ENTER...
Publicado: Lun, 30 Ago 2010 23:19
Hoy te has ido de celebración,
tenías el tiempo justo para enviar
el mensaje, solo faltaba el -ENTER-
que transmitiese tus deseos hasta mi correo.
La misma y cálida frase de todas las mañanas
la que no puedo tocar, ni estrujar,
pero que sin embargo tienen
todo el amor que tus manos le confieren,
ese beso al calce del tamaño del mundo,
el mismo que no me das
y que se me ha vuelto zozobra aquí en el pecho.
Y no sé si te das cuenta,
que me regalas un tiempo que ya empieza a rebelarse,
un tiempo que vive sólo porque existes tú,
un tiempo que ya se ajusta a mi cuerpo como traje de noche,
que mira la tarde gris cayendo
y se vuelve cristal cuando le tocas.
Un tiempo para pensar en ti
que condena con ojos de infinito
ese reloj de esperas.
Un tiempo que confunde el amor
y lo convierte en duda,
que te imagina en otros mundos
con gente desconocida,
tan ajeno a mi cielo, en un país tan tuyo,
fiel a tu entorno, dentro del más puro formulismo.
Luego pienso en la inmaterialidad de las cosas
las veces que creí que podríamos ser felices
y recordar este invierno, la lluvia, tanto silencio
supera mis expectativas.
Es entonces que salgo del contexto
y me percibo distinta, geográfica,
trazando otros paisajes a la plenitud del día,
y quisiera tener alas, ser camino,
que la vida vaya más allá,
porque también soy humana
aunque me haga poca gracia reconocerlo,
y no puedo traducir la distancia
cuando mi escala de valores es tan baja
y no estás en mi horizonte para reconocerte,
cuando me sobra el mundo y las palabras son fuego
para una ternura al descubierto siempre.
Es ahora que me pongo de veras razonable,
qué procesión de silencios, de fechas arrancadas al calendario
en medio de una ausencia que ya llena el disco duro;
cuántos siglos de luz para un amor en la distancia...
Vivo temiendo el momento que
me convierta en camino de regreso
y redescubrir que a mi lado persevera tu ausencia.
Cecilia Martos
tenías el tiempo justo para enviar
el mensaje, solo faltaba el -ENTER-
que transmitiese tus deseos hasta mi correo.
La misma y cálida frase de todas las mañanas
la que no puedo tocar, ni estrujar,
pero que sin embargo tienen
todo el amor que tus manos le confieren,
ese beso al calce del tamaño del mundo,
el mismo que no me das
y que se me ha vuelto zozobra aquí en el pecho.
Y no sé si te das cuenta,
que me regalas un tiempo que ya empieza a rebelarse,
un tiempo que vive sólo porque existes tú,
un tiempo que ya se ajusta a mi cuerpo como traje de noche,
que mira la tarde gris cayendo
y se vuelve cristal cuando le tocas.
Un tiempo para pensar en ti
que condena con ojos de infinito
ese reloj de esperas.
Un tiempo que confunde el amor
y lo convierte en duda,
que te imagina en otros mundos
con gente desconocida,
tan ajeno a mi cielo, en un país tan tuyo,
fiel a tu entorno, dentro del más puro formulismo.
Luego pienso en la inmaterialidad de las cosas
las veces que creí que podríamos ser felices
y recordar este invierno, la lluvia, tanto silencio
supera mis expectativas.
Es entonces que salgo del contexto
y me percibo distinta, geográfica,
trazando otros paisajes a la plenitud del día,
y quisiera tener alas, ser camino,
que la vida vaya más allá,
porque también soy humana
aunque me haga poca gracia reconocerlo,
y no puedo traducir la distancia
cuando mi escala de valores es tan baja
y no estás en mi horizonte para reconocerte,
cuando me sobra el mundo y las palabras son fuego
para una ternura al descubierto siempre.
Es ahora que me pongo de veras razonable,
qué procesión de silencios, de fechas arrancadas al calendario
en medio de una ausencia que ya llena el disco duro;
cuántos siglos de luz para un amor en la distancia...
Vivo temiendo el momento que
me convierta en camino de regreso
y redescubrir que a mi lado persevera tu ausencia.
Cecilia Martos