Editorial Alaire

¡Pobre Manuel! Ya has olvidado
cuántas veces te dieron calabazas
y te arrojaron al muro del silencio.

Ellas se divertían, jugaban
siempre alegres, con las piernas desnudas,
con los pechos gozosos
y a ti te daban calabazas.

¡Pobre Manuel!
Ahora eres un hombre respetable,
tienes una farmacia, vives con tu familia,
dominas cuatro idiomas
y vuelas cuando quieres a New York.

Pero te dieron calabazas, Manuel,
y eso no se olvida fácilmente.

¡ jajajaja !!!

Parece una descarga de alguien a quien pretendieron "birlarle" al amor, y el presunto birlador se quedó con las calabazas a cuestas.

Espero que al menos se hiciera una buena mermelada.
Abrazos Juan, que me has hecho reir de verdad, ¿amenaza tormenta ¿eh?

CONCHA VIDAL: Querida amiga: es la verdad. Esto pasa mucho, tanto a chicos como a chicas, pero tenía ganas de manifestar cómo evolucionamos y nos contentamos con lo que hay. Cuando hay vino/ beben vino,/ cuando no hay vino/ agua fresca/. Que dijo Machado. Ahora bien ¿qué es mejor: el vino o el agua fresca? Gracias por tu mensaje, te lo agradezco de verdad. Yo me baño casi a diario.

Juan Vicedo escribió:
Ellas se divertían, jugaban
siempre alegres, con las piernas desnudas,
con los pechos gozosos
y a ti te daban calabazas.

Hola Juan, tu poema escrito con soltura me ha encantado. Tiene versos como la vida, frases vivas, despejadas, dejan al lector un poco gustoso, aunque el tema sean "calabazas".

Con respecto al tema te diré que yo también estuve en una situaciôn parecida a la de Manuel -es asî como se llama, no? O mejor, me hicieron sentir una situaciôn parecida. Me dieron calabazas. Qué malo es eso, verdad? Al pasar el tiempo, me enteré que "ellas" tenîan las piernas verdes, jeje y sôlo porque una a otra se lo gritaban a la cara... Se gritaron obsenidades, secretos întimos. No podîa creer lo que veîan mis ojos. Asî, porque todo caes con su propio peso. Di tû?

En fin, convencida de que jamâs le he hecho daño a nadie, sentî pena ajena y me alegré de no estar entre ellas.

Juan, ya ves, me ha llegado tu poema. Te dejo un fuerte abrazo

Spin

Juan,

¿tu crees que a alguien no le dieron calabazas? De uno u otra forma a todos la vida nos ha dado calabazas muchas veces. La mayoria sobrevivimos, como bien sabes. Y te voy a decir una cosa; Gracias a Dios. Porque debido a eso nos hacemos fuertes y nuestro ego va cogiendo una forma adecuada de humildad.

Perdona por ponerme tan trascendental, pero es curioso que lo que ha primera vista puede ser un poema sencillo pueda tener tanta miga...

Un abrazo, amigo, y gracias.

Me ha gustado. Aunque al llamarme yo Manuel no he podido evitar un cierto desasosiego al recordar mis propias calabazas. Este poema suena un poco otoñal venganza de una afrenta juvenil (es broma), pero se lee con frescura y además... está bien escrito.
Un abrazo, amigo.

J. Manuel (pero no el de las calabazas, ¡ojo!)

Hola Juan.
Tu poema me ha gustado mucho y tras la primera lectura me ha hecho mucha gracia porque me he sentido muy identificado con Manuel.
Después he pensado un poco en el trasfondo del poema y en las múltiples lecturas que puede tener.
Yo me quedo con el hecho de esos recuerdos de una parte de nuestra vida que por más que luego las cosas nos hayan ido bien no hemos conseguido superar y nos pueden llegar a obsesionar.

Gracias por compartir poemas como este.

un afectuoso abrazo

Joan

Me ha gustado mucho tu poema Juan, muy fresco, con humor, sabiendo que todos hemos sido Manuel en alguna ocasión (quizás en demasiadas).

Un abrazo

LOURDES SPIN: Agradecido, Lourdes, por tu mensaje. Ya veo que no sólo los hombres hemos recibido las correspondientes calabazas. Son cosas que a veces dejan una huella que dura años. Luego se olvida y de la pasión se pasa a la farmacia. Quizás sea una salida poco airosa. Un beso.

PABLO VALLADOLID: Gracias, Pablo, por tus palabras. Sí, las calabazas nos hacen aprender siempre un poco más y afinar nuestra sensibilida y forjar nuestra personalidad. Pero las calabazas de los primeros años, tienen cierta gracia. Aunque, a veces, remedando a Miguel Hernández "se pondrá el tiempo amarillo/ sobre mi fotografía". Un abrazo.

JOSÉ MAUEL SÁIZ: No sólo a ti te dieron calabazas: se ensañaron a veces con nosotros los profesores y las chicas; pero no podíamos hacer nada: beber otro cubata para seguir tirando. Gracias por la opinión que manifiestas sobre el poema. La verdad, quería hacer algo sencillo. Un abrazo.

TRISTANY JOAN GASPAR: Te agradezco el mensaje y las observaciones que haces. Yo recuerdo el final de El nombre de la rosa, cuando el novicio, ya en la vejez, escribe con ardor el recuerdo de la aventura que tuvo con la campesina. Un abrazo. Perdona mi falta de tiempo.

ISRAEL LIÑÁN: Simpático tu mensaje: si las calabazas de las que hablamos se vendieran, sería la ruina del sector. Un abrazo. Y gracias.

Estupendo, Juan. Me ha recordado a los epigramas de Marcial o de Catulo, tanto por el recurso de dirigirte a esa persona de la que habla el poema, como por la ironía con la que le hablas, y la cotidianeidad que lleva dentro cada verso, hasta llegar a ese final lapidario.

Un placer de lectura.

Saludos.

Una historia escrita con simpatía. Un placer de lectura
Abrazos
Pilar