Publicado: Jue, 05 Abr 2012 11:06
Extraordinario poema, Julio.
Elegancia, ritmo, el tono exacto.
Un poema antológico
Un abrazo y
Enhorabuena
Ana
Elegancia, ritmo, el tono exacto.
Un poema antológico
Un abrazo y
Enhorabuena
Ana
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Miguel Iervolino escribió:Épico, evocador, bellísimo, me ha encantado este poema. Mi felicitación,Julio, con un cordial saludo.
Gerardo Mont escribió:Estimado poeta. No solo escribes, dibujas con el arte del que sabe ver y siente para hacer sentir. Siempre es un lujo leerte y este naufragio es una bella expresión de lo que las musas saben decir por medio de tu pluma. De alguna manera todas nuestras empresas están condenadas al naufragio. Mis abrazos de amigo.
Susa Campos escribió:Ya lo han dicho todo de este hermosísimo poema. Me quedo leyéndolo, Julio.
Un saludo cordial.
Ana Muela Sopeña escribió:Extraordinario poema, Julio.
Elegancia, ritmo, el tono exacto.
Un poema antológico
Un abrazo y
Enhorabuena
Ana
Radiante poema !Julio González Alonso escribió:Naufragio en Alejandría.
En las costas de Alejandría rompen las olas que arrastraron tu barco;
se adelgazan las brisas hasta el azul de un recuerdo de velas inflamadas;
suspiran las anémonas en la humedad de las montañas y descienden a lo amargo
de este mar
para hacerse muerte;
y, en las arenas de las playas, sólo el silencio es una huella que abrasa el sol mediterráneo.
Y se repite
que
en las costas de Alejandría rompen olas que arrastraron tu barco
y se adelgazan las brisas hasta el azul de recuerdos de velas inflamadas;
aspiran las anémonas la humedad de las montañas y descienden a lo
amargo
de este mar
hasta el rostro de la muerte
en las arenas de las playas, y sólo el silencio es una huella que abrasa el sol mediterráneo.
¡Ay tristezas que lamieron el borde gastado en las sandalias
al paso de las legiones!; todavía el salitre impregnado en la túnica;
todavía el mar en los ojos como un mapa azul con suaves fronteras de olas.
Ahora miras perplejo al cielo y los dioses no responden; sólo te llega el
soplo
de un aire cálido del sur.
En tu pelo se enredan los olivos de las últimas victorias
conquistadas en los juegos de la lejana Grecia
y te preguntas – asombrado – quiénes fueron los vencidos y quiénes los
vencedores.
En las costas de Alejandría rompen las olas con los restos de un naufragio
y el silencio se adentra en los corazones con salobre amor de algas.
Ya nunca volviste a la soberbia Roma contando las distancias infinitas
del Imperio;
ni los dioses escucharon tus palabras, depositadas en los altares perfumados de los
templos. Tuviste el tiempo justo
de los héroes
cuando alcanzaste el fondo de las aguas que surcaban las trirremas,
los ojos muy abiertos
a la claridad que se alejaba hacia el fondo del cielo,
entre las mismas aguas
que llenaron el aliento de tu pecho. La espada
enfundada
y las manos abiertas a la patria de la muerte.
.
J. J. M. Ferreiro escribió:Vuelvo a esta maravilla de poema, donde la nostalgia tiene el metal precioso de lo imperecedero, las raíces de lo somos.
Salud y sabrosas hecatombes.
Hernán Correa escribió:Julio, un gusto leer este excelente poema. Un saludo.