Bajo el cielo
Publicado: Dom, 23 May 2010 1:56
Los silencios, amadrinan corales terrestres
dando imágenes solitarias pero inimaginablemente bellas
a las incógnitas pasajeras,
a las sórdidas tribulaciones de los laberintos.
Mientras tanto, entre bochornos soleados
y noches noctámbulas,
el agua, espolvorea el altar clandestino
con su lluvia fina y extravagante,
cristalina, feroz, y tan bellamente expuesta.
Las estrellas, en diamante,
realzan el brillo, filtrando su luz
por los charcos excarcelados de la ciudad,
dormitando los pasos no andados,
vibrando al son de los chillidos en suplica de los murciélagos,
decorando la sombra anónima de los descalzos
dejando a la vista
las miserias que la noche esconde en la oscuridad.
Bajo el cielo, la lluvia persiste,
el agua fluye por los latidos del asfalto prisionero,
por las alcantarillas de sus entrañas,
por los suburbios de su ciudadela,
y, tan solo espera, lavar el sudor
del deshielo gris de los icebergs subterráneos.
En el inicio de la mañana
el barrio está vacío,
mojado el asfalto,
solo el gotear de la lluvia
se atreve con el reposo de la soledad.
El alba, descubre una florecilla
gestada en la inmundicia.
dando imágenes solitarias pero inimaginablemente bellas
a las incógnitas pasajeras,
a las sórdidas tribulaciones de los laberintos.
Mientras tanto, entre bochornos soleados
y noches noctámbulas,
el agua, espolvorea el altar clandestino
con su lluvia fina y extravagante,
cristalina, feroz, y tan bellamente expuesta.
Las estrellas, en diamante,
realzan el brillo, filtrando su luz
por los charcos excarcelados de la ciudad,
dormitando los pasos no andados,
vibrando al son de los chillidos en suplica de los murciélagos,
decorando la sombra anónima de los descalzos
dejando a la vista
las miserias que la noche esconde en la oscuridad.
Bajo el cielo, la lluvia persiste,
el agua fluye por los latidos del asfalto prisionero,
por las alcantarillas de sus entrañas,
por los suburbios de su ciudadela,
y, tan solo espera, lavar el sudor
del deshielo gris de los icebergs subterráneos.
En el inicio de la mañana
el barrio está vacío,
mojado el asfalto,
solo el gotear de la lluvia
se atreve con el reposo de la soledad.
El alba, descubre una florecilla
gestada en la inmundicia.