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Publicado: Jue, 02 Sep 2010 18:24
por José Antonio Fernández
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Re: ASCIDIOS DE UNA FLOR ENCELADA

Publicado: Jue, 02 Sep 2010 19:11
por Gabriel Vidal
José Antonio Fernández escribió:Gustas de apabullar con tus seráficas sonrisas
y masticar los senos de la concurrencia.
Gustas de lacerar las miradas
de tu libado vientre
y ensalivar las plumas que te pones
de pavorreal en celo,
como si fueras una abierta baraja
con delantal de finas lentejuelas.

En el cajón del costurero guardas tus pétalos
hinchados en su arteria,
rebeldes como un vello que no sale,
y esperas, ya impaciente,
que el rojo de tus labios sea peinado
y que esa fiebre sin alivio escupa
esa lengua de víbora que tienes
acostumbrada a succionar la miel
de todas las abejas que te beben.


Hola


Me ha gustado tu poema Bienvenido al foro.

ensalivar las plumas que te pones
de pavorreal en celo,
como si fueras una abierta baraja
con delantal de finas lentejuelas.

Un abrazo.

ensalivar las plumas que te pones
de pavorreal en celo,
como si fueras una abierta baraja
con delantal de finas lentejuelas.

re: ASCIDIOS DE UNA FLOR ENCELADA

Publicado: Jue, 02 Sep 2010 20:43
por Mario Martínez
Hola José Antonio.
Una forma muy interesante y particular de hablar de una flor ¿o no es una flor?

El despecho y el lenguaje empleado me hacen sospechar que hay algo más que unos pétalos detrás de los versos. un placer leerte, amigo mío. Abrazos.
Mario.

Publicado: Jue, 02 Sep 2010 21:06
por carmen iglesia
Bueno, hay algunas flores que tiene espinas, je, aunque resulte tópico decirlo no por ello es menos cierto...
El poema me ha parecido estupendo en fondo y forma. También el léxico.

De nuevo un placer leerte,

Carmen

Re: ASCIDIOS DE UNA FLOR ENCELADA

Publicado: Jue, 02 Sep 2010 22:21
por Julio Gonzalez Alonso
José Antonio Fernández escribió:Gustas de apabullar con tus seráficas sonrisas
y masticar los senos de la concurrencia.
Gustas de lacerar las miradas
de tu libado vientre
y ensalivar las plumas que te pones
de pavorreal en celo,
como si fueras una abierta baraja
con delantal de finas lentejuelas.

En el cajón del costurero guardas tus pétalos
hinchados en su arteria,
rebeldes como un vello que no sale,
y esperas, ya impaciente,
que el rojo de tus labios sea peinado
y que esa fiebre sin alivio escupa
esa lengua de víbora que tienes
acostumbrada a succionar la miel
de todas las abejas que te beben.





El tono contundente del poema, apenas contenido el verbo en el reproche o algo más del objeto amoroso, resuelve muy bien en la ternura que encierra el resultado final, contraponiendo dureza y delicado y entregado fervor. Un acierto. Queda, entonces, el poema convertido en queja.
Salud.

Publicado: Vie, 03 Sep 2010 14:10
por José Antonio Fernández
Gracias, Gabriel, por la bienvenida.
Un saludo.

Re: re: ASCIDIOS DE UNA FLOR ENCELADA

Publicado: Vie, 03 Sep 2010 14:12
por José Antonio Fernández
Pues, efectivamente, Mario. Seguramente vayas bien encaminado, aunque ya sabes que la poesía no hay que explicarla.
Un abrazo.
Mario Martínez escribió:Hola José Antonio.
Una forma muy interesante y particular de hablar de una flor ¿o no es una flor?

El despecho y el lenguaje empleado me hacen sospechar que hay algo más que unos pétalos detrás de los versos. un placer leerte, amigo mío. Abrazos.
Mario.

Publicado: Vie, 03 Sep 2010 14:15
por José Antonio Fernández
Gracias, Carmen. Hay espina que gusta pincharse con ellas.
Agradezco tu opinión.
Un abrazo.
carmen iglesia escribió:Bueno, hay algunas flores que tiene espinas, je, aunque resulte tópico decirlo no por ello es menos cierto...
El poema me ha parecido estupendo en fondo y forma. También el léxico.

De nuevo un placer leerte,

Carmen

Re: ASCIDIOS DE UNA FLOR ENCELADA

Publicado: Vie, 03 Sep 2010 14:17
por José Antonio Fernández
Me ha gustado mucho este comentario, Julio. Creo que has sabido captar y explicar muy bien el poema.
Un abrazo.
Julio González Alonso escribió:
José Antonio Fernández escribió:Gustas de apabullar con tus seráficas sonrisas
y masticar los senos de la concurrencia.
Gustas de lacerar las miradas
de tu libado vientre
y ensalivar las plumas que te pones
de pavorreal en celo,
como si fueras una abierta baraja
con delantal de finas lentejuelas.

En el cajón del costurero guardas tus pétalos
hinchados en su arteria,
rebeldes como un vello que no sale,
y esperas, ya impaciente,
que el rojo de tus labios sea peinado
y que esa fiebre sin alivio escupa
esa lengua de víbora que tienes
acostumbrada a succionar la miel
de todas las abejas que te beben.





El tono contundente del poema, apenas contenido el verbo en el reproche o algo más del objeto amoroso, resuelve muy bien en la ternura que encierra el resultado final, contraponiendo dureza y delicado y entregado fervor. Un acierto. Queda, entonces, el poema convertido en queja.
Salud.