POEMA DEL HOMBRE MALO
Publicado: Mié, 21 Abr 2010 10:11
Oblicuo,
intranscendente y solitario.
Pasajero impenitente,
casi el Dios inquebrantable
por el que suspiráis.
El tremendo yo que me aconseja
vuestra muerte en pequeños tiempos.
Mis sentimientos no son vuestros,
¿que sabéis vos de mis miedos?
Soy azules, variopintos azules
y verdes y blancos.
Mis manchadas manos dan el sentido
bucólico a una vida trascendente.
La amo.
No escudriñes mi mente, doctor de infamias,
no conseguirás ver el dolor
que me alimenta.
También yo sé discernir el canto
del vagabundo y del estornino.
Sé viajar por las nubes del verso
y la palabra emponzoñada.
Mimo con sutileza el momento del arrebato,
y vencí mil veces al durmiente
del suicidio.
No veáis en mí únicamente al acusado,
arrebatador e inquietante.
Soy fiel al Lucifer que me acompaña
en el quehacer cotidiano.
Mas, también amo
y beso.
Millones de agujeros desprenden de mi piel
miel olorosa y fértil.
Viajo en autobús y veo
con pavor a la mujer embarazada,
de pie, a un metro de mí.
Como vosotros, poetas buenos,
no entiendo el crepúsculo, azotado
de alisios y vencejos.
Partiré como vosotros,
de negro y blanco riguroso.
Llevaré conmigo un paisaje
de cefaleas irritantes y mohosas.
Más,
el hombre bueno perdonará mis desvíos,
y sanará mis canceres "in eternun".
Me miráis sin sospechar,
y yo escudriño vuestras mentes para enseñaros
el círculo del vicio que anheláis.
Pagáis y dormís tranquilos y poderosos.
Soy el otro ángel que necesitáis
para sentiros vivos.
Amen.
intranscendente y solitario.
Pasajero impenitente,
casi el Dios inquebrantable
por el que suspiráis.
El tremendo yo que me aconseja
vuestra muerte en pequeños tiempos.
Mis sentimientos no son vuestros,
¿que sabéis vos de mis miedos?
Soy azules, variopintos azules
y verdes y blancos.
Mis manchadas manos dan el sentido
bucólico a una vida trascendente.
La amo.
No escudriñes mi mente, doctor de infamias,
no conseguirás ver el dolor
que me alimenta.
También yo sé discernir el canto
del vagabundo y del estornino.
Sé viajar por las nubes del verso
y la palabra emponzoñada.
Mimo con sutileza el momento del arrebato,
y vencí mil veces al durmiente
del suicidio.
No veáis en mí únicamente al acusado,
arrebatador e inquietante.
Soy fiel al Lucifer que me acompaña
en el quehacer cotidiano.
Mas, también amo
y beso.
Millones de agujeros desprenden de mi piel
miel olorosa y fértil.
Viajo en autobús y veo
con pavor a la mujer embarazada,
de pie, a un metro de mí.
Como vosotros, poetas buenos,
no entiendo el crepúsculo, azotado
de alisios y vencejos.
Partiré como vosotros,
de negro y blanco riguroso.
Llevaré conmigo un paisaje
de cefaleas irritantes y mohosas.
Más,
el hombre bueno perdonará mis desvíos,
y sanará mis canceres "in eternun".
Me miráis sin sospechar,
y yo escudriño vuestras mentes para enseñaros
el círculo del vicio que anheláis.
Pagáis y dormís tranquilos y poderosos.
Soy el otro ángel que necesitáis
para sentiros vivos.
Amen.