La Fiesta
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- Rafael Valdemar
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Re: La Fiesta
Con esta frase de Mahatma Gandhi todo queda reflejado y todo queda dicho. Sobra cualquier disquisición e intercambio de opiniones opuestas al respecto.
Luis M dijo:
"Con todo respeto, compañero, ni siquiera voy a discutir tus "argumentos". Sencillamente me parecen tan alucinantes, tan increíbles, tan patéticos... (en cantidad y en calidad), que ni siquiera me planteo mínimamente entrar a debatirlos. ( y yo añadiría también que son aberrantes e indignos.)
Un saludo
Re: La Fiesta
Rafael Valdemar escribió:“La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales”
Con esta frase de Mahatma Gandhi todo queda reflejado y todo queda dicho. Sobra cualquier disquisición e intercambio de opiniones opuestas al respecto.
Luis M dijo:
"Con todo respeto, compañero, ni siquiera voy a discutir tus "argumentos". Sencillamente me parecen tan alucinantes, tan increíbles, tan patéticos... (en cantidad y en calidad), que ni siquiera me planteo mínimamente entrar a debatirlos. ( y yo añadiría también que son aberrantes e indignos.)
Un saludo
Comparto totalmente todas tus aportaciones, Rafael. Un abrazo.
Re: La Fiesta
Rafel Calle escribió:
Y es que el toro de lidia, sin La Fiesta, está condenado a desaparecer.
No sé yo si agradecería demasiado que una especie superior y más inteligente criara y "protegiera" a la mía para acabar matándonos y cortándonos las orejas en un circo...

Un abrazo amigo.
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Re: La Fiesta
Un abrazo.
Ignacio
…
A mí también me ha llamado la atención, como a Rosa, la calificación de “instinto criminal” que Óscar atribuye a los toros. Asignar a un animal instinto criminal puede considerarse erróneo, ya que, el crimen como tal es fruto de la cultura y la ética del ser humano en su contexto social. También me ha llamado la atención cuando dices, Óscar, que “odiamos” a aquellos animales que no se someten al ser humano. No diría yo que odiamos, pero sí que ante ellos hemos encontrado una excusa para hacer visible la capacidad superior de la especie, visible a nosotros mismos, claro; forma para mí equivocada y que bien puede ser el posible origen cardinal del porqué de la tauromaquia.
La visión utilitaria que expones sobre los animales, Óscar, cuando dices que “los animales existen para alimentar al hombre, para el abrigo del hombre, para el confort del hombre”; o sea que están supeditados al hombre, no parece la mejor filosofía para conciliar el respeto por la vida de las demás especies del planeta. Eso es como decir que el agua está puesta ahí para que llegue el hombre y la beba, para utilizarla a su antojo sin entender que es un bien propio del planeta y no una propiedad del hombre.
La consecuencia evolutiva del ser humano es precisamente lo que nos obliga a entender que la vida en general y el planeta en sí no están ahí para el uso indiscriminado del ser humano sino que son la causa por la que existe el ser humano como especie, y en ese entendimiento está implícita nuestra responsabilidad en el rumbo de los acontecimientos.
Fiereza y bravura. Un animal puede ser fiero pero no necesariamente bravo. La característica fundamental del toro es la bravura, esto es, su constante acometida y resistencia frente al dominio, que no merma aun cuando su vida está en riesgo. Cualquier otro animal, por más fiero que sea, rehúye la pelea ante el peligro de perder la vida, y se somete a otros animales y al ser humano cuando su entender le dice que está en desventaja. El toro no. El toro no rehúye la pelea ni acepta ser sometido sin presentar batalla. Este, probablemente, es el motivo por el que se lidian toros, porque no cejan en su acometida y no aceptan el impulso de dominio del hombre ante el que únicamente ceden con su muerte. Digo hombre por las connotaciones culturales y sociales propias de la tauromaquia. La mitología está plagada de hechos en los que el toro es símbolo de fortaleza y poderío al que hay que someter. Un reto para el hombre. Aquel que domina a la bestia es un héroe, alguien superior digno de honores. Hércules, en su séptimo trabajo, se enfrentó al toro como exponente de lo formidable frente al hombre. La historiografía nos ofrece un amplio abanico de episodios que recogen el enfrentamiento del hombre con el toro con el único objetivo de someterlo.
No parece que haya otro animal que, aun disminuido en sus capacidades, no ceje de acometer contra aquello que le hostiga. Se discute sobre si la bravura es un hecho puramente natural de la especie o si es una consecuencia cultural propiciada, buscada, por la mano del hombre para mantener esa contienda mediante la que demostrar el poder del ser humano sobre las otras especies. Parece ser que de todo hay, parte natural y parte en que la intervención del ser humano ha mantenido esa bravura que se necesita en el toro para continuar con la tradición.
De este modo el pueblo transfiere al matador su deseo de someter al animal terrible, pasando así el torero de hombre a hombre/héroe. Para ello se aplican unas normas con notable desventaja para el animal de modo que se aparenta una contienda equitativa en la que el toro acostumbra a morir, pero, aun así, el matador también se expone a morir confiriéndole así la dignidad de héroe. Es el sentido puro de la tragedia. Un planteamiento atávico que se ha ido ahormando a los gustos de una sociedad que, con excepciones, apenas tiene representación fuera de España. ¿Cómo se ha llegado hasta la situación contemporánea que mantiene este ejercicio de sometimiento innecesario? De nuevo lo cultural viene a determinar los pasos. La aproximación a una estética del rito, nunca conformada en Arte ya que al Arte ronda otros principios, amparada en la argumentación de un romanticismo épico desde la literatura y otras expresiones artísticas han contribuido a ensalzar los valores de una contienda noble entre el hombre y la bestia.
El enfoque de la diversión no parece sostenible cuando estamos ante un espectáculo que se perfila con la muerte, no para quienes entienden la vida como un bien a preservar. ¿Por qué provocarla entonces? Hay espectáculos en los que el riesgo está presente, no cabe duda, pero el fin último no está en la muerte sino en la expectación ante la superación de un hito. La lidia de un toro termina con la muerte del toro en una exaltación colectiva supeditada al éxito del matador, al triunfo sobre otra especie. Si el resultado final es la muerte del matador, con la muerte igualmente del toro, se produce la exaltación dramática del duelo como expresión máxima de lo trágico convertida en un espectáculo hipócrita, ya que la tragedia forma parte de lo esperado. Esto no significa que el duelo individual no merezca crédito sino que la exaltación colectiva de ese duelo tiene tintes de hipocresía. Excepcionalmente se produce un hecho, otro más, que demuestra la soberbia del ser humano frente a las otras especies mediante el acto de perdonar la vida al toro. Ha dado más de lo exigible y por tanto es merecedor de conservar la vida ya que ha superado el sufrimiento. Las condiciones en que haya quedado el toro son otro cantar.
En definitiva, un espectáculo que conlleva estas cuestiones resulta indigesto a la razón.
La sicología quizá pueda explicar de forma precisa qué mecanismos del ser humano se ponen en marcha de modo que la contemplación de la contienda pueda resultar del agrado de quienes la defienden.
Desde la tauromaquia, en condiciones reguladas por normas administrativas, se esgrimen argumentos con diferentes ángulos que sin duda son dignos de consideración; lo son hasta que entra en juego el aspecto etológico. Nada se puede decir a favor de cualquier otra práctica que implique el sufrimiento y el sacrificio del toro, o de cualquier otro animal, que obedezca a la arbitrariedad de los instintos más primitivos del ser humano carentes de los elementales principios de la razón. Por otro lado, la tendencia a humanizar los animales puede conducirnos igualmente a graves errores. Suponerles comportamientos y actitudes propios del ser humano no es una solución. La ética que asumamos frente a los derechos de los animales debe tener en consideración que, igual que hay animales que necesitan comer otros animales, el caso del ser humano no es distinto salvo en su modo de cómo proveerse para cubrir esa necesidad, y, de ahí, la obligación de una ética que contemple y respete el statu quo del ser humano y del resto de especies en relación con el planeta.
Se entiende que ningún ser humano en condiciones de normalización desea el sufrimiento para ningún animal, como se supone entender que ningún ser humano desea el sufrimiento de otro ser humano y menos que arriesgue su vida por una causa que no sea de fuerza mayor. Evidentemente el toreo no es una razón de fuerza mayor. No obstante se da por bueno el poner la vida en juego ante un toro por esos motivos que podemos encontrar en la argumentación taurina. Y, del mismo modo, se da por bueno el sufrimiento del toro en aras de su nobleza o de lo que cada cual pretenda argumentar. Sin duda estamos ante una gran contradicción. Argumentos económicos, de preservación de la especie, los ya comentados artísticos, culturales, tradicionales y otros de menor consideración hacen que se mantenga la tauromaquia como una tradición inextinguible. Todos ellos argumentos superables.
Nadie que esté mínimamente atento a la lidia de un toro puede quedar ajeno al sufrimiento del toro. Hay pruebas fisiológicas y anatómicas más que suficientes para que cualquiera pueda entender que los animales sienten dolor. Descartes llegó a decir que los animales eran una especie de máquinas incapaces de sufrir, venía a sugerir que los gemidos que podemos entender como muestra de dolor no son más que desajustes de su mecanismo interior. Bien está que lo dijo en el siglo XVII y algo hemos avanzado. También Wittgenstein se pronunció diciendo que “no se pueden atribuir significativamente estados de conciencia a seres sin lenguaje”; o sea, que la baja conciencia de los animales desprovistos de lenguaje les hace incapaces de sentir dolor. No sabría decir cuál de las dos barbaridades resulta mayor. Lamentablemente todavía podemos encontrar personas que prestan oídos a consideraciones semejantes.
Cualquier argumentación en defensa del mantenimiento de la lidia del toro queda deshabilitada frente a un bien mayor como es el derecho que nos hemos otorgado, extensible a cualquier ser vivo, a no sufrir.
Está comprobado que el conocimiento y las tradiciones son superables. La historia está llena de ejemplos. Las tradiciones no suponen por sí mismas un motivo para mantenerlas cuando las sociedades superan las condiciones y valores sobre los que las tradiciones están asentadas. Adorar al sol dejó de ser tradición en algún momento.
Tal como apunta el horizonte del futuro no parece descabellado pensar en unos posibles derechos de las máquinas futuras, en las que sus desajustes podrán no ser sólo síntomas de que algo va mal sino que podrán ser efectos de algún tipo de sufrimiento consecuente a las funcionalidades y capacidades con las que el ser humano las dote. Por ejemplo, Roy, el androide de la novela de Philip K.Dick, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”
Cómo, entonces, no contemplar derechos a favor de los animales que, a su vez, están a favor y en consonancia con la propia humanización.
No es raro, a título individual, encontrar taurinos que consideran razonablemente los argumentos en contra de mantener la mal denominada, por tendenciosa, fiesta nacional y que a su vez dicen, “bien, pero a pesar de todo, a mí me gusta”. Vivimos entre frecuentes contradicciones, pero tenemos capacidad suficiente para, incluso dentro de la contradicción, discernir y decantarnos en conciencia por los hechos que nos engrandecen como especie y no por los que nos denigran.
...
Re: La Fiesta
Ignacio Mincholed escribió:
Cualquier otro animal, por más fiero que sea, rehúye la pelea ante el peligro de perder la vida, y se somete a otros animales y al ser humano cuando su entender le dice que está en desventaja. El toro no.
...
Esto no lo tengo tan claro, Ignacio. Hay muchos ejemplos en la naturaleza en que los animales pelean y arriesgan su vida. Las madres por sus crías, los perros por sus dueños.. he visto vídeos en que un perro cruza una autopista llena de coches para rescatar a otro perro atropellado.
Seguramente el toro es "el elegido" por cuestiones puramente estéticas (para algunos) combinadas con el riesgo relativo y controlado que implica esa lucha.
De hecho, el toro a menudo rehuye la pelea en el ruedo, pero es azuzado, buscado y provocado continuamente dentro de un espacio cerrado del que no puede escapar.
Por lo demás no puedo más que aplaudir tu magnífico comentario. Cuando van de la mano inteligencia, cultura y sensibilidad en los niveles que tú tienes no se puede esperar otra cosa. Un lujazo tu intervención, compañero. Un abrazo.
Re: La Fiesta
Saludos.
Satír.
se me empezó a morir como un niño en la noche,
y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel
ciego, terrestre, oscuro,
con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia
sacándome los ojos por haberte mirado." Gonzalo Rojas
- Rosa Marzal
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Re: La Fiesta
Lunamar Solano escribió:Intensa y sobrecogedora la secuencia emotiva de tus versos querida amiga... un tema duro y colmado de controversia, pero que sea cual sea no cambia a sus reales víctimas...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
Gracias por tu amable comentario, querida Nancy.
Un abrazo, amiga.
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Re: La Fiesta
Marisa Peral escribió:Rosa Marzal escribió:
Excelente poema Rosa, felicidades por la denuncia y por decirlo como lo haces.
Gracias y un abrazo.
Gracias a ti, Marisa. Eres muy amable.
Un gran abrazo.
- Rosa Marzal
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Re: La Fiesta
Pilar Morte escribió:Muy bueno, querida amiga. Solo siento el tiempo que fui testigo de tanta crueldad. Felicidades por el poema y por la denuncia.
Besos
Pilar
Gracias por tu generosidad, querida Pilar. Me alegra que hayas expuesto tu punto de vista sobre este controvertido tema.
Besos, amiga.
- Rosa Marzal
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Re: La Fiesta
J. J. Martínez Ferreiro escribió:Un entrega excepcional, amiga Rosa, con imágenes muy duras y sin concesión a la galería.
Todo un placer de lectura, querida amiga.
Un bico.
Muchas gracias, amigo Ferreiro.
Un abrazo.
Re: La Fiesta
Las corridas de toros no son más discutibles que la pesca con caña. Se pescan los peces por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Se torean los toros por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Y el tiempo de captura de peces, como el atún con caña, es mayor que el de lidia de un toro en la plaza.
"Suecia – un paraíso para la pesca con caña
“Ya sea en el norte o en el sur, en Suecia la posibilidad de capturar el pez de sus sueños está siempre al alcance de la mano.” Joven o viejo, aficionado o veterano, las oportunidades abundan. Veamos algunos ejemplos: Anna, que consiguió llevar a tierra su primera trucha cuando tenía seis años de edad, y ella misma fue “capturada”. La cita anterior es de ella, pero también podría haber sido un comentario de Sven, un joven de la ciudad seducido por las aguas frescas y no contaminadas. Anna llevó a Sven a las infinitas aguas, ricas en peces, y ahora ambos son pescadores apasionados que pasan sus vacaciones en un entorno limpio y natural.
" No cabe duda que pescar es algo popularmente practicado y socialmente aceptado, sea para proporcionar alimento o por simple diversión –mal llamado deporte-. La pregunta que pretenderé responder es ¿la pesca es moral-éticamente aceptable pese a su popularidad? Pero antes, la primera pregunta que deberíamos hacernos es ¿Los peces son capaces de sentir dolor? La realidad es que sí. En los estudios de la bióloga Victoria Braithwaite publicados en Oxford University Press (Do fish feel pain?) , y los de la neurobióloga Lynne Sneddon -y otros investigadores científicos del equipo de la Universidad Roslin de Edimburgo- se concluyó, con consenso, que los peces sienten dolor físico, al igual que el resto de los animales"
Aquí pueden ver a los países civilizados que más legislan sobre los derechos animales y que son los que ostentan el récord de pescadores, incluida España. En rojo intenso la mayor concentración de pesca deportiva.
Si las instituciones políticas, que tanto aman a los animales, si los animalistas, que tanto aman a los animales, no tuvieran una doble moral ¿por qué no anuncian la prohibición de la pesca deportiva o luchan contra ella? En la pesca deportiva no hay arte ni cultura ni puestos de trabajo ni identidad nacional. Es el puro recreo del pescador que para atrapar a un atún, por ejemplo, utiliza un anzuelo triple, potera bien sujeta por la empatadura, mosca de cabeza metálica, seda de color oliva, pata riñonada de pardo aconchado y brinca de tinsel fino. Prendido del anzuelo de acero, bárbaramente herido por tres sitios a la vez, el pez sufre la angustia de la muerte durante media hora, de tira y afloja, de atroz forcejeo.
La anterior afirmación que hice con sus posteriores ilustraciones de países civilizados y defensores de los animales, sólo un ejemplo de algo cotidiano y comparable, me servirá de línea argumental durante estas palabras que no pretenden más que la comprensión y el respeto hacia las personas que nos gusta, a través de esta manifestación, establecer un contacto simbólico con las fuerzas de la naturaleza donde se aúnan lo irracional y telúrico con lo reglado y medido.
Es realmente muy difícil, y lo hacemos muy pocos, posicionarse hoy, claramente, en la defensa de la Tauromaquia por la evidencia de su método violento frente a un animal que tiene la posibilidad de salvación, frente a otros animales destinados a la muerte, en función de su bravura. Es difícil, así mismo, desprenderme de una tradición cultural que muchos hemos mamado desde pequeños; de la que no me avergüenzo y que hace un aporte diferente y peculiar de lo hispano al conjunto del devenir histórico, ético y filosófico mundial. A las cinco de la tarde, en cada plaza de toros, nos contemplan muchos siglos de historia. Los ritos taurinos están lejos de la asepsia de museo. Esos momentos de expectación llenaban y llenan de sentido algunas tardes de domingo, cuando junto a mi padre veía una corrida de toros y era motivo de reunión, comentario y celebración familiar y de amigos. Este espectáculo es un rito en el que se conserva toda la violencia de la vida. Es una tragedia en la que los actores mueren de verdad.
Inicia el poema de una forma muy significativa: "Queridos animales humanos"; aquí está la clave, para mí, de todo el diálogo sobre el asunto. Sí, somos básicamente animales por lo tanto nos guiamos por los principios de supervivencia en función de nuestras necesidades fisiológicas: necesitamos asimilar aminoácidos contenidos en la proteína animal y que no existe en los tejidos vegetales. ¿Por qué empiezo con esta aparente divergencia? Porque el animal está en numerosos casos utilizado para la muerte. Y ahora ya, podemos discutir cómo es esa muerte; pero no se puede cuestionar que yo necesite deglutir carne; mi opción vegana es respetable también. Lo añadido es la parte "humana" que en el caso que nos interesa está básicamente guiada por la ética como apunté en mi primera intervención.
Cuando los argumentos que giran alrededor del dolor del toro comienzan a agotarse -justamente el argumento etológico esgrimido por Ignacio y el de más fácil refutación- el detractor de la fiesta escoge el nervio central de la lidia: la muerte. Preguntan: ¿por qué matar al toro? Por la sencilla razón de que no nos lo comemos vivo y como dice el compañero Rafel: el rabo de toro no sabe lo mismo si es de vaca y no es una broma machista ni mucho menos. Convertimos una práctica de supervivencia a lo largo del tiempo, la historia y la cultura, en algo especial que no tiene nada que ver con el regodeo en el dolor animal.
Mi estimado Óscar ha utilizado la palabra criminal tal vez de forma incorrecta, tal vez de forma intuitiva, al referirse a este debate, con crítica y respeto y sacar el aspecto muy importante de "humanización". También es incorrecta la utilización de las palabras venganza y tortura por las mismas razones que apunta el compañero Ignacio -que es otro gran crítico del grupo-: es un atributo exclusivamente humano. El instinto animal es de supervivencia y ello implica defenderse a través de todos los medios de los que dispone y ello con frecuencia deviene en la muerte del invasor u oponente. Está en cierta igualdad de condiciones en la plaza, no totales es cierto, pero mayores que las que detentas gallinas y cerdos.
El origen de la tauromaquia no está en el odio, está en la supervivencia; como está suficientemente documentado a través de la historia; la desgracia para al animal es que se convirtió en símbolo totémico, religioso. La res sigue hoy proporcionando innumerables materias primas que aprovecha el hombre en su beneficio. Y además el toro es objeto por parte de los taurófilos del mayor respeto y admiración por su aporte a la cultura; de ahí el cuidado, la selección y la indignación cuando no se hacen las cosas según el reglamento, discutible o no, establecido. Entonces el punto de defensa más sólido está en la ética. La muerte de este animal en este caso se hace pública, reglamentada y a la vista de todos lo cual genera los problemas de susceptibilidad que entiendo perfectamente y aquí es donde entra el concepto de humanizar que comentaba acertadamente, repito, el compañero Óscar y la defensa ética si es correcto o no mantener esta expresión artística.
En la discusión ética está el quid de la cuestión y aquí hay un desacuerdo general que implica a las instituciones, que deben permitir o suprimir el espectáculo en función de una crítica desapasionada, considerando todos los argumentos. Mientras que ello no se dé, el respeto y la libertad a todos los puntos de vista debe ser prioritario. En este debate se pueden esgrimir toda clase de supuestos pero siempre sin perder el horizonte de que al final termine brillando el respeto al animal y a las personas que integran la comunidad de aficionados y detractores. Ningún torero ni aficionado siente el más mínimo placer sádico en el sufrimiento del toro con el que ha convivido gran parte del año, como argumenta algún antitaurino porque sienten ese dolor similar al suyo, como si estuviera en el mismo trance. Pero aquí radica la diferencia, se sabe todavía poco del dolor animal.
Muchos nos preguntamos qué es lo que se condena: ¿el acto de matar un animal? ¿El hecho de matarlo para algo diferente de comérselo (como si al toro no nos lo comiéramos)? ¿O el hecho de matarlo en público, el malestar ante la visibilidad de la muerte? Proclamar que todos los seres vivos tienen derecho a la vida es un absurdo ya que, por definición, un animal sólo puede vivir en detrimento de lo viviente.
Lo propio del hombre, lo que le diferencia de los animales -nunca humanizables- es lo siguiente: cuando mata un animal respetado (y no una bestia dañina de la que tiene la obligación de deshacerse), el acto de darle muerte va generalmente acompañado (en las sociedades tradicionales o rurales) de un ritual festivo o de una ceremonia expiatoria.
Es entonces cuando existe un gran contraste con la muerte en mataderos del animal. La valoración ética depende de muchas variables: culturales, veterinarias, emocionales, etnológicas, históricas, psicológicas. No es lo mismo para un español que para un escandinavo, por poner un ejemplo, valorar una corrida de toros. El aficionado no goza con la muerte, es más apenas la tiene en cuenta. Existen una multitud de factores que abrigan su percepción, la cual es filtrada a través de otros cristales con los que puede mirar un defensor escandinavo, que aplaude matar peces por capricho, de los animales.
El conocido filósofo utilitarista Peter Singer, autor del best-seller Liberación animal, mantiene que “el criterio esencial del bienestar animal, el único por el que deberíamos luchar, reside fundamentalmente en condiciones de vida” y habrá que convenir que, desde este punto de vista, el mundo taurino podría recibir una certificación de buena conducta de las asociaciones más exigentes de defensa de los animales.
La mayor parte de taurinos no hacemos apologías ni proselitismos ni manifestaciones en este tema tan complejo; tampoco creemos que no se deba hacer por parte de las personas que se sientan heridas; sólo que nos permitan manifestar nuestro parecer sin insultarnos y con argumentos sólidos; si no los tienen tampoco nos importa pues hasta ahora no los hay, sólo pareceres: expresemos, como es el caso de este poema de Rosa, su parte emocional, que también es importante. Algunos me podrán considerar un bruto, pero la compasión no ha dejado nunca de ser parte de mi vida.
Un cordial saludo para los que debaten, para los lectores y uno muy especial para Rosa
Re: La Fiesta
Armilo Brotón escribió:Antes de nada, quería matizar algo con respecto al poema de Rosa: está muy bien escrito. Cuando dije que no me gustaba me refería única y exclusivamente al contenido. También le agradezco su compresión para mi postura y que haya dejado esta entrada para el debate honesto. Le pido disculpas por mi pequeña apropiación del espacio de su poema.
Las corridas de toros no son más discutibles que la pesca con caña. Se pescan los peces por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Se torean los toros por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Y el tiempo de captura de peces, como el atún con caña, es mayor que el de lidia de un toro en la plaza.
"Suecia – un paraíso para la pesca con caña
“Ya sea en el norte o en el sur, en Suecia la posibilidad de capturar el pez de sus sueños está siempre al alcance de la mano.” Joven o viejo, aficionado o veterano, las oportunidades abundan. Veamos algunos ejemplos: Anna, que consiguió llevar a tierra su primera trucha cuando tenía seis años de edad, y ella misma fue “capturada”. La cita anterior es de ella, pero también podría haber sido un comentario de Sven, un joven de la ciudad seducido por las aguas frescas y no contaminadas. Anna llevó a Sven a las infinitas aguas, ricas en peces, y ahora ambos son pescadores apasionados que pasan sus vacaciones en un entorno limpio y natural.
" No cabe duda que pescar es algo popularmente practicado y socialmente aceptado, sea para proporcionar alimento o por simple diversión –mal llamado deporte-. La pregunta que pretenderé responder es ¿la pesca es moral-éticamente aceptable pese a su popularidad? Pero antes, la primera pregunta que deberíamos hacernos es ¿Los peces son capaces de sentir dolor? La realidad es que sí. En los estudios de la bióloga Victoria Braithwaite publicados en Oxford University Press (Do fish feel pain?) , y los de la neurobióloga Lynne Sneddon -y otros investigadores científicos del equipo de la Universidad Roslin de Edimburgo- se concluyó, con consenso, que los peces sienten dolor físico, al igual que el resto de los animales"
Aquí se pueden ver a los países civilizados que más legislan contra los derechos animales y son los que ostentan el récord de pescadores, incluida España.
La anterior afirmación que hice con sus posteriores ilustraciones de países civilizados y defensores de los animales, sólo un ejemplo de algo cotidiano y comparable, me servirá de línea argumental durante estas palabras que no pretenden más que la comprensión y el respeto hacia las personas que nos gusta, a través de esta manifestación, establecer un contacto simbólico con las fuerzas de la naturaleza donde se aúnan lo irracional y telúrico con lo reglado y medido.
Es realmente muy difícil, y lo hacemos muy pocos, posicionarse hoy, claramente, en la defensa de la Tauromaquia por la evidencia de su método violento frente a un animal que tiene la posibilidad de salvación, frente a otros animales destinados a la muerte, en función de su bravura. Es difícil, así mismo, desprenderme de una tradición cultural que muchos hemos mamado desde pequeños; de la que no me avergüenzo y que hace un aporte diferente y peculiar de lo hispano al conjunto del devenir histórico, ético y filosófico mundial. A las cinco de la tarde, en cada pasa de toros, nos contemplan muchos siglos de historia. Los ritos taurinos están lejos de la asepsia de museo. Esos momentos de expectación llenaban y llenan de sentido algunas tardes de domingo, cuando junto a mi padre veía una corrida de toros y era motivo de reunión, comentario y celebración familiar y de amigos. Este espectáculo es un rito en el que se conserva toda la violencia de la vida. Es una tragedia en la que los actores mueren de verdad.
Inicia el poema de una forma muy significativa: "Queridos animales humanos"; aquí está la clave, para mí, de todo el diálogo sobre el asunto. Sí, somos básicamente animales por lo tanto nos guiamos por los principios de supervivencia en función de nuestras necesidades fisiológicas: necesitamos asimilar aminoácidos contenidos en la proteína animal y que no existe en los tejidos vegetales. ¿Por qué empiezo con esta aparente divergencia? Porque el animal está en numerosos casos utilizado para la muerte. Y ahora ya, podemos discutir cómo es esa muerte; pero no se puede cuestionar que yo necesite deglutir carne; mi opción vegana es respetable también. Lo añadido es la parte "humana" que en el caso que nos interesa está básicamente guiada por la ética como apunté en mi primera intervención.
Cuando los argumentos que giran alrededor del dolor del toro comienzan a agotarse -justamente el argumento etológico esgrimido por Ignacio y el de más fácil refutación- el detractor de la fiesta escoge el nervio central de la lidia: la muerte. Preguntan: ¿por qué matar al toro? Por la sencilla razón de que no nos lo comemos vivo y como dice el compañero Rafel: el rabo de toro no sabe lo mismo si es de vaca y no es una broma machista ni mucho menos. Convertimos una práctica de supervivencia a lo largo del tiempo, la historia y la cultura, en algo especial que no tiene nada que ver con el regodeo en el dolor animal.
Mi estimado Óscar ha utilizado la palabra criminal tal vez de forma incorrecta, tal vez de forma intuitiva, al referirse a este debate, con crítica y respeto y sacar el aspecto muy importante de "humanización". También es incorrecta la utilización de las palabras venganza y tortura por las mismas razones que apunta el compañero Ignacio -que es otro gran crítico del grupo-: es un atributo exclusivamente humano. El instinto animal es de supervivencia y ello implica defenderse a través de todos los medios de los que dispone y ello con frecuencia deviene en la muerte del invasor u oponente. Está en cierta igualdad de condiciones en la plaza, no totales es cierto, pero mayores que las que detentas gallinas y cerdos.
El origen de la tauromaquia no está en el odio, está en la supervivencia; como está suficientemente documentado a través de la historia; la desgracia para al animal es que se convirtió en símbolo totémico, religioso. La res sigue hoy proporcionando innumerables materias primas que aprovecha el hombre en su beneficio. Y además el toro es objeto por parte de los taurófilos del mayor respeto y admiración por su aporte a la cultura; de ahí el cuidado, la selección y la indignación cuando no se hacen las cosas según el reglamento, discutible o no, establecido. Entonces el punto de defensa más sólido está en la ética. La muerte de este animal en este caso se hace pública, reglamentada y a la vista de todos lo cual genera los problemas de susceptibilidad que entiendo perfectamente y aquí es donde entra el concepto de humanizar que comentaba acertadamente, repito, el compañero Óscar y la defensa ética si es correcto o no mantener esta expresión artística.
En la discusión ética está el quid de la cuestión y aquí hay un desacuerdo general que implica a las instituciones, que deben permitir o suprimir el espectáculo en función de una crítica desapasionada, considerando todos los argumentos. Mientras que ello no se dé, el respeto y la libertad a todos los puntos de vista debe ser prioritario. En este debate se pueden esgrimir toda clase de supuestos pero siempre sin perder el horizonte de que al final termine brillando el respeto al animal y a las personas que integran la comunidad de aficionados y detractores. Ningún torero ni aficionado siente el más mínimo placer sádico en el sufrimiento del toro con el que ha convivido gran parte del año, como argumenta algún antitaurino porque sienten ese dolor similar al suyo, como si estuviera en el mismo trance. Pero aquí radica la diferencia, se sabe todavía poco del dolor animal.
Muchos nos preguntamos qué es lo que se condena: ¿el acto de matar un animal? ¿El hecho de matarlo para algo diferente de comérselo (como si al toro no nos lo comiéramos)? ¿O el hecho de matarlo en público, el malestar ante la visibilidad de la muerte? Proclamar que todos los seres vivos tienen derecho a la vida es un absurdo ya que, por definición, un animal sólo puede vivir en detrimento de lo viviente.
Lo propio del hombre, lo que le diferencia de los animales -nunca humanizables- es lo siguiente: cuando mata un animal respetado (y no una bestia dañina de la que tiene la obligación de deshacerse), el acto de darle muerte va generalmente acompañado (en las sociedades tradicionales o rurales) de un ritual festivo o de una ceremonia expiatoria.
Es entonces cuando existe un gran contraste con la muerte en mataderos del animal. La valoración ética depende de muchas variables: culturales, veterinarias, éticas. No es lo mismo para un español que para un escandinavo, por poner un ejemplo, valorar una corrida de toros. El aficionado no goza con la muerte, es más apenas la tiene en cuenta. Existen una multitud de factores abrigan su percepción, la cual es filtrada a través de otros cristales con los que puede mirar un defensor escandinavo de los animales.
El conocido filósofo utilitarista Peter Singer, autor del best-seller Liberación animal, mantiene que “el criterio esencial del bienestar animal, el único por el que deberíamos luchar, reside fundamentalmente en condiciones de vida” y habrá que convenir que, desde este punto de vista, el mundo taurino podría recibir una certificación de buena conducta de las asociaciones más exigentes de defensa de los animales.
Un cordial saludo para los que debaten, para los lectores y uno muy especial para Rosa
Un comentario interesante, inteligente y moderado, con el que no coincido en su base argumental (pues defiende la tauromaquia) y en algunos puntos, pero no por ello me deja de resultar interesante.
Intentaré ahondar un poco en algunos puntos.
"Las corridas de toros no son más discutibles que la pesca con caña. Se pescan los peces por desafío, diversión, pasión y para comérselos"
- Personalmente no me gusta la pesca deportiva (y mucho menos la llamada caza deportiva), pero no considero que sea lo mismo la pesca y la tauromaquia.
Cierto que ambas llevan a la muerte de un animal y producen un placer en quienes la llevan a cabo y/o les gusta, pero hay diferencias importantes.
En primer lugar no considero que todos los animales sean exactamente lo mismo. Así considero (y creo que todos consideramos) más importante la vida de un ser humano (que no deja de ser un animal aunque con el cerebro más desarrollado) que la de una lagartija, o la de un chimpancé o un elefante que la de una mosca. Alguno me podrá decir: "todas las vidas son vidas y valen lo mismo", y quizás sea cierto, pero yo, personalmente no lo pienso.
En segundo lugar, y sin entrar en cuestiones científicas sobre el dolor que puede experimentar un pez durante la pesca y el de un mamífero al que se le clavan diferentes objetos punzantes de acero (cuestión que seguramente también sería debatible e importante), la pesca en un muy alto porcentaje tiene como fin principal la alimentación (comerse al pez), y por mucho que me digas que el toro también acaba siendo comido, en la tauromaquia ni de lejos es ese su verdadero fin, ¿cuántos aficionados que ven la corrida en la plaza van a comer después del toro que están viendo torear?. El fin de la tauromaquia es hacer un espectáculo con él, y que incluye causarle sufrimiento, dolor y la muerte (todos ellos absolutamente evitables pero incluidos de manera adrede en el "lote"). Y en todo caso en la pesca no se "adorna" ni se añade ningún elemento de supuesto sufrimiento "extra", mas que sacar al pez del agua y punto.
También hay otros muchos pescadores que vuelven a arrojar al agua al pez vivo tras haberle capturado
(personalmente no vería tan mal el toreo sin sangre, aunque me seguiría sin gustar)
Y por cierto, hace tiempo leí sobre el dolor físico en las diferentes especies animales, y siendo verdad que se cree (no está confirmado cien por cien) que casi todas son capaces de sentirlo, también se decía que ese dolor es al mismo tiempo diferente, y la intensidad y percepción en el sistema nervioso y en el cerebro cuando se produce un daño en sus cuerpos no puede ser catalogada ni medida en su intensidad de la misma manera, sobre todo entre especies tan distintas como vertebrados o invertebrados o entre peces y mamíferos. No sé explicarlo bien pues no soy científico, pero esos estudios decían que no se podía afirmar que fuera el mismo "tipo" de dolor.. (Y no creo que me discutas que el toro es más parecido fisiológicamente al hombre que al pez)
"Es difícil, así mismo, desprenderme de una tradición cultural que muchos hemos mamado desde pequeños"
-En este punto no te puedo rebatir nada. Mi mejor amigo es muy aficionado a los toros (incluso toreó cuando era un chaval) y mi abuela siempre me ha dicho que le gustan los toros porque le recuerdan a los domingos que su padre la llevaba a la plaza de toros y para ella era un día de fiesta.
"Ningún torero ni aficionado siente el más mínimo placer sádico en el sufrimiento del toro con el que ha convivido gran parte del año, como argumenta algún antitaurino porque sienten ese dolor similar al suyo, como si estuviera en el mismo trance"
-¿porque "sienten ese dolor similar al suyo"? ...si lo sintieran serían los primeros y más fervientes antitaurinos de la Tierra..
"Muchos nos preguntamos qué es lo que se condena: ¿el acto de matar un animal? ¿El hecho de matarlo para algo diferente de comérselo (como si al toro no nos lo comiéramos)? ¿O el hecho de matarlo en público, el malestar ante la visibilidad de la muerte?"
- Personalmente lo que "condeno" es el placer o la indiferencia de un ser humano ante el sufrimiento y/o la muerte de otro ser vivo ...solo eso.
"el acto de darle muerte va generalmente acompañado (en las sociedades tradicionales o rurales) de un ritual festivo o de una ceremonia expiatoria"
-Antiguamente y en algunos sitios actualmente los sacrificios de animales (antes también de personas) en ámbitos religiosos y/o festivos eran y son motivo de celebración, cierto. Afortunadamente ya casi no se hace.
Hoy en día, por lo menos en las sociedades occidentales y más evolucionadas, se intenta que el sacrificio de animales se produzca de la manera más rápida, humanitaria y menos dolorosa posible para el animal. La muerte del animal para la mayoría de personas no es motivo de alegría ni de fiesta, se les mata solo porque es necesario para su alimentación.
Ya hay varias empresas en todo el mundo invirtiendo en la investigación y fabricación de carne a partir de células madre. Incluso he leído que hasta grandes empresas ganaderas también lo están haciendo, pues están acojonados ante lo que puede suponer para su futuro.
"El conocido filósofo utilitarista Peter Singer, autor del best-seller Liberación animal, mantiene que “el criterio esencial del bienestar animal, el único por el que deberíamos luchar, reside fundamentalmente en condiciones de vida” y habrá que convenir que, desde este punto de vista, el mundo taurino podría recibir una certificación de buena conducta de las asociaciones más exigentes de defensa de los animales"
-Jeje, el mundo taurino lo que va a recibir es otra cosa (la extremaunción, diría yo

Un abrazo.
Re: La Fiesta
Sin entrar -en principio- en muchos detalles, comparto contigo que tienes muchos errores de base; has esgrimido unas respuestas a mis planteamientos con bastante precipitación; cosa que no me extraña en ti cuando se trata de toros, pues ya nos conocemos: te guías por la emoción y no lo critico amigo, sólo lo constato. Te has desgastado, lo mismo que muchos españoles, en admitir algo nuestro que sólo necesita una reflexión leve. No me sirven las frases grandilocuentes de personas que no saben de qué se habla. Te puedo poner el ejemplo de un amigo que ataca a la física subatómica cuando le afirmo que una partícula puede estar en dos lugares al tiempo. Dice que eso es brujería interesada.
1.- No has dicho por qué no es lo mismo caza deportiva -quizás porque no lo sabes-, pesca deportiva y una corrida de toros; enjundia de mi razonamiento.
2.- Todos los animales, desde la perspectiva animalista -y si tienes otra proponla desde el punto de vista científico- son casi iguales. No hay animales mejores que otros desde el punto de vista ético; existe evolución, que sería objeto de otro debate. Lo que creas o no creas, sólo entra en el ámbito de los pareceres y eso no justifica una respuesta general; sólo, como te dije, que declares tu casa antitaurina, lo cual creo conveniente para que invites algún día a ella. Siento decirte que en estas cuestiones la parte científica es importante Luis, lo mismo que la función filosófica de la mente.
3.- Los aficionados no podemos comer más toro porque desgraciadamente no lo hay. Es caro y precaria su oferta.
4.- Vuelves a defender tu postura desde un pensamiento estrictamente emocional: a los taurinos no nos gusta tampoco el dolor innecesario, ni regodearnos en él, como expuse.
5.- También hay toros que se devuelven a los pastizales después de la corrida y se utilizan como sementales; fíjate qué buena vida si te eligieran a ti: toda tu existencia para fecundar hembras ricas y comer lo que más te gusta. A los peces devueltos no les pasa lo mismo, siguen a expensas de los tiburones.
6.- -Dices: ¿por qué "sienten ese dolor similar al suyo"? ...si lo sintieran serían los primeros y más fervientes antitaurinos de la Tierra...
No me expresé bien, amigo puedes releer, estaba hablando de los antitaurinos. El torero sólo siente matar al toro y te lo aseguro.
7.- Dices: - Personalmente lo que "condeno" es el placer o la indiferencia de un ser humano ante el sufrimiento y/o la muerte de otro ser vivo ...solo eso.
Reitero que a los aficionados al toro nos molesta el sufrimiento gratuito, lo mismo que a ti. Ya lo defendí en mi anterior entrada.
8.- Dices: Hoy en día, por lo menos en las sociedades occidentales y más evolucionadas, se intenta que el sacrificio de animales se produzca de la manera más rápida, humanitaria y menos dolorosa posible para el animal.
Obvias mi linea argumental, ni creo que hayas visto las imágenes que puse. En Occidente, en los países más civilizados que me puedas proponer, hay actuacione deportivas que se basan en lo contrario de lo que propones.
9.- Dices: -Jeje, el mundo taurino lo que va a recibir es otra cosa (la extremaunción, diría yo

Bueno, amigo, esto sé que es una broma tuya; constatas que la tauromaquia no va a desaparecer tan fácilmente y cuando lo haga yo, seguro, no estaré para lamentarlo a través de mis fervorosas palabras.
Como en anteriores entradas me criticaron por mandarte besitos, ya no lo hago.
Un abrazo
Re: La Fiesta
1- Creo que te he explicado muy ampliamente porqué veo distinta la pesca deportiva y la tauromaquia.
Te tendría que repetir todo lo dicho..
En cuanto a la caza deportiva la rechazo de la misma manera o más que a la tauromaquia (ya te he dicho que para mí no es lo mismo un pez que un mamífero). Y ahora tú me dirás: "¿y la caza de aves?

Te lo resumiré en que rechazo todo lo que sea matar o infligir sufrimiento a un ser vivo sobre todo cuando es solo o también por diversión (tampoco me gusta la pesca deportiva)
2- te lo repito, amigo, valoro más la vida de una persona que la de una lagartija, y la de un elefante que de una mosca.
Yo no pertenezco a ningún "grupo" político o ideológico, tengo mis propias ideas.
3- Esa no es la cuestión. Al toro no se le torea y se le mata para comer (aunque se le coma)
4- Me consta que muchos taurinos no sois unos sádicos, pero la indiferencia ante el sufrimiento y la muerte un ser vivo (o su "minimización") tampoco me parece buena.
5- Eso tampoco justifica nada, de hecho pienso que indultar toros también se hace en interés del ganadero y de la "fiesta", para conseguir mejores toros en el futuro.
6- No lo creo, pero si tú lo dices. ...Una vez leí la historia de un torero que dejó de torear al darse cuenta, según él, del sufrimiento por el que pasaban los toros en las corridas.
7-Tampoco lo creo, amigo, si no querríais que se prohibiera la tauromaquia y preferiríais ir al cine, al teatro o a un concierto de rock.
8- Vuelvo a lo mismo, para mí (y para millones de personas) la pesca no es igual que las corridas de toros.
Pero por supuesto que en otros países occidentales y avanzados también hay "brutos"..
9- Sabes tan bien como yo que la tauromaquia de acabará ¿cuándo?, no sé, espero que lo antes posible, y no te preocupes que me iré de copas contigo para consolarte..

Otro abrazo, Miguel. (que con tanto besito tengo los morros escocíos, jajja)
Re: La Fiesta
Saludos mi estimado