Arboles lejanos que desencantan la luz ( Para el libro)
Publicado: Vie, 23 Jul 2010 4:58
Arboles lejanos que desencantan la luz
" el ser es para todos objeto
de predilección y de amor,
y somos por nuestra actividad
(es decir, por vivir y actuar) "
Aristoteles
¡Oh! , ¡ La brisa de las gaviotas en el horizonte!
El pecado mas fuerte que la mar doliente.
Existe ese poema elegíaco del atardecer
en unos árboles lejanos que desencantan la luz.
¡ Oh!, el silencio del inocente pájaro,
los penumbrosos latidos de la naturaleza.
He visto amanecer sobre los ocasos
inmensa gloria de la paz inmersa en los mares.
Gozo tras la perdida rama delicada
árboles lejanos que desencantan la luz.
¡Venid a mi! , a mi guarida solitaria,
a ese rostro que se pierde en la muerte,
¡ Venid a mi! sigilosos testigos de los dioses.
Alzo mi palabra
mi alto alto viento
mi árbol ancestral que hirió un alma.
¡ Que los fantasmas de mi ciudad vuelen!
Vengan a mis vientos del crepúsculo
enigmas vivientes en el profundo abismo.
¡ Arboles, no caigan sobre mi condena!
No quiero mentir sobre el desencanto,
esa fe fallecida en la sed fugitiva
ese relámpago que herirá los ídolos
en mi pluma suicida que no se consume.
JAVIER DICENZO
" el ser es para todos objeto
de predilección y de amor,
y somos por nuestra actividad
(es decir, por vivir y actuar) "
Aristoteles
¡Oh! , ¡ La brisa de las gaviotas en el horizonte!
El pecado mas fuerte que la mar doliente.
Existe ese poema elegíaco del atardecer
en unos árboles lejanos que desencantan la luz.
¡ Oh!, el silencio del inocente pájaro,
los penumbrosos latidos de la naturaleza.
He visto amanecer sobre los ocasos
inmensa gloria de la paz inmersa en los mares.
Gozo tras la perdida rama delicada
árboles lejanos que desencantan la luz.
¡Venid a mi! , a mi guarida solitaria,
a ese rostro que se pierde en la muerte,
¡ Venid a mi! sigilosos testigos de los dioses.
Alzo mi palabra
mi alto alto viento
mi árbol ancestral que hirió un alma.
¡ Que los fantasmas de mi ciudad vuelen!
Vengan a mis vientos del crepúsculo
enigmas vivientes en el profundo abismo.
¡ Arboles, no caigan sobre mi condena!
No quiero mentir sobre el desencanto,
esa fe fallecida en la sed fugitiva
ese relámpago que herirá los ídolos
en mi pluma suicida que no se consume.
JAVIER DICENZO