Editorial Alaire

Rafel Calle escribió:Hermoso trabajo de Guillermo.

Josefa A. Sánchez escribió:Es bueno que de vez en cuando suban poemas porque no todos estamos conectados todo el tiempo. Es un poema magnífico que me ha encantado leerte.
Un abrazo.
Pepa

Ramón Carballal escribió:No creo haber leido anteriormente este poema. Todo un acierto que lo hayan recuperado. Enhorabuena y un abrazo.

Guillermo Cuesta escribió:


Una agostada parsimonia
transmite la incomodidad del miedo a quien se apura.
Clama por sus rincones quietos
mientras un lecho indómito la vence, la desgasta, la controla.
Frustra la reverberación de los silencios y no acude si la llamas.
Mientras llega con vaga indisciplina un enemigo analfabeto
para desmenuzar en su voz la incongruencia.
Donde estuvo el saber sólo hay anonimato.
Por eso digo adiós al despedirme. Pero comprobaré si sois capaces
de destronar agobios y caprichos.
A mí me ha derrotado el deterioro. Pude
volver de la insatisfacción,
pero perdió agallas mi maestro
y no supe salir de tal quebranto.
Acabo de romper el as de la baraja
y pido que se aplique ciencia ciega
al mago del suicidio. Ya huyo de este juego
y dejo que me avente el aire limpio
(en cárcel recluido sería invertebrado)
Deseo que soporte la ósea virtual
mi necia irreflexión enrarecida,
de la que exijo prescindir.

Por eso no consiento que se hunda mi reducto.

Existe ya un espacio, discreto y envolvente
-aposenta diverso y seductor-
en ese precipicio de impunes ansiedades.
Por si acaso, escondo el sortilegio
que me enreda en su ansia itinerante.
Aún no te desprendas, vida mía.
Contémplame en tu beta transparente
y alimenta la imagen refrescante,
que revierte en aliento reflexivo.
En la humana extensión, universal y resumida,
consigas desterrar la ajena desventura impropia
que te habita el pudor densa y ajada.
Te adoctrine el sabio firmamento
en sus extensas singladuras nuevas.