Deambulemos

[Alejandro Costa López]

Si no levanto los pies, el día no sería más que otro día sin más,
perdido, variopinto, simple y a veces complicado.
Iría por ahí, más que perdido, ignorante,
ignorante de todo aquello que nos rodea y parece inservible,
de lo que no poseemos y desearíamos poseer.
Sería, es más, soy, un transeúnte despistado,
un holocausto en medio de una selva,
o un simple parásito en la boca de una infección.
Creo que no formo parte del elenco de ciudadanos
de ésta aborigen salvaje y caníbal en la cual estoy situado.
Así que, con ánimo de no ser lastre destruido,
me dispongo a deambular, no pasear,
por los laberintos mundanos, opacos y calizos,
descolgados de un falso cuento de sueños y libertades
y encadenados al devaneo que, los segundos, minutos, horas,
mitigan y masacran, casi siempre descompensado,
en el devenir de nuestras vidas.
Por tanto, dejaré volar mis prejuicios, mis miedos,
mis don nadie más insoportables y deambularé al ritmo de baile,
de felicidad infantil, de loco con cordura.
Me pintaré las alas de azul turquesa,
los ojos, de cristal rojo de primavera,
la boca, de carmín con aroma de frambuesa,
y la piel, de color verde esperanza…, y deambularé.
Me sentaré en un sillón Luis XV,
enamoraré a la mismísima maja vestida,
hablaré con la Gioconda y ambos sonreiremos,
bailaré junto a Nureyev y Pavarotti acompañará a la orquesta.
Convertiré en chimeneas los fuegos de la indigencia nocturna,
volaré de rama en rama, floreceré en cada tallo,
navegaré en cualquier rio seco, lloraré con el afligido,
sonreiré con el afortunado. Repartiré vida por nada,
luces por sombras, pan por hambre.
Robaré tristezas, enfermedades, desprecio, maldad.
Los bordillos, serán del color que se quiera, del material más puro.
Formaré un equipo con distinto color de piel, distintas razas,
y nunca será perdedor, y, nunca habrá un ganador.
Lucharé sin armas, con el recuerdo de lo bello,
y el olvido a lo terrorífico, atrincherado en la mente.
Deambular será la religión de la savia y la pureza,
y no existirá más pobreza que usurpe el poder de la libertad.
Eso sí, volveré la vista hacía el sillón de Luis XV,
y comprenderé, que mi lugar está más cerca de una silla de anea
que de un sillón de la aristocracia,
y que es mejor, deambular en toda su extensión,
que pasear tan solo por el camino tan erróneamente marcado.
Tal vez así, todo sería más real, más puro, más diáfano,
con solo deambular de un sitio para otro. ¡Deambulemos!

[Josefa A. Sánchez]

Deambulemos pues, sin meta y que sea la meta la que venga a nosotros.
Un abrazo
Pepa

[Tristany Joan Gaspar]

Hola Alejandro.
Un gran poema que se lee con todo el encanto y el ingenioque le pones.
me ha gustado mucho.

Un afectuoso abrazo.
Nos vemos en el siguiente poema

Joan