El cinismo de tus ojos
Publicado: Mar, 04 May 2010 18:24
Hoy me gusta el cinismo de tus ojos
porque miran con altivez, con certeza
de saberse vistos y además por
ese brillo de quebranto que me deja
siempre perplejo y meditativo.
Son profundos como lago de sorpresas
y tienen los matices de los destellos
de los techos de zinc de las fincas
de café del Soconusco, húmedas,
tímidas y absurdamente tiernas. Pero
erguidas al sol y a la distancia pura.
Me gustan esos ojos y también sus letargos
de nobleza huraña y de pestañas largas.
Un suspiro de dama siempre te ennoblece,
triste y altiva, muy del siglo diez y nueve,
de crinolinas blancas y de alondras grises.
No caben en tu cara y por eso me
parecen insondables, sobrecogedores;
sorprendidos cuando miran… sí cuando
miran a lo lejos el atrevimiento de
insolentes y lejanas miradas. Sonríen
entonces y se vuelven flores silvestres
o como aves del cristal de mis ventanas
tus acogedores, silenciosos y prisioneros ojos,
abren las goteras azules de mi alma.
Me gusta ese cinismo tan rico de matices
que me sorprende mudo e incapaz del olvido.
Inercias y quebrantos de un dejo muy ambiguo
el de esa tu mirada. Qué ojos tan profundos,
hoy me miran y vencen el toque del silencio
porque miran con altivez, con certeza
de saberse vistos y además por
ese brillo de quebranto que me deja
siempre perplejo y meditativo.
Son profundos como lago de sorpresas
y tienen los matices de los destellos
de los techos de zinc de las fincas
de café del Soconusco, húmedas,
tímidas y absurdamente tiernas. Pero
erguidas al sol y a la distancia pura.
Me gustan esos ojos y también sus letargos
de nobleza huraña y de pestañas largas.
Un suspiro de dama siempre te ennoblece,
triste y altiva, muy del siglo diez y nueve,
de crinolinas blancas y de alondras grises.
No caben en tu cara y por eso me
parecen insondables, sobrecogedores;
sorprendidos cuando miran… sí cuando
miran a lo lejos el atrevimiento de
insolentes y lejanas miradas. Sonríen
entonces y se vuelven flores silvestres
o como aves del cristal de mis ventanas
tus acogedores, silenciosos y prisioneros ojos,
abren las goteras azules de mi alma.
Me gusta ese cinismo tan rico de matices
que me sorprende mudo e incapaz del olvido.
Inercias y quebrantos de un dejo muy ambiguo
el de esa tu mirada. Qué ojos tan profundos,
hoy me miran y vencen el toque del silencio