesar de ese tono un tanto pesimista.
Un abrazo.
Pepa

Gracias Gitano, por dejarme tu amable opinión al poema, me alegra que te gustase.

Tu poema hace pensar por eso me gustó. Tiene los pies en la tierra

Siempre procuro tenerlos, compañero, no es bueno andar por las nubes

Un abrazo.

Mario.

La verdad es que se sienten muy próximos estos versos. La vida es así, nos llena de obligaciones y responsabilidades y nos deja poco tiempo de albedrío. Lo has contado estupendamente. Un abrazo.

Mario, son tristes tus versos, sabiamente escritos, muy bien plasmada esa consciencia, pero no es del todo cierto lo que dices: no se van sin gloria los mayores. Cuando ya no están, de verdad sabemos reconocer en el fondo de nuestro corazón, todo lo que os debemos. Aunque muchas veces ocurre cuando no están ya. En el recuerdo de ellos sí está la gloria, se van llenos de gloria. Gracias

Isabel Marina





http://isabel-marina.blogspot.com/