Editorial Alaire

Mario Martínez escribió:Quedó desnudo el aire de su crisol de aromas
y fue la pestilencia de un mundo corrompido
la que tomó con prisa los campos y las calles
ganando por sorpresa los rincones más puros.
Se expandió como nunca el olor a egoísmo
destilado cobarde por corazones huecos
y flatulentos vahos de avaricia y mentira
recorrieron el orbe con efluvios de cieno.
Asfixiando razones, sentimientos, conciencias,
las palabras cubrieron con hedor de silencios,
y al morir la cordura sobre tierra inodora
germinó la semilla del rencor más abyecto.
Espirales de infamia barrieron libertades
y fue muñeco el hombre en el guiñol del miedo,
se erradicaron logros y el tufo a intolerancia
filtróse entre las mentes que perfilaban sueños.
La peste de la envidia fue plaga de ambiciones,
se rompieron tratados, amistades, acuerdos,
acabaron las armas de enterrar la esperanza
y anidó la tristeza en los olores nuevos.

Secuelas de aquel día que hastiadas de que el viento
robase su perfume para alegrar al hombre
sin que él lo agradeciera, las flores decidieron
comenzar una huelga de pétalos caídos.




Mario.

Mario Martínez escribió:Quedó desnudo el aire de su crisol de aromas
y fue la pestilencia de un mundo corrompido
la que tomó con prisa los campos y las calles
ganando por sorpresa los rincones más puros.
Se expandió como nunca el olor a egoísmo
destilado cobarde por corazones huecos
y flatulentos vahos de avaricia y mentira
recorrieron el orbe con efluvios de cieno.
Asfixiando razones, sentimientos, conciencias,
las palabras cubrieron con hedor de silencios,
y al morir la cordura sobre tierra inodora
germinó la semilla del rencor más abyecto.
Espirales de infamia barrieron libertades
y fue muñeco el hombre en el guiñol del miedo,
se erradicaron logros y el tufo a intolerancia
filtróse entre las mentes que perfilaban sueños.
La peste de la envidia fue plaga de ambiciones,
se rompieron tratados, amistades, acuerdos,
acabaron las armas de enterrar la esperanza
y anidó la tristeza en los olores nuevos.

Secuelas de aquel día que hastiadas de que el viento
robase su perfume para alegrar al hombre
sin que él lo agradeciera, las flores decidieron
comenzar una huelga de pétalos caídos.




Mario.