Publicado: Mar, 11 Nov 2014 12:53
Felicitaciones, gran reflexión, un placer pasar por tu obra.
javier
javier
Foro poético-literario, revista y tienda de libros de la Editorial Alaire. Poemas de todo tipo, relatos cortos, ensayos. Debates, discusiones y todo tipo de estudios sobre temas relacionados con el ámbito literario. Convocatorias de concursos de poesía.
https://foro.editorialalaire.es/
Julio, es un poema de gran belleza, culto y digno de tu magnífica pluma que merece la distinción otorgada por la administración de Alaire.Julio Bonal escribió:
No es posible decir: soy manso,
y sobre esa columna inerme
edificar un templo a la dulzura arremansada
y calma. Fuera para la paz entonces
un despropósito sumo el extender su reino
por entre los súbditos enrojecidos de sangre
del romano dios: habita estos campos
la ley inexorable de los nombres
y su invicta, aunque impura, razón. Y es que,
luego de viajar por los años,
no he hallado todavía un viaducto más digno
del patrimonio humano que el de
las rodillas dobladas para el parto de la esclava
de Abraham. No soy un loco. He leído
a Ovidio y a Camus, al venerable Joyce, a McCarthy
y su deslumbrante horror. He hecho mía
la oscuridad hermosísima del Juan que se embebe en la muerte
para no morir. Y hasta algún versículo del libro condenado
que todos sabemos cuál es. Y al divino Coetze.
Asumo lo liviano del día. Brillo en él. Pero
trago fuego y vomito ansia, pues
una esperanza de carne se desespera en mí
para que la viva, para que la avive, para que diga amor
siempre que hable. Y callo. No hay mal
de más doler que el de no ser la gran uña que rasga
y encorinta el sueño de vivir. El resto todo,
es hambruna fiera y docta inutilidad.
Julio Bonal escribió:
No es posible decir: soy manso,
y sobre esa columna inerme
edificar un templo a la dulzura arremansada
y calma. Fuera para la paz entonces
un despropósito sumo el extender su reino
por entre los súbditos enrojecidos de sangre
del romano dios: habita estos campos
la ley inexorable de los nombres
y su invicta, aunque impura, razón. Y es que,
luego de viajar por los años,
no he hallado todavía un viaducto más digno
del patrimonio humano que el de
las rodillas dobladas para el parto de la esclava
de Abraham. No soy un loco. He leído
a Ovidio y a Camus, al venerable Joyce, a McCarthy
y su deslumbrante horror. He hecho mía
la oscuridad hermosísima del Juan que se embebe en la muerte
para no morir. Y hasta algún versículo del libro condenado
que todos sabemos cuál es. Y al divino Coetze.
Asumo lo liviano del día. Brillo en él. Pero
trago fuego y vomito ansia, pues
una esperanza de carne se desespera en mí
para que la viva, para que la avive, para que diga amor
siempre que hable. Y callo. No hay mal
de más doler que el de no ser la gran uña que rasga
y encorinta el sueño de vivir. El resto todo,
es hambruna fiera y docta inutilidad.
Julio Bonal escribió:
No es posible decir: soy manso,
y sobre esa columna inerme
edificar un templo a la dulzura arremansada
y calma. Fuera para la paz entonces
un despropósito sumo el extender su reino
por entre los súbditos enrojecidos de sangre
del romano dios: habita estos campos
la ley inexorable de los nombres
y su invicta, aunque impura, razón. Y es que,
luego de viajar por los años,
no he hallado todavía un viaducto más digno
del patrimonio humano que el de
las rodillas dobladas para el parto de la esclava
de Abraham. No soy un loco. He leído
a Ovidio y a Camus, al venerable Joyce, a McCarthy
y su deslumbrante horror. He hecho mía
la oscuridad hermosísima del Juan que se embebe en la muerte
para no morir. Y hasta algún versículo del libro condenado
que todos sabemos cuál es. Y al divino Coetze.
Asumo lo liviano del día. Brillo en él. Pero
trago fuego y vomito ansia, pues
una esperanza de carne se desespera en mí
para que la viva, para que la avive, para que diga amor
siempre que hable. Y callo. No hay mal
de más doler que el de no ser la gran uña que rasga
y encorinta el sueño de vivir. El resto todo,
es hambruna fiera y docta inutilidad.
Sube para deleite de todos.Julio Bonal escribió:
No es posible decir: soy manso,
y sobre esa columna inerme
edificar un templo a la dulzura arremansada
y calma. Fuera para la paz entonces
un despropósito sumo el extender su reino
por entre los súbditos enrojecidos de sangre
del romano dios: habita estos campos
la ley inexorable de los nombres
y su invicta, aunque impura, razón. Y es que,
luego de viajar por los años,
no he hallado todavía un viaducto más digno
del patrimonio humano que el de
las rodillas dobladas para el parto de la esclava
de Abraham. No soy un loco. He leído
a Ovidio y a Camus, al venerable Joyce, a McCarthy
y su deslumbrante horror. He hecho mía
la oscuridad hermosísima del Juan que se embebe en la muerte
para no morir. Y hasta algún versículo del libro condenado
que todos sabemos cuál es. Y al divino Coetze.
Asumo lo liviano del día. Brillo en él. Pero
trago fuego y vomito ansia, pues
una esperanza de carne se desespera en mí
para que la viva, para que la avive, para que diga amor
siempre que hable. Y callo. No hay mal
de más doler que el de no ser la gran uña que rasga
y encorinta el sueño de vivir. El resto todo,
es hambruna fiera y docta inutilidad.