Editorial Alaire

Raul Muñoz escribió:En la antesala del patio trasero del colegio,
estoy invernando junto a los caracoles…

Veo crecer a las babosas,
que devoran el tuétano de mis huesos,
y mi mirada furtiva trata de rodear
a los bichitos devastadores que talan mi alma.

Veo el trueno fugaz fulminando la ilusión,
que se desparrama sobre el charco,
también los pisotones ennegrecidos,
prestos a deshacerse en el anonimato.
Y mis manos acompasadas dibujan sombras
en la pared que se derrumbó tras un grito.

Hay muchos enanos cabezones,
que salpican sus cuadernos con lápices afilados…

Me da pena ver mi camisa de flores marchitas.
Con asombro, veo a un sabio tuerto cual mutilado y desafiante halcón,
y palomas que posan su vuelo
en sabrosos y risueños cuencos confiados.

Toco, tímidamente, las antenas fibrosas
desplegadas en casa del sapo cantor.
Mientras pienso, que si acaso crecí lo suficiente
con suficiencia habré de morir cual pantano inerte,
pues no más tuve por bien hacer que esconderme.
¡Ay, me retuerzo, soy bruto espanto y aullido de muerte!
¡Ya no más flor que florece!

Y callo, ya son tantos sabores marchitos como ruiseñores sin canto.
Los lobos en manada me muestran sus dientes,
su hambre de dolor.
¡Ay, cuánto dolor hay en el colegio!

Cuando el dolor es tanto, la razón es ciega,
y con furia apalea las carnes frías y entumecidas del amor.
¡Oh el amor, inocente gigante que enanos a su paso encontró,
mas no por eso desistió!