TAL VEZ LA MELLA DEL PRODIGIO QUE SE INSTALA DERRIBE ...
Publicado: Dom, 13 Jun 2010 14:56
TAL VEZ LA MELLA DEL PRODIGIO QUE SE INSTALA
DERRIBE ANTE MÍ LA INCERTIDUMBRE
El principio de algo aún mas hermoso que la noche
reaparece en la estancia bajo el hielo de las vigas.
Es la expresión férrea que almacena el polvo
allá donde no alcanza el milagro del destino,
el recuerdo prolongado en la ausencia
mientras las puertas formulan el eco.
Tal vez la mella del prodigio que se instala
derribe ante mí la incertidumbre.
La estructura dice ser entonces un bloque de palabras,
una escusa lamiendo la discordia que genera la imagen
a través de un espejo.
Un holocausto indemne suspendido en la ansiedad que se amplifica,
una porción de luz que huye en la estima de un importe sin rumbo;
mas allá de la ruta que templa mis huellas,
mas allá del pozo que simula eventos
donde el brillo es la sospecha.
La emoción así negocia ante los pies de la calma,
del mutismo en el avance cuando abundan los signos
si hacia mí se dirige.
Y representa en sus pasos el fuero voraz del presente,
el vaho derramado a sus anchas por la piel de un escaparate
junto al ojo que iza guiños donde nadie alcanza.
No habrá camino que descorche un sentimiento apacible en la huida,
quizá un asno descompuesto arrodillado entre la fronda de un trastero,
una sensación errante consumada,
un puñal que le arrebata al vínculo un porcentaje de carne.
Hacia allí vierto mi sombra,
sobre una elipse homenaje que raya lo indecible,
interino en mis zancadas,
hasta el punto de escupir hacia el lado impersonal
que tras de mí sopla junto al ojo que me observa.
Pues todo habita en la retina,
en su llanto el mío,
donde yace el cadáver de un piano de cola que adula al silencio,
a la nota suspendida en un espacio intempestivo,
al mensaje incauto de los pastos sin maleza…
DERRIBE ANTE MÍ LA INCERTIDUMBRE
El principio de algo aún mas hermoso que la noche
reaparece en la estancia bajo el hielo de las vigas.
Es la expresión férrea que almacena el polvo
allá donde no alcanza el milagro del destino,
el recuerdo prolongado en la ausencia
mientras las puertas formulan el eco.
Tal vez la mella del prodigio que se instala
derribe ante mí la incertidumbre.
La estructura dice ser entonces un bloque de palabras,
una escusa lamiendo la discordia que genera la imagen
a través de un espejo.
Un holocausto indemne suspendido en la ansiedad que se amplifica,
una porción de luz que huye en la estima de un importe sin rumbo;
mas allá de la ruta que templa mis huellas,
mas allá del pozo que simula eventos
donde el brillo es la sospecha.
La emoción así negocia ante los pies de la calma,
del mutismo en el avance cuando abundan los signos
si hacia mí se dirige.
Y representa en sus pasos el fuero voraz del presente,
el vaho derramado a sus anchas por la piel de un escaparate
junto al ojo que iza guiños donde nadie alcanza.
No habrá camino que descorche un sentimiento apacible en la huida,
quizá un asno descompuesto arrodillado entre la fronda de un trastero,
una sensación errante consumada,
un puñal que le arrebata al vínculo un porcentaje de carne.
Hacia allí vierto mi sombra,
sobre una elipse homenaje que raya lo indecible,
interino en mis zancadas,
hasta el punto de escupir hacia el lado impersonal
que tras de mí sopla junto al ojo que me observa.
Pues todo habita en la retina,
en su llanto el mío,
donde yace el cadáver de un piano de cola que adula al silencio,
a la nota suspendida en un espacio intempestivo,
al mensaje incauto de los pastos sin maleza…