Editorial Alaire

*

Vete, escapa, deja la ciudad que se consuma
en este secadal de fuego y lodo,
no mires sus callejas, sus ecos, sus salitres,
no huelas el color de las nostalgias
ni vivas otra vez sus 3.000 años
fruncidos sus esquejes al pellejo;
ahoga la angustia en sus tabernas
y vuela de su faz
y hazte otro,
más sabio, más infiel,
más trashumante.

No dejes que te maten sus rincones,
ni dejes que te duelan
los besos de la bruma en sus esquinas.

Huye apenas con tu nombre
absuelto de todos los pecados
y sálvate
[si estás a tiempo]
que el mal de lo esquizoide
se propaga
haciéndose fatal en tu osamenta
como esos filos de cristal en la memoria
que surcan con crudezas tu columna;
no mires la sal de sus estanques
y vuélvete cruel a propio intento
como aquella mujer con sus adioses
clavándote la espalda
entre los ojos.


*

Hola Sampedro.

Me ha gustado mucho el poema, amigo mío.
Y no me extraña esas ganas de huír, con 40º no hay nadie que aguante, ni en la ciudad ni en el pueblo, aunque aquí, el frescor del campo y sobre todo del cierzo, alivia bastante.
Un abrazo.

Mario.

Me gustó esta propuesta de huida, bien construida, y con un final, para mí, logradísimo... Buen poema para mi gusto.

Un placer,

Carmen

Sampedro ..tu poesía me ha gustado mucho,
contiene bellas imágenes y muy bien estructurada
con un fino lenguaje, se nota dominio.

un cordial saludo

lázaro

Hola Sampedro,

Me ha gustado tu poema y me ha hecho recordar uno que escribí hace algún tiempo en una servilleta de un Restaurante de Comida Rápida en un día particularmente caluroso de un mes de Abril. Se llama casualmente 40 grados.

Cuarenta Grados

Un tirano sol de Abril de un verano tempranero
derritiendo los relojes cual cüadro de Dalí.
Este día y yo sufriendo prisioneros del aquí
pero el logra sonreír porque va a salir primero.

Mi cordura se evapora con las gotas de sudor
que recoge el aire seco, las que bebe codicioso,
mis palabras menguan ya víctimas del cruel acoso
De esta burda imitación del infierno en su furor.

¡Cuántas ganas de quitarme esta piel que me ha salido
sobre el alma y bajo el cielo donde el sol hizo su nido!
¡Líbrenme de los tormentos de este calor tan voraz!

Cuantas ganas de arrojarme al arroyo del olvido,
recostarme sobre un sueño y decir, muriendo en paz,
Vida, ya nada te debo, aquí tienes tu disfraz.


Javier

Saludos afectuosos

"...
y vuela de su faz
y hazte otro,
más sabio, más infiel,
más trashumante..."


A 42º, yo creo que me haría hasta zíngara si se tercia.

Me gusta, es espectacular el verso que te resalto.

Mis saludos mediterráneos.

Tu poema me gustó, una huída ( que puede ser por los 42º o aplicada a otras circunstancias) de versos hermosos.
abrazos
Pilar

Ahora, Mario, nos sopla el Levante y esto se suaviza un poco pero ha sido tremendo, como un castigo.

Gracias por estar en este lugar, compañero y especialmente por sus tan amables y certeras recomendaciones.

Mi afectuoso saludo.

Carmen, le agradezco el que haya dejado constancia de su paso.

Sinceramente, poeta.

Un afectuoso saludo.

Lazaro, gracias por decir lo que dice, me alegra el que haya estado en este lugar.

Un saludo, compañero.

Javier, hermoso y explícito su poema y además escrito en una servilleta como en un vuelapluma. Sin duda enriquece este espacio con sus versos, compañero.

Gracias.

Un saludo afectuoso.

42º y el aire quieto, Concha, como para desvariar y dejar que la tinta corra como el sudor a la espera que el Levante viniera al rescate. Menos mal que ha sido que sí.

Gracias, señora.

Mi afecto.

Así es, Pilar, una huida de esta ciudad trimilenaria -o de sus alrededores y de cualquier otro asunto- que ayer y antesdeayer y el otro, ardía y nos hacía arder pese al océano, pese a casi todo.

Muchas gracias, Pilar.

Un saludo.

*

Muchas gracias, J.J. es agradable que estas letras le hayan parecido bien.

Le quedo agradecido.

Un abrazo.

Un magnífico poema, amigo Sampedro, fuerte, duro, sin concesiones; la soledad de los perdedores urbanos, libres de todo pecado, porque su vida está hecha de materiales impolutos, limpios de hipocresía.

Un abrazo.

No dejes que te maten sus rincones,
ni dejes que te duelan
los besos de la bruma en sus esquinas.


Me quedo con estos versos, un gran poema que deja profunda huella, muy bien logrado, mi enhorabuena, saludos Poeta,

Cecilia