ahora, los domingos, no llegan, no existen;
y, además, si nos matan, este lumpen mío no le da la más mínima importancia;
no, no vengas madre, no vengas del otro lado
ni asomes más a la ventana de mi vida,
no te acerques ni me llames, madre, no quieras verme,
no, no aparezcas, por favor, cariño, no lo hagas ni me veas,
no, no regreses nunca.