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Cuando uno no se tiene en pie, en este sitio lamentable y horrendo que es nuestra España en tantos momentos y circunstancias, largarse a Marruecos o a Francia, a México, o cualquier otro sitio, como hicieron tantos poetas y escritores españoles de gran talento y renombre como Juan Gil Albert, Carlos Edmundo de Ory, Juan Goytisolo, León Felipe, entre otros muchos, es una gran idea, amigo Rafel. Me ha gustado muchísimo tu poema.Rafel Calle escribió: ↑Lun, 28 Nov 2011 16:11 No me tengo de pie,
un rigor inestable columpia los cimientos,
la oscilación es intratable,
la derechura es un lamento;
todo cavilaciones y balanzas en crisis.
Clamor de ingravidez por la ausencia de peso.
No me tengo de pie.
Solo queda fumar memorias de alcanfor,
alucine entre sábanas de un hotel en Marruecos,
las fachadas eróticas,
los tejados sin miedo,
bocanadas azules
o espiral de glamour en los deseos;
el humo son anillos de esperanza,
la calidad redonda de los sueños
cuando pides tener en propiedad
la condición lujosa de los gestos.
No me tengo de pie, la levedad es insufrible,
toda motivación es algo etéreo,
el ansia es un error muy recurrente
al límite que marca el parámetro de los necios.
No me tengo de pie;
en las columnas del carácter,
arena perezosa y mísero cemento,
se encuentra la razón de mis desplomes.
Escombros de la rectitud en un malnutrido talento.
No me tengo de pie. Hay un temblor al borde
de lo resbaladizo de mi tiempo.
Riqueza en la expresión y en cada verso, amigo Rafel.Rafel Calle escribió: ↑Lun, 28 Nov 2011 16:11 No me tengo de pie,
un rigor inestable columpia los cimientos,
la oscilación es intratable,
la derechura es un lamento;
todo cavilaciones y balanzas en crisis.
Clamor de ingravidez por la ausencia de peso.
No me tengo de pie.
Solo queda fumar memorias de alcanfor,
alucine entre sábanas de un hotel en Marruecos,
las fachadas eróticas,
los tejados sin miedo,
bocanadas azules
o espiral de glamour en los deseos;
el humo son anillos de esperanza,
la calidad redonda de los sueños
cuando pides tener en propiedad
la condición lujosa de los gestos.
No me tengo de pie, la levedad es insufrible,
toda motivación es algo etéreo,
el ansia es un error muy recurrente
al límite que marca el parámetro de los necios.
No me tengo de pie;
en las columnas del carácter,
arena perezosa y mísero cemento,
se encuentra la razón de mis desplomes.
Escombros de la rectitud en un malnutrido talento.
No me tengo de pie. Hay un temblor al borde
de lo resbaladizo de mi tiempo.