J. J. Martínez Ferreiro escribió:
María, tus gastados pies corren calles
que se despliegan sin sentido.
Tienes cara de tierra
y te llevas los vientos en las manos
mientras los mares hierven a lo lejos.
Alguien toca tu frente de mercurio,
tus metales de sombra,
e incita la anuencia de dos labios
que se aproximan en la niebla.
Nadan tus brazos una ola que da la vuelta
y se quema en su propia espuma.
Mueres y te renuevas en el estruendo de las playas.
¿Te figuras, María, nosotros dos mostrándonos,
de repente palpando las cosas del pasado
como si fuesen plumas momentáneas?
Y todo esto sucede
cuando la muerte es una guitarra imaginaria
o aquel cuello del crimen en un plato sagrado;
un plato con pedazos de tu nombre, pedazos de tu carne
que se llevan el fruto de todos tus insomnios,
como una luz vencida, como un agua vencida.
Al expirar del sueño un vagón en la noche cruza el mundo
pero… ¿será el mundo como una afinidad
que sólo existe si es sentida?
pero… ¿será real lo que es sentido?
Siempre, cuando despiertas,
un fantasma amarillo se enreda sin aparecer,
como el estertor de un espejo donde la luz ya no se busca;
la blanca túnica de un día muerto
que vino a la deriva, meciéndose oxidado.
Somos otros, aquellos otros que existen desde lejos
en una hueca máscara que esconde el rostro lacio de los dioses.
María,
yo sucedo al fondo del polvo,
y siempre polvo en pensamiento.
Sí, los pedazos de tu nombre, pedazos de tu carne
que en las horas más largas,
se desmoronan.
María,
mis días se devastan en los tímpanos del desierto;
se extinguen en la cruz de las montañas
como un parpadeo que atrapa todas sus piedras, todo el sol,
todo el tiempo, toda la muerte,
como en la transparencia de una excitación presentida.
María,
asciende un toro sobre la Vía Láctea,
también asciende un astro con sus tigres dormidos,
asciendes tú
como un pájaro abstracto que renueva los cielos.
Este poema me lo perdí en su día... Doy gracias a Rafel por su rescate.
Viejo amigo Ferreiro, creo que la serie que dedicaste a María es de un lirismo excepcional, lo mejor que has escrito para mi gusto, desde aquel inicio en un balcón en la calle Ruzafa que aún recuerdo, aquel mucho más tangible y realista. En este, versos plagados de metáforas oníricas que se suceden y superponen y trazan en el lienzo capa sobre capa que va enriqueciendo el contenido. No hay propósito racional definido en los versos pero el subconsciente es atrevido y sabe navegar por las aguas del amor, del amor al amor.
Una maravilla de poema. Un fuerte abrazo.