Editorial Alaire

Quiero dejar de ser obrero de mis pasiones,
volverme cruelmente refinado;
abandonar ese puesto de peón
de mis vocacionales secretos
para no ser nunca más el payaso aficionado
victima de los remordimientos,
esclavo de esta realidad en la que no encaja.

He decidido marginar de mi vida la mediocridad,
no rehabitar nunca más el lugar
dejado por mis dudas;
saboreando el momento de poder
manejar la magnifica indiferencia
de orgulloso pecador consumado
ante cada nuevo placer recién descubierto,
poniendo en cada instante a examen a mis sentidos;
no envidiare nunca más a nadie,
viviré el resto de lo que me quede bailando
sobre el filo de la navaja que me apretaba el cuello.

-que Dios nunca me haya respondido
no significa que tenga que llamar a otra puerta,
porque ¿qué ha hecho por mi el diablo
aparte de tentarme?-

Identificare la resignación a partir de ahora con derrota,
la ausencia de dolor no significara nunca más felicidad.
Y así caminare con levedad impúdica
sobre el pecado de mis actos
sin temer su expiación, que no alcanzara
a ser nunca como la desgracia ya vivida.
Así podré morder la manzana deseada
y arrojarla con un solo bocado,
despreciándola saciado,
sobre la cabeza de los que de siempre
han esperado para verme caer.

Amén. Es un buen texto, hace pensar, Oscar.

Se apreciaría mejor sin los signitos molestos, arriba, entre los primeros mensajes del tópico, tienes una explicación de David para eliminarlos.

Un abrazo.

gracias por tu consejo de como cambiar el formato y tambien por dejar tu comentario

Oscar


Bienvenido... me encantó tu poema
mensaje incluído que hace despertar al lector..


Un abrazo fuerte, querido amigo

gracias don ricardo por dejar su comentario acerca de mis palabras

Recordando a la gran personalidad del desaparecido Óscar Alberdi. Vaya un homenaje con este poema.

Un abrazo.

Y otro abrazo de mi parte Oscar, porque tu palabra pervive.

Aunque su paso por estos foros fuera efímero, lo cierto es que caló en muchos de sus lectores. Fue uno de los impulsores de Noches Poéticas de Bilbao en sus orígenes y durante un tiempo; luego abandonó Noches Poéticas e inició una aventura en solitario que duraría poco con La Noches de la Iguana.

Fue un poeta que ejerció de cocinero, aunque lo suyo no eran las cazuelas, sino los versos. Todavía recuerdo una entrevista que me hizo en su restaurante, él con su indumentaria de cocinero, con preguntas inteligentes y el ambiente surrealista creado cuando decidí meter los libros en las cazuelas puestas sobre los fogones (apagados) para ir sacándolos "cocinados" con sus preguntas y las observaciones que se nos ocurrían sobre ellos. Fue divertido. Sobre todo cuando, no conforme con ello, sacó una enorme merluza que puso sobre la báscula que había sobre la cocina y colgando su cabeza por un lado y su cola por el otro, continuamos grabando la entrevista.

Hombre enérgico, temperamental, de vida ciertamente atormentada. Compartí con él experiencias imborrables, siempre en torno a la poesía. Hay muchas anécdotas y cosas personales que no hacen al caso en este espacio en el que lo importante es poder recordarlo como el poeta que llevaba dentro y que no llegó a salir del todo porque la muerte no lo quiso. O la vida.

Dejó un poemario publicado, "Conviviendo con el caos" (Editorial Poesía eres tú.- Madrid), que se vendió muy bien y creo que alcanzó la segunda edición. Su poemario póstumo, "Antes de saquear el cielo", se lo editamos en Noches Poéticas con el número 1 de la colección que nos publica la Editorial LUPI (Portugalete).

En la velada del pasado 16 de noviembre, evoqué su memoria al proponer al público el título del "cadáver esqueleto" de la noche (una creación colectiva siguiendo el rastro de los surrealistas de finales del XIX y principios del XX). El título fue "El caos", en alusión a su poemario y a que estábamos en un local en el que Óscar había estado tambi`´en, el Caos Club.

Te agradezco, amigo Ferreiro, este pequeño y muy merecido homenaje a un hombre que fue grande, de tamaño y formas, y de corazón, el mismo que -definitivamente- se lo llevó un aciago día de invierno de 2011 a la puerta de su casa.

Salud.