Editorial Alaire

Daniela Miño escribió:[RIGHT]A Bibiana Poveda[/RIGHT]Siempre se encenderá la brutalidad de la noche
la virginidad de una rayuela que defenestra los límites
que vuelve al borde sólo para ver si se le ha quemado el vestido.

Volverá al fondo del pasillo que pisa sus fantasmas,
el alma del mar muerto que me azota la silla,
el aspecto de mi rancia solitud
mi peinado de hachazo ingenuo,
una limosna a la bóveda arrinconada en la puerta de calle.

Allí, detrás de escena,
enganchadas a las vigas de un sintagma
se caen las cenizas, la mateada, la escarapela,
se cae la porción más liviana de un pretérito hambriento.

¿Ves que los muertos todavía bailan en la espalda?

Y todo sucede entre las nueve y las once.

Aún así las rodillas de los tercos se cuajan de maíz pisado
y suele llover adentro de la casa
sobre todo ante el intento de fingir salubridad.

Siempre vuelven a pastar en el enrejado,
donde las venas arrastran el cadáver del noble
y yo me vuelvo lentamente al cortejo original
para esconder pan debajo de la almohada
y escuchar el trago lento y acompasado del viento abierto.

Una comedia magna en el mostrador del Agudo Ávila,
sin cigarrillos entre Suipacha y Santa Fe.

-Deme un fóbico por favor.
-¡Cómo no! ¿Lo envuelvo para regalo?
-No, me lo llevo puesto.
-Señora, hace frío allá afuera…

Aubriel Camila de la Prad escribió:

Daniela Miño escribió:[RIGHT]A Bibiana Poveda[/RIGHT]Siempre se encenderá la brutalidad de la noche
la virginidad de una rayuela que defenestra los límites
que vuelve al borde sólo para ver si se le ha quemado el vestido.

Volverá al fondo del pasillo que pisa sus fantasmas,
el alma del mar muerto que me azota la silla,
el aspecto de mi rancia solitud
mi peinado de hachazo ingenuo,
una limosna a la bóveda arrinconada en la puerta de calle.

Allí, detrás de escena,
enganchadas a las vigas de un sintagma
se caen las cenizas, la mateada, la escarapela,
se cae la porción más liviana de un pretérito hambriento.

¿Ves que los muertos todavía bailan en la espalda?

Y todo sucede entre las nueve y las once.

Aún así las rodillas de los tercos se cuajan de maíz pisado
y suele llover adentro de la casa
sobre todo ante el intento de fingir salubridad.

Siempre vuelven a pastar en el enrejado,
donde las venas arrastran el cadáver del noble
y yo me vuelvo lentamente al cortejo original
para esconder pan debajo de la almohada
y escuchar el trago lento y acompasado del viento abierto.

Una comedia magna en el mostrador del Agudo Ávila,
sin cigarrillos entre Suipacha y Santa Fe.

-Deme un fóbico por favor.
-¡Cómo no! ¿Lo envuelvo para regalo?
-No, me lo llevo puesto.
-Señora, hace frío allá afuera…

Sal y pimienta tienen tus poemas, Dani, y todos los aderezos que se te pueda ocurrir.
Siempre me deslumbrás.

Ay, es para la Bibi!!! Jaja! Cuánto la quiero! Es una amigaza.

Besotes para las dos!

Mario Martínez escribió:Hola Daniela.
Un poema de desesperanza que muy bien podría servir para el libro.
Deja una extraña sensación de desasosiego.
Un placer. Abrazos.
Mario.

Pilar Morte escribió:Tiene razón Mario, en su mensaje. El poema sostiene una desesperanza hasta el final con imágenes bellas y originales
Abrazos
Pilar

Angel Valles escribió:Sin duda, una hermosa dedicatoria a una grande de las letras argentinas.
Saludos a ambas.
angel

Tristany Joan Gaspar escribió:Hola Daniela.
El final es buenísimo me hubiera gustado escriirlo yo.
Un cierre colosal a un poema que siento mucho más intimo y en el que interpreto la dificultad y la necesidad a la vez de buscar complementos en esta vida. me refiero a las partes complementarias, algo así como la sal y la pimienta...
Me ha gustado.

Muchos besos y abrazos.

Joan