Editorial Alaire

Que quiero yo mis manos de la infancia,
cuando reinaba el sol,
porque el sol inundaba las plazas y las calles.

Era todo una luz y la paz se extendía
por la parte más alta
de la ciudad sin río.
El puerto y mar quedaban
abiertos a la noche,
a la música en gozo,
cuando la luz decía
la calma de su luna,
el espejo brillante en las sombras de pinos.

Yo busco entre mis manos
y rebusco en mi cuerpo
tanto aroma de ayer,
el agua resbalada
en los confines sórdidos del miedo.

Y miro la palmera,
la más firme palmera que en la tarde
se levantaba erguida
y su verde colmaba
las cúpulas del cielo.

Porque llega el olvido, porque la noche avanza
en navíos de sombra,
reclamo aquellas manos,
exijo aquellos ojos
con que vi a las muchachas crecer en su desnudo.

Ay, cómo nos gusta volver a la niñez, sobre todo cuando el tiempo se va acortando. Un placer leerte
Abrazos
Pilar

PILAR MORTE: Te agradezco el mensaje y las puntualizaciones que haces en él. Siempre vemos en la infancia la edad de oro perdida, no sabemos muy bien por qué, ya que en realidad es una etapa llena de dificultades. Pero así es. Un abrazo, amiga Pilar.

Juan Vicedo escribió:Que quiero yo mis manos de la infancia,
cuando reinaba el sol,
porque el sol inundaba las plazas y las calles.

Era todo una luz y la paz se extendía
por la parte más alta
de la ciudad sin río.
El puerto y mar quedaban
abiertos a la noche,
a la música en gozo,
cuando la luz decía
la calma de su luna,
el espejo brillante en las sombras de pinos.

Yo busco entre mis manos
y rebusco en mi cuerpo
tanto aroma de ayer,
el agua resbalada
en los confines sórdidos del miedo.

Y miro la palmera,
la más firme palmera que en la tarde
se levantaba erguida
y su verde colmaba
las cúpulas del cielo.

Porque llega el olvido, porque la noche avanza
en navíos de sombra,
reclamo aquellas manos,
exijo aquellos ojos
con que vi a las muchachas crecer en su desnudo.

Hola

Me ha encantado tu poema.

Por los paisajes que gozabamos en la infancia

Y miro la palmera,
la más firme palmera que en la tarde
se levantaba erguida
y su verde colmaba
las cúpulas del cielo

Por los miedos de hoy:

Porque llega el olvido, porque la noche avanza
en navíos de sombra,
reclamo aquellas manos,
exijo aquellos ojos
con que vi a las muchachas crecer en su desnudo

Un abrazo.

Aplausos, Juan. No solamente por el tema, sino por la manera de afrontarlo y la exquisita escritura con que acompañas su presentación.
Salud.

Hola Juan.
La niñez no es un tiempo perdido si conseguimos recordarla en poemas como este. Un placer de lectura.
Abrazos, amigo mío.
Mario.

Después del título pones una interrogación en "para el libro". Si estuviera sólo en mis manos lo incluiría ahora de inmediato, pues el poema es excelente y lo merece. Pero estoy seguro de que es cuestión de tiempo ver este poema entre los del libro.
Mi enhorabuena amigo.
J. Manuel

GABRIEL VIDAL: Gracias por tu mensaje y apreciaciones. Un saludo, cordialmente.

JOSÉ MANUEL SÁIZ: Así es, en efecto. Yo no sé cómo irá lo del libro, aunque en todo caso ya está al alcance de cuantos lectores lo deseen. Te agradezco su lectura y opinión. Un abrazo y gracias por tus palabras.