Editorial Alaire

Macedonio Tracel escribió:Encontré unas copas que atesora mi madre infinitamente
más delicadas que las que yo he usado en todos estos años.
Le quedan 2, las demás se han roto y no me atrevo a tocarlas.
Están en el bargueño, en un amontonamiento siempre transparente
acorde con sus huesos, la carne se ha ido y brillan como una
tarde tibia de lluvia y numerosa. Puedo ver finales en todas estas
cosas bien guardadas, en los sillones, los platos. Mis articulaciones
también están doloridas. La pantalla de la lámpara desde siempre
me pareció un sudario. Redunda y sé que hay también una bolsa
con lavanda que los años no llegarán a esconder. Mi madre ya no baila,
nunca bailó, se inventa unas filigranas con sus bolsas de plástico con
blisters de remedios. Como un ave nocturna hurga en la penumbra
de su decantación. Mientras más escribo, más me cuesta respirar.
Una trompeta me sostiene en esta cadencia hasta que un piano se
atreve a aparecer. La gente de la lámpara aceptó rozarse entre
una luz de manteca. La grabación mantiene el estilo desde una fritura
constante y la persuasión que habita en los discos de 33. Mi madre
baila lo que nunca bailó. Es una pregunta quieta y liviana.
Ha despejado los huesos, los gestos,
las vergüenzas.

Gerardo Mont escribió:Macedonio, un gran gusto llegar a tus letras, profundas, cautivantes, que toman los elementos cotidianos y los convierten en arte...Uno lee, ve, siente y sabe que se ha acercado a la poesía, a sus fuentes. Un gusto amigo. Un abrazo.

Óscar Distéfano escribió:Grande es este poema, Macedonio, no sólo por la exhumación de emblemas del pasado, sino por la milagrosa resurrección del simbolismo personal, para mostrarnos a nosotros, tus lectores, la universalidad poética de ese mundo tuyo. La emoción se apodera de nosotros en cada línea. “Mientras más leemos, más nos cuesta respirar”. Y esa felicísima textura de tejer los hilos del pasado y el presente, nos envuelve con toda su seda de humanismo. La atmósfera creada es para no querer salir nunca de ella, y el cierre, amigo, el cierre es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la vitalidad sobre la agonía.
Creo que la forma (informal, en el mejor sentido de la palabra) acompaña ese dislocamiento del tiempo y de la realidad.

Grande es mi respeto por este trabajo tuyo, apreciado amigo.
Óscar

Macedonio Tracel escribió:Encontré unas copas que atesora mi madre infinitamente
más delicadas que las que yo he usado en todos estos años.
Le quedan 2, las demás se han roto y no me atrevo a tocarlas.
Están en el bargueño, en un amontonamiento siempre transparente
acorde con sus huesos, la carne se ha ido y brillan como una
tarde tibia de lluvia y numerosa. Puedo ver finales en todas estas
cosas bien guardadas, en los sillones, los platos. Mis articulaciones
también están doloridas. La pantalla de la lámpara desde siempre
me pareció un sudario. Redunda y sé que hay también una bolsa
con lavanda que los años no llegarán a esconder. Mi madre ya no baila,
nunca bailó, se inventa unas filigranas con sus bolsas de plástico con
blisters de remedios. Como un ave nocturna hurga en la penumbra
de su decantación. Mientras más escribo, más me cuesta respirar.
Una trompeta me sostiene en esta cadencia hasta que un piano se
atreve a aparecer. La gente de la lámpara aceptó rozarse entre
una luz de manteca. La grabación mantiene el estilo desde una fritura
constante y la persuasión que habita en los discos de 33. Mi madre
baila lo que nunca bailó. Es una pregunta quieta y liviana.
Ha despejado los huesos, los gestos,
las vergüenzas.