Luis M escribió: ↑Sab, 03 Oct 2020 17:25
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Aparcó su viejo Mustang gris o azul
repintado de impoluta certidumbre
en aquella playa donde las gaviotas,
el oleaje y los cangrejos campaban alegres
como ángeles sin titulación,
siempre tan carroñeros
como inevitablemente necesarios.
Aquel otro tipo contemplaba el mar
como si de una ciudad bajo el gobierno
del silente dios de la clandestina clarividencia
y el
fracking de esternones blindados
se tratase.
Bolígrafo y papel en mano,
ojos quién sabe dónde. Las olas,
cómplices de su causa parecían.
-¿Sabes poesía?, preguntó,
y con el espejismo de seguridad que otorga
la estupidez no sabida le retó:
-Escribe unos versos entonces.
El otro, sin mirarle siquiera,
disparó su boli:
"Vuestra negación es mi orgullo,
vuestra envidia mi carcajada.
Vuestra mediocridad es mi dinamita,
vuestra censura mi razón."
No vio más opción que atropellarle
con su viejo Mustang de cien mil
soberbios caballos.
La sangre y los átomos del poeta se mezclaban
cual tsunami sin retorno
con la arena, las caracolas vacías
y algún bote arrugado de cocacola...
En su rugiente y vieja reliquia
tracción trasera se largó de aquella playa
antes que empezaran a sonar las sirenas
del arrepentimiento y la incómoda verdad.
Por el retrovisor, olas, aves y caracolas
le miraban al irse.
Y es que juraría que las muy hijas de puta
sonreían, mientras el tipo de la playa alzaba
al cielo con su mano una cerveza,
también sonriente, deseándole buen viaje.
Con el tiempo su viejo Mustang gripó,
y por lo bajito hoy reconoce
que aún sigue buscando esa playa
donde aquel día el mar, sus inquilinos,
algún bote de cocacola arrugado
y unos versos a vuelapluma resplandecían
como la última nieve primaveral
y se reían (no sin un atisbo de pena
también) ... de él.
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