Editorial Alaire

Nadie apagará la luz cuando se acuesten los deseos cautivos en las venas,
aunque tiemblen sus niños como tiemblan los pálpitos lunares,
señal de sangre tibia, caracolas y senos;
la piel son los preludios y el agua
inacabada, y son abrazos de la edad sin miedos.

Qué belleza compañero...
Destaco estos versos, aunque todo el poema es una belleza.
Un abrazo.

Muchas gracias, amiga Era, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado este poema del aún inédito Libro del agua, esperemos que algún día logre publicarlo.
Un cordial abrazo.

Hermosos y colmados de vibraciones esenciales tus versos querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy