Editorial Alaire

Muchísimas gracias, Rafel, por tu minucioso análisis de "Pabellón de Ictus".

He intentado hacer una crónica a la vez poética, estadística, llena de esperanza y también de desolación. Contrastar los opuestos.

Mi planteamiento también ha sido describir en dos niveles el hospital. El nivel objetivo, de realidad. Y otro nivel surrealista, más simbólico.

El hospital es un lugar maravilloso y terrible a la vez.

Y mi mensaje más importante es este:

Muchas personas tras un Ictus se quedan atrapadas en sus discapacidades. Es decir... casi no andan, casi no hablan y pierden la capacidad de tragar (y con ello de comer) y de coger una cuchara o un bolígrafo para escribir...

Pero la mayoría de las veces no se ha puesto a disposición de ese paciente un equipo multidisciplinar que le ayude a rehabilitarse. Ese equipo depende del presupuesto financiero para Sanidad que cada país o cada Comunidad Autónoma destine para tal efecto.

Al final, la recuperación de la salud y de la funcionalidad es política y es económica.

Sobre todo ello debemos pensar y (si podemos) actuar.

Un abrazo
Ana

Muchísimas gracias, Administración, por seleccionar este poema como "poema semanal".

Abrazos
Ana

Gracias, Concha, por tus palabras.

Un abrazo grande
Ana

Querida Ana:

Tengo optimismo y pesimismo a la vez sobre este tema.

Sí veo cuestiones positivas, pero también veo la realidad.

Un fuerte abrazo
Gracias
Ana

Muchas gracias, Francisco, por tu felicitación.

Un abrazo grande
Ana

Agradezco un montón tus palabras, Armilo:

Un fuerte abrazo, amigo poeta
Ana

Muchas gracias, Jorge, por tus palabras:

Un abrazo fuerte
Ana

Sigo aprendiendo con las lecturas y relecturas de este poema y sus comentarios.
Te felicito, Ana, por el reconocimiento a tu poema, sin duda merecido por su arte, pero además necesario para darle más voz a su mensaje, su denuncia.
Mi abrazo fraternal.

Lisandro

Enhorabuena, Ana, por la merecida distinción a esta gran obra. Un abrazo.

Agradezco tus palabras, Lisandro:

Es siempre una alegría verte en mi espacio.

Un abrazo grande
Ana

Muchas gracias, Ramón, por venir y brindarme tu reconocimiento.

Un abrazo grande
Ana

Felicitaciones, Ana. Que sea un verano feliz.

El ictus es una buena jodienda. Alguna vez lo he pensado, me gustaría, en caso de sufrirlo alguna vez, tener los reflejos suficientes para darme un cacerolazo y quedarme tieso, pero feliz. Por otro lado, el escrito destila una visión lúcida, pero no apesadumbrada. Una vez estuve ingresado durante un tiempo en un hospital, y la conclusión que saqué de allí es que en la próxima vida quisiera ser enfermero. Me gustaban los turnos que hacían, y me gustaba el trabajo que hacían. Tengo una sobrina que ahora va a empezar enfermería, pero luego, si puede, quiere seguir adelante con medicina. Le digo que se olvide de la medicina y se consolide como una buena enfermera. Los médicos se ocupan más de la parte técnica, las enfermeras más de la humana. Algunas robóticas, como te encuentras gente en cualquier trabajo, pero otras muy volcadas en el consuelo, la amabilidad, la ternura, y la compasión. Tienen cierta libertad de maniobra, una ventana con acceso a la otra parte de la vida, como aquí tan bien nos muestra Ana en sus observaciones. Por otra parte, trabajar en un hospital, o en asistencias privadas con gente que tiene problemas graves inmuniza, de alguna forma a la mente, contra todas esas cosas que a muchos luego les pasan y les parecen horribles por no haber estado nunca expuestos a ello.

Me ha gustado el escrito, y la sensibilidad que destila, tanto en lo humano como en lo literario.

Merece la pena.

Desolador relato, Ana. Una gran elección como poema de la semana.

Mi queridísima Ana, lo que has descrito pone los pelos de punta e inyecta tristeza. Los que han pasado por algo así con algún familiar o hemos tenido problemas de salud, fácilmente nos podemos ver reflejados en algún momento en tu poema.

Es tan terrible como hermoso.

Te quiero.
Un abrazo.