LA AMBIGÜEDAD O ETERNIDAD DE UN BESO QUE LLEGA AL CORAZÓN
Publicado: Sab, 16 Feb 2008 18:46
LA AMBIGÜEDAD O ETERNIDAD DE UN BESO QUE LLEGA AL CORAZÓN
Me has preguntado, como muchos otros días, cuando empieza a amanecer en las tardes sin nombre pronunciable, cuando ya los niños duermen y el silencio se ha hospedado en el salón “qué cambiaría en mi vida si volviera a nacer”. Yo te miro con mis ojos empañados en ayer, con no se qué tipo de tuerca retorciendo el corazón, y con mi voz encarcelada en la penumbra te contesto: “Todo, lo cambiaría Todo”
Tu me miras, envuelto entre la incredulidad y las sombras que te provocan mis palabras, y yo siento que te haces pequeño, tan pequeño como el niño que un día vivió en mis entrañas y acuné entre mis brazos. Mi voz, cargada de mentiras, te ha hecho tan niño que hablas en lengua ininteligible y no sabes caminar sin una mano que te sostenga.
Siento rabia porque las palabras han superado cada gesto de amor, cada instante de pasión, cada día de entrega y cada tarde de perdón. No entiendes nada. Después de tantos años, no entiendes que no hay palabras que te expliquen que si volviera a nacer sería yo misma, que quisiera sentir cada herida, grabar en mi piel como tatuaje silente cada cicatriz que me provocó el amor, temblar con cada te quiero, llorar con cada olvido y tropezar con cada piedra que transfiguró mi alma en estatua de hielo, fortaleciéndome con cada recuerdo de dolor y cada suspiro. No sé como explicarte, sin palabras que disfracen mi verdad, que no renuncio a la herida, ni a las lágrimas que bañaron mi piel confundida en tu piel.
Te levantas como pájaro herido, tu vista, ya cansada, busca sin tregua las pupilas y me miras a través del cristal de añoranza, mientras que de tu garganta se escapa un “Mientes, yo sé que Mientes”.
Detrás de tu paso firme se aleja el aroma a soledad, que se había instalado en el salón y de mi pensamiento se escapa un suspiro, porque tú me adivinas mucho más allá de mi misma, más allá de las palabras… Adivinas y reinventas mi alma y mi corazón. Tu sabes, incluso antes de yo saberlo, que no cambiaría nada si volviera a nacer, porque no renuncio ni a las heridas, ni al amor. Y aunque renuncié a la palabra “Te quiero” mis besos te llegaron al corazón.
Y empieza a amanecer en esta tarde de nombre impronunciable, mientras me dispongo a seguir con mis sueños, sin importarme que alguien me quiera despertar, porque las luciérnagas alumbran nuestras noches, porque me intuyes y adivinas y con todas mis palabras no dichas sabes que No te cambiaría por nada si volviera a nacer.
Ana Villalobos Carballo
14 de Febrero de 2008
Me has preguntado, como muchos otros días, cuando empieza a amanecer en las tardes sin nombre pronunciable, cuando ya los niños duermen y el silencio se ha hospedado en el salón “qué cambiaría en mi vida si volviera a nacer”. Yo te miro con mis ojos empañados en ayer, con no se qué tipo de tuerca retorciendo el corazón, y con mi voz encarcelada en la penumbra te contesto: “Todo, lo cambiaría Todo”
Tu me miras, envuelto entre la incredulidad y las sombras que te provocan mis palabras, y yo siento que te haces pequeño, tan pequeño como el niño que un día vivió en mis entrañas y acuné entre mis brazos. Mi voz, cargada de mentiras, te ha hecho tan niño que hablas en lengua ininteligible y no sabes caminar sin una mano que te sostenga.
Siento rabia porque las palabras han superado cada gesto de amor, cada instante de pasión, cada día de entrega y cada tarde de perdón. No entiendes nada. Después de tantos años, no entiendes que no hay palabras que te expliquen que si volviera a nacer sería yo misma, que quisiera sentir cada herida, grabar en mi piel como tatuaje silente cada cicatriz que me provocó el amor, temblar con cada te quiero, llorar con cada olvido y tropezar con cada piedra que transfiguró mi alma en estatua de hielo, fortaleciéndome con cada recuerdo de dolor y cada suspiro. No sé como explicarte, sin palabras que disfracen mi verdad, que no renuncio a la herida, ni a las lágrimas que bañaron mi piel confundida en tu piel.
Te levantas como pájaro herido, tu vista, ya cansada, busca sin tregua las pupilas y me miras a través del cristal de añoranza, mientras que de tu garganta se escapa un “Mientes, yo sé que Mientes”.
Detrás de tu paso firme se aleja el aroma a soledad, que se había instalado en el salón y de mi pensamiento se escapa un suspiro, porque tú me adivinas mucho más allá de mi misma, más allá de las palabras… Adivinas y reinventas mi alma y mi corazón. Tu sabes, incluso antes de yo saberlo, que no cambiaría nada si volviera a nacer, porque no renuncio ni a las heridas, ni al amor. Y aunque renuncié a la palabra “Te quiero” mis besos te llegaron al corazón.
Y empieza a amanecer en esta tarde de nombre impronunciable, mientras me dispongo a seguir con mis sueños, sin importarme que alguien me quiera despertar, porque las luciérnagas alumbran nuestras noches, porque me intuyes y adivinas y con todas mis palabras no dichas sabes que No te cambiaría por nada si volviera a nacer.
Ana Villalobos Carballo
14 de Febrero de 2008