Fermín Lasarte escribió:Este poema es para mi amigo Santi, que de imporviso, a los veintricuatro años,
decidió irse de la vida a tocar la guitarra en el cielo.
Es para vos ¨ loco P ¨,
donde quiera que estés. [RIGHT]¨Este es el fin, bello amigo
Este es el fin, mi único amigo, el fin
De nuestros elaborados planes, el fin...
... Yo nunca mirare dentro de tus ojos
Otra vez¨
Jim Morrison The end. [/RIGHT]
¿Qué último fantasma vino a nublarte
la idea de un mañana?
Los porques me arden en el pecho como lanzas incendiadas,
es agrio el camino de la bronca al vacío
y del vacío a la nada. No estás, no estarás,
decidiste subir al tren de los que viajan al sol, a ser viento o agua
abandonando tu cuerpo al hervor de estas lágrimas.
Quisiera que mis versos fueran más humanos,
quisiera ser madre para parir un poema que te traiga en olas;
Quisiera ser Gelman o Neruda o Vallejo,
poetas de la tierra, para dibujarte en letras;
pero solo soy un mal poeta de ojos ciegos
que construye torres de palabras muertas.
Ésta Mar del Plata me duele sin vos,
están tan vacías sus calles, sus casas, sus gentes.
Contigo te llevaste nuestras noches de viento,
libres noches de humos verdes
en donde soñábamos mas allá de nuestras manos.
Vos te ibas a volar en las alas de tu guitarra,
yo me perdía en los manantiales de tus cantos,
fluían las horas en la luz tenue del departamento,
y no había nada afuera,
la ciudad podría haberse ido,
el mundo podría haber muerto,
nada importaba, nosotros ya estábamos muy lejos.
Noches de Jefferson Airplane, de Canned Heat,
de Spinetta, de Doors y Naranjas Mecánicas.
Siempre lo dijimos: nacimos cuarenta años después,
pero por qué carajo decidiste morirte cuarenta años antes.
Ya han migrado las mariposas de tus dedos,
tus rastas han quedado en silencio,
se calla tu guitarra y descansa,
ya para siempre será madera.
Chau Santi,
ojala hayas tenido un buen viaje a la luz,
luz que no supo iluminarte la vida.
NOTA: La tarde era plomiza, lluviosa, acorde a ese momento. Quine o veinte amigos despedíamos tus restos. Solo se oían las lágrimas, y la impotencia de los ojos que te buscaban. Nadie hablaba, los pájaros mudos, los árboles callados. Permanecimos allí sentados en el pasto del cementerio una larga hora, quietos alrededor de la fría madera, mirando, tratando de entender.
De pronto, de la nada, como si dios o alguien lo hubiese dispuesto, se abrió un hueco en el cielo apartando las nubes, como una laguna dorada en medio de un mar gris. El sol apareció imponente y destelló con gran fuerza, y su luz, clarísima, pura como el agua,
lleno nuestros rostros llorosos .
Luego lo entendimos.
Gracias Santi por esa última sonrisa.
Este era Santi:
http://www.youtube.com/watch?v=dEGO3ur1-5o
Fermín Lasarte