Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:No estoy curada,
pero renuncio
al psiquiatra de mi mente.
Él, que abrió carpetas de voces ahogadas
y la sombra de los ojos
atrapados por la vida.

Le digo adiós. He quebrado
los prólogos de letra adolescente
y cerrado el capítulo donde ardía la sed.

Él decía:
No es necesario ser siempre bueno,
llevar el vestido recién planchado,
ni que recuerdes, incesante, palabras
que sangran
en el cuerpo oprimido.
No serás libre si comes con miedo,
si regresas a casa con los brazos cruzados,
si no aprendes el idioma de las aves,
y olvidas bailar sobre las olas.
Pero las serpientes siempre regresaban
mordiendo con su lengua gris
los paisajes de las vísceras.

Ha sido una renuncia inesperada.

Los versos no hurgarán mi nombre.
Ahora la musa despierta con el bautismo
de la mirada tardía
que trenza belleza con gacelas y bosques,
que recoge cascotes para hacer ciudades nuevas
y acoge la mendicidad
que humedece las aceras.

Ya no deseo mirarme como si fuera las cenizas de una estrella.

Antonia Mauro escribió:Este poema merece este reconocimiento, sin dudarlo.

Cómo me gustó cuando lo leí, y todas las demás veces todavía más.

Un abrazo.

Pilar Morte escribió:No estoy curada,
pero renuncio
al psiquiatra de mi mente.
Él, que abrió carpetas de voces ahogadas
y la sombra de los ojos
atrapados por la vida.

Le digo adiós. He quebrado
los prólogos de letra adolescente
y cerrado el capítulo donde ardía la sed.

Él decía:
No es necesario ser siempre bueno,
llevar el vestido recién planchado,
ni que recuerdes, incesante, palabras
que sangran
en el cuerpo oprimido.
No serás libre si comes con miedo,
si regresas a casa con los brazos cruzados,
si no aprendes el idioma de las aves,
y olvidas bailar sobre las olas.
Pero las serpientes siempre regresaban
mordiendo con su lengua gris
los paisajes de las vísceras.

Ha sido una renuncia inesperada.

Los versos no hurgarán mi nombre.
Ahora la musa despierta con el bautismo
de la mirada tardía
que trenza belleza con gacelas y bosques,
que recoge cascotes para hacer ciudades nuevas
y acoge la mendicidad
que humedece las aceras.

Ya no deseo mirarme como si fuera las cenizas de una estrella.