Re: OTRO CUENTO DE AMOR SIN PARA SIEMPRE (EB).
Publicado: Jue, 19 Mar 2015 1:12
Un honor tu paso estimada y admirada poeta. Te agradezco tu lectura y comentario. Un gran abrazo.
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F. Enrique escribió: Interesante e intenso poema, Gerardo, que ha concentrado mi atención y que se mantiene firme con el ritmo que se despliega en toda su extensión.
Un abrazo.
Ventura Ramos López escribió:He repasado y no había comentado aún tu poema. Me ha sido curioso porque lo he leído ya varias veces, creo que pensé que lo habría hecho la primera vez. Es curioso. A veces pensamos haber hecho las cosas y después se convierten en tareas perdidas. Quizás eso sea esta Babel descosida que busca sus tótem para salvarse en una exaltación a sus propias mentiras. Un cúmulo de tareas perdidas, de miedos que se modifican hacia agravios imaginarios, una búsqueda del otro como promesa que cure de una soledad que aterra.
Yo veo un recorrido ante la oscuridad, sembrado a pesar de ello por un amor que desea perdurar y hacerse eterno.
Quiero aprovechar, para decirte (sólo desde las ganas) que se te echa mucho de menos por aquí, nada como tus obras para despertar la motivación, el intelecto, las ganas de crear, el placer de leer y sumergirse a brazadas largas en tus anchos versos.
Te envío un fuerte abrazo querido amigo, y por supuesto, me encantó el poema
Rafel Calle escribió:Grandes obras de los autores de Alaire, en este caso, de Gerardo Mont.
Gerardo Mont escribió:Deshojada la ciudad se arremolina
y desde las ventanas los ojos siguen su trayecto.
La tarde ya cansada de oráculos inciertos
que eclipsan las mentiras, que empañan las verdades,
sigue perpetuando de Babel todos sus nombres. En este escondrijo que es la vida,
todas las lluvias parecen ser divinas.
No es otoño -aquí el invierno no se cura-, pero las gentes inventan sus caídas,
sus vuelos secos, su clásico crujir cuando otro les ultraja.
Las horas tardías barren sus cadáveres. Como ramas secas
del árbol de la vida, las avenidas maldicen abandonos,
intentan el olvido de aquellas horas verdes, de hojas de parra y de serpientes.
En el pecho reza la sentencia: “no hay vacantes” y un ave oscura sobrevuela la esperanza.
Por las celosías un rumor de alas rotas acalla los rescoldos.
Siempre arde el mundo por la tarde, luego se infectan los ojos de cenizas.
Bésame
clama una pasión sobreviviente acurrucada en el pórtico del labio.
Clandestinas las miradas siguen al flautín del desenfreno,
y se ahogan para paliar esos amores que no cedieron al olvido… Fue así que Hamelín sobrevivió
a la muerte de sus niños. Y hoy nadie sabe de razones para intentar otras recetas.
Los viejos, ya de viejos, ya de astutos, tienen un oído selectivo.
Y se quiebran las doce en el asfalto – emperador taciturno de las prisas –.
La última cenicienta se guarece. Ha desperdigado muchas zapatillas.
“Alguna ha de regresar con un príncipe en sus manos”, se dice,
luego reza. Las ratas también buscan sus guaridas, pero los niños tiemblan intemperies.
Y aunque llueve aun sobre los tálamos,
los amantes tiritan al oído: ¿por qué aquí no es para siempre?
Óscar Distéfano escribió:Realmente, debo decirte que este poema tuyo se encuentra a la altura de las excelentes obras. Más allá del tema desarrollado, que es una honda crónica existencial, me gusta mucho el lenguaje, la sutil expresión que crea enigma y polisemia. Le brinda su carácter duradero.
Un abrazo, amigo.
Óscar