F. Enrique escribió:Tuvo que venir el viejo Clint Eastwood, a quien teníamos en la retina muchas veces por sus método expeditivos y violentos, aunque con su fondo de realismo, amargura y humanidad, para demostrarnos simplemente como se hace una película de amor y echar mano de Meryl Streep por cuyas películas, por esas tonterías difíciles de explicar, durante años sentí una aversión estúpida sin otra razón que porque estaba ella, y he aquí que por un rato dejas esas ganas de intentar sacarnos a toda costa una sonrisa y nos recuerdas el poder evocador de una lágrima, la emoción purificadora que nos arrebata, como cuando íbamos al cine que había al final de la cuesta una tarde calurosa de verano, porque pensábamos que no había nada mejor que hacer; perder un poco el tiempo y reservar fuerzas para desenvolvernos en la noche, con la despreocupación de saber que los adultos charlaban en las puertas, de la manera contraria a los lagartos, y regresábamos a casa, puede que no por un camino de baldosas amarillas, con una emoción que recordaríamos siempre. Esta vez te aplaudo por recordarnos esa lágrima, que nos acababa gustando tanto o más que esa tristeza, ese no poder luchar contra las cosas de la vida, y ese día de una manera tierna mitigaba un poco esas risas que se despertaban cuando caía la noche.
Un abrazo.
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Es que "los mayores también lloran (lloramos)" y en ocasiones, como en ésta, me llegó y muy mucho el amor medio muerto de Meril Sreet, la cara con que mira a su marido mientras éste , digamos "pasa de ella", siendo que no es así, sencillamente está acostumbrado. y valga lo mismo cuando es la mujer la que lo hace.
No me gusta el machismo ni el feminismo exagerado. las cosas en su punto.
Abrazos marinos Enrique, y gracias.,