Ppio.
Publicado: Mié, 12 May 2010 0:30
Ppio. de una historia que tal vez termine, slds
Se presentaron con ánimo expedito
un triste día de tormenta
ella y él.
Ella un ángel
con ínfulas de cenicienta,
él un terco y amanerado erudito.
Desde la izquierda hacia delante
dispondré de mis aportes,
luego de los de él
y de los de su acompañante.
Si le parece extravagante
puedo hacerme con el porte
que le invito a granel.
A continuación expongo,
guardados en el anonimato,
pretextos, disculpas y alegatos
sobre los cuales dispongo.
[RIGHT]Es inapelable: al verano le sucede el otoño
de idéntica manera en que ulterior a la pubertad
de un periodo amoroso
se arriba sin escalas a la senectud del matrimonio.
La monogamia se lleva como una carga
y la convivencia como de servir a su majestad
en lugar de a mi esposo.
¿Hasta cuando me desharé de la pobreza
si tan solo de saber de mi luna amarga
algún príncipe me querría su princesa?[/RIGHT]
Todo esfuerzo me resulta infructuoso sin embargo
cuando puede un mero recuerdo apasionado
relegar sin mas el beneplácito que me provoca
el engañar astuto a mi paulatino letargo.
No hay más que un único camino posible
y ante mi dispendio prefiero hacerme a un lado
con solo repasar esta retórica reciproca
que apenas consigue convencerse a si misma
de establecer los limites asequibles
entre los que argüir tan recurrente sofisma.
Aun cuando dedicara mis aportes
a sugerirles de optar por la disolución del consorcio
ninguno parecía dispuesto a ofrecer
semejante paliativo a su consorte.
En sendas pláticas
habrían de confirmarme su negativa hacia el divorcio
mostrándose irracionales en su proceder
de acuerdo con lo anteriormente destacado.
Nota: cual una suplica
evocan reiteradamente a su pasado.
Remedios en una tarde de abril
acabarían por conformar un escenario
en el que adultos proclives al adulterio
ajusten los votos sobre el atril
devueltos aquella vez frente al presbiterio.
[RIGHT]Lee: “Te tomo a ti mi lascivo usufructuario,
para amarte y consolarte hasta que la muerte
se haga con el gusto metálico de tu sangre
probando de su implacable buril.
Con esta promesa reniego de la suerte
y vigilo sin mas por nuestra otrora raigambre”.[/RIGHT]
Lee: “Y yo me aprehendo a ti mi exclusiva chantajista,
para quererte y satisfacerte aún mientras ello
no hiciera caso mas que de otro anhelo narcisista”.
N.Navarra
Se presentaron con ánimo expedito
un triste día de tormenta
ella y él.
Ella un ángel
con ínfulas de cenicienta,
él un terco y amanerado erudito.
Desde la izquierda hacia delante
dispondré de mis aportes,
luego de los de él
y de los de su acompañante.
Si le parece extravagante
puedo hacerme con el porte
que le invito a granel.
A continuación expongo,
guardados en el anonimato,
pretextos, disculpas y alegatos
sobre los cuales dispongo.
[RIGHT]Es inapelable: al verano le sucede el otoño
de idéntica manera en que ulterior a la pubertad
de un periodo amoroso
se arriba sin escalas a la senectud del matrimonio.
La monogamia se lleva como una carga
y la convivencia como de servir a su majestad
en lugar de a mi esposo.
¿Hasta cuando me desharé de la pobreza
si tan solo de saber de mi luna amarga
algún príncipe me querría su princesa?[/RIGHT]
Todo esfuerzo me resulta infructuoso sin embargo
cuando puede un mero recuerdo apasionado
relegar sin mas el beneplácito que me provoca
el engañar astuto a mi paulatino letargo.
No hay más que un único camino posible
y ante mi dispendio prefiero hacerme a un lado
con solo repasar esta retórica reciproca
que apenas consigue convencerse a si misma
de establecer los limites asequibles
entre los que argüir tan recurrente sofisma.
Aun cuando dedicara mis aportes
a sugerirles de optar por la disolución del consorcio
ninguno parecía dispuesto a ofrecer
semejante paliativo a su consorte.
En sendas pláticas
habrían de confirmarme su negativa hacia el divorcio
mostrándose irracionales en su proceder
de acuerdo con lo anteriormente destacado.
Nota: cual una suplica
evocan reiteradamente a su pasado.
Remedios en una tarde de abril
acabarían por conformar un escenario
en el que adultos proclives al adulterio
ajusten los votos sobre el atril
devueltos aquella vez frente al presbiterio.
[RIGHT]Lee: “Te tomo a ti mi lascivo usufructuario,
para amarte y consolarte hasta que la muerte
se haga con el gusto metálico de tu sangre
probando de su implacable buril.
Con esta promesa reniego de la suerte
y vigilo sin mas por nuestra otrora raigambre”.[/RIGHT]
Lee: “Y yo me aprehendo a ti mi exclusiva chantajista,
para quererte y satisfacerte aún mientras ello
no hiciera caso mas que de otro anhelo narcisista”.
N.Navarra