Editorial Alaire

Ventura Ramos López escribió:He cogido el libro entre las manos, descalzo he recorrido esos metros que separan el ultimo beso de la ultima mirada. Y despues me he dejado vagar por Brooklyn y Central Park, y he vuelto al antro, solo, para esperar el momento en que ¿suene de nuevo esa llamada?, y vuelva descalzo con el libro entre las manos, una y otra vez, al ultimo beso.
Y a releer este precioso poema, que engancha una y otra vez
Besos y enhorabuena

Jerónimo Muñoz escribió:He quedado verdaderamente impresionado por este poema tuyo, Hallie Sol. ¿Cómo puede alguien ser tan generosa, tan eficiente, tan omnipresente y, a la vez, escribir con esta grandeza? Ecos lorquianos filtrados por tu incomparable sentimiento poético, en el que las figuras cobran una magnitud sublime y prodigiosa.
Eres magnífica, Hallie. Primero, como persona, y desde luego, como poeta infinita.
Gracias po tu poema y por tanto... por tanto.
Un beso, querida amiga.
Jerónimo

Marius Gabureanu escribió:Querida amiga, un magnifico escenario para revelar una inesperada historia de amor que se consume en el tumulto de la ciudad. La complicidad de los gestos, la mímica del paisaje, me ha encantado totalmente.
Hallie, creo que he comentado mas de diez poemas hoy, todos muy buenos, pero la pasión que encuentro en el tuyo y la vivacidad de la idea poética me aseguran una vez mas que tu lírica se manifiesta como una lava ardiente de belleza, haciendo nubes de estrellas. El amor encuentra su rostro verdadero y esto es un logro muy poco visto. Recibe mis abrazos sinceros, querida amiga y felicitaciones.

Gerardo Mont escribió:Vuelvo a leer esta maravilla y permanece igual de rica y fresca que la primera vez. Que gusto leerte amiga. Un gran abrazo.

Hallie Hernández Alfaro escribió:.


Ya he sabido que sería allí,
en el idilio de Brooklyn cuando anochece,
antes del capítulo VI de la novela que nos escribe.

Lejos queda la cabellera del antro,
la polifonía sacra,
la temprana oración de los condenados.

Tus ojos moran el trigo en mis desvelos
mientras el agua ondula sus fauces bajo el puente.

A media tarde, las letras son costura firme
en el azulado frac de la esperanza.
Leemos sin parar con las manos en sueño
como si las páginas fueran levedad íntima,
ciclón breve, anarquía posible.

Mis ojos descalzan tu figura en Central Park
mientras el césped toca la humedad del milagro.

Ah, labios del norte besando a morir,
ah, yemas de río inacabable;
he sabido que sería aquí
el luminoso final de la novela que nos vive.

.

Hallie Hernández Alfaro escribió:.


Ya he sabido que sería allí,
en el idilio de Brooklyn cuando anochece,
antes del capítulo VI de la novela que nos escribe.

Lejos queda la cabellera del antro,
la polifonía sacra,
la temprana oración de los condenados.

Tus ojos moran el trigo en mis desvelos
mientras el agua ondula sus fauces bajo el puente.

A media tarde, las letras son costura firme
en el azulado frac de la esperanza.
Leemos sin parar con las manos en sueño
como si las páginas fueran levedad íntima,
ciclón breve, anarquía posible.

Mis ojos descalzan tu figura en Central Park
mientras el césped toca la humedad del milagro.

Ah, labios del norte besando a morir,
ah, yemas de río inacabable;
he sabido que sería aquí
el luminoso final de la novela que nos vive.

.

Mauro Colomina escribió:Porfin he conocido tu poema sobre Nueva York. No tiene nada que envidiar al mío, todo lo contrario. Me encantó leerte. Un abrazo.

J. Paz escribió:Me encanta, Hallie. Me gusta mucho cómo presentas y estructuras el mensaje. Preciosos versos finales. Feliz día.

Judit

Antonio Justel escribió:

Hallie Hernández Alfaro escribió:.


Ya he sabido que sería allí,
en el idilio de Brooklyn cuando anochece,
antes del capítulo VI de la novela que nos escribe.

Lejos queda la cabellera del antro,
la polifonía sacra,
la temprana oración de los condenados.

Tus ojos moran el trigo en mis desvelos
mientras el agua ondula sus fauces bajo el puente.

A media tarde, las letras son costura firme
en el azulado frac de la esperanza.
Leemos sin parar con las manos en sueño
como si las páginas fueran levedad íntima,
ciclón breve, anarquía posible.

Mis ojos descalzan tu figura en Central Park
mientras el césped toca la humedad del milagro.

Ah, labios del norte besando a morir,
ah, yemas de río inacabable;
he sabido que sería aquí
el luminoso final de la novela que nos vive.

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... tu poesía goa de una madurez envidiable, de brillantez, de mesura, de intimidad y también de universalidad, pues Central Park es algo de tal calibre; a menudo leo, Hallie, a los poetas del tiempo (y a ellas, claro) e irremediablemente las comparo con mis compañeras de caminatas sin fin; el resultado parecería absurdo si no me conocieras un tanto así, cuando digo que tan favorable es a quienes aquí escriben y también en algunos otros lugares; deja que internet (la vara de nuestro tiempo) acomode las cosas, querida amiga; más de cuatro saldréis por los aires en las mejores ondas y en los mejores bits; un abrazo grande; Orión