Las botas y el riachuelo

[Alejandro Costa López]

Botas de amplio cordaje y un riachuelo despeinado,
sortilegios que inundan salivas secas
y un bastón con ritmo de aire.
Un reloj peregrino, de arena seca y con buen talante,
una capa almidonada,
un cuello de camisa rozado, arrugado, sin nada de arte.
Pincel que pinta sin mesura,
bosques de gran espesura, geniecillos de cuentos robados,
lienzo huérfano de marco, henchido de ternura.
Olor a incienso fresco,
aroma desgranado a fresas, la triste tarde espesa,
la noche, vestida con fajín y aderezo.
Una paloma que vuela,
de nido a nido, de torre a almena, de vilo en vilo,
un mensaje, que amor recuerda.
Unos pasos andados,
un trayecto caminado, unos ojos que congelan, que han congelado,
la imagen de princesa, delirio de enamorados.
El río y el césped brillantemente verde,
el nido de su voz, la silueta de su ser, el perfume a su olor,
dos gotas de lluvia de ayer, el brillo que su boca desprende.
Un castillo y cuatro versos,
calabaza sin hada madrina, una rosa germinando en la encina,
la flor más hermosa, dormida entre besos.
Veinte capítulos de oro y rubí,
la princesa, el caballero, fantasía y letras, botas y un riachuelo,
veinte capítulos, una oda de amor, un final feliz.

[Josefa A. Sánchez]

Como un cuento de hadas, tambien con final feliz. Enhorabuena.
Un abrazo.
Pepa