Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:
No te hagas mayor, me dice
cuando muestro mi rostro huraño
y preocupado,
me gusta tu ser en el que aún me encuentro.

Siempre estarás a mi lado, niña de mis adentros;
porque de irte se irían las tardes de los pueblos,
ese olor, tan profundo, de animales y eras del estío,
la brisa fresca que dormía las noches,
esa parte de la ruta que me señaló el camino,
las lunas, entonces globos desde la ventana
y que ahora son años sobre la piel.

Me siento bien si me acompañas,
si adaptas tu paso
a la curvatura del mío,
si me empujas con tu fuerza a subir
la cuesta de la vida.

Pilar Morte escribió:De vez en cuando me sorprende,
me mima con sus juegos malabares,
me hace imaginar saltar sin pausa.
Sabe que puedo olvidarla y hacerme mayor en un segundo.
Me llama si no la protejo de las arañas que duermen
en el bolsillo,
no quiere que empañe la tersura del alma
que fue torreón donde cobijaba el miedo.

A veces me acuna en silencio,
sabe que su ternura me puede
cuando la siento con los lazos de colores
asomada al balcón de la risa.

No te hagas mayor, me dice
cuando muestro mi rostro huraño
y preocupado,
me gusta tu ser en el que aún me encuentro.

No te olvido,
soy la que fui y un poco más,
aquella que miraba el mundo con sorpresa
y ahora vuelve del paseo con cansancio.

Siempre estarás a mi lado, niña de mis adentros;
porque de irte se irían las tardes de los pueblos,
ese olor, tan profundo, de animales y eras del estío,
la brisa fresca que dormía las noches,
esa parte de la ruta que me señaló el camino,
las lunas, entonces globos desde la ventana
y que ahora son años sobre la piel.

Me siento bien si me acompañas,
si adaptas tu paso
a la curvatura del mío,
si me empujas con tu fuerza a subir
la cuesta de la vida.

Pilar Morte escribió:De vez en cuando me sorprende,
me mima con sus juegos malabares,
me hace imaginar saltar sin pausa.
Sabe que puedo olvidarla y hacerme mayor en un segundo.
Me llama si no la protejo de las arañas que duermen
en el bolsillo,
no quiere que empañe la tersura del alma
que fue torreón donde cobijaba el miedo.

A veces me acuna en silencio,
sabe que su ternura me puede
cuando la siento con los lazos de colores
asomada al balcón de la risa.

No te hagas mayor, me dice
cuando muestro mi rostro huraño
y preocupado,
me gusta tu ser en el que aún me encuentro.

No te olvido,
soy la que fui y un poco más,
aquella que miraba el mundo con sorpresa
y ahora vuelve del paseo con cansancio.

Siempre estarás a mi lado, niña de mis adentros;
porque de irte se irían las tardes de los pueblos,
ese olor, tan profundo, de animales y eras del estío,
la brisa fresca que dormía las noches,
esa parte de la ruta que me señaló el camino,
las lunas, entonces globos desde la ventana
y que ahora son años sobre la piel.

Me siento bien si me acompañas,
si adaptas tu paso
a la curvatura del mío,
si me empujas con tu fuerza a subir
la cuesta de la vida.